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Fray Diego José de Cádiz, siempre unido a la Virgen de la Paz de Ronda

Publicado: 21/05/2012: 5604

Nacido en Cádiz el 30 de marzo de 1743, profesó en la Orden de Hermanos Menores Capuchinos el 31 de marzo de 1759. Ordenado sacerdote en 1766, se consagró por obediencia al ministerio de la predicación. Orador insigne y celebérrimo misionero, recorrió casi toda España, principalmente Andalucía, predicando la palabra de Dios. Murió el 24 de marzo de 1801 en la diócesis de Málaga, en la ciudad de Ronda, en la que se guardan con gran veneración la mayor parte de sus restos. Fue beatificado por el Papa León XIII el 22 de abril de 1894.

Como cada año, el segundo domingo de mayo, al terminar la procesión de la Virgen de la Paz, se ha proclamado la consagración de Ronda a su patrona desde el balcón de la casa donde falleció el beato Diego José de Cádiz. La urna con los restos de fray Diego, depositados durante el año a los pies de la Virgen, la acompañan también durante la procesión. En el mes de enero se sigue rezando la novena a Nuestra Señora que él mismo compuso. El misionero capuchino no se habría separado de la Virgen de la Paz en los últimos momentos de su vida. Después de más de treinta años de intensa predicación por toda España, sus superiores lo autorizaron a vivir en una casa enfrente del Santuario, en la plaza que hoy lleva el nombre del beato: desde su cama veía la fachada de la iglesia.

PREDICADOR INCANSABLE

En Ronda, como en tantos otros lugares, fray Diego predicó incansablemente la reforma de las costumbres en una España en la que penetraban los aires de la Ilustración. Como las iglesias de la ciudad no podían albergar a todos los que acudían a escucharlo, fray Diego predicaba en un descampado: todavía hoy se conoce como “el Predicatorio” a una explanada a las afueras de Ronda, con unas vistas preciosas de la ciudad, donde el beato llamaba a la conversión. Cuentan que, cuando se desencadenó en la Serranía una epidemia de peste, fray Diego quiso partir para socorrer a los enfermos. Las autoridades de Ronda, de pura devoción que el pueblo le tenía, no le permitieron dejar la ciudad. Fray Diego entonces se ofreció para sufrir él la enfermedad a cambio de que la peste no hiciera estrago en Ronda. Las crónicas de la época narran el dolor que produjo su muerte: «Al toque de agonía se alborotó Ronda entera, y al divulgarse su muerte, ocurrida a las seis y tres cuartos de la mañana, y al empezar a doblar la Colegiata, como beneficiado suyo, la consternación fue general, y solo se oía por toda ella: ¡ha muerto el santo!»  Hoy el beato Diego descansa a los pies de su Virgen, donde recibe la oración de rondeños y visitantes.

Autor: diocesismalaga.es

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