NoticiaEntrevistas Francisco González: «Actualicemos nuestro primer amor» Francisco González, delegado para el Clero Publicado: 12/06/2020: 39521 El Día del Sagrado Corazón de Jesús también se celebra la Jornada de Oración por la Santificación de los Sacerdotes. Francisco González, delegado para el Clero, explica el sentido de esta jornada e invita a todos a celebrarla. Jornada de Oración por la Santificación de los Sacerdotes Jornada de Oración por la Santificación de los Sacerdotes, ¿por qué esta jornada y no una jornada de santificación de los laicos? La Jornada de Oración por la Santificación de los Sacerdotes fue introducida en la Iglesia por el papa san Juan Pablo II con el fin de animarnos a renovar nuestro encuentro personal con Jesús y a revitalizar la misión al servicio del pueblo de Dios. Todos estamos llamados a la santidad desde las distintas vocaciones recibidas y hemos de orar para que, cada uno, laicos, religiosos o sacerdotes, respondamos a nuestro personal camino de santificación. En esta jornada se acentúa la oración por los sacerdotes, como hicimos también por los laicos el día de Pentecostés o por los contemplativos el domingo de la Santísima Trinidad. Una jornada que coincide con el Día del Sagrado Corazón de Jesús, ¿emana de ahí la fuerza del sacerdote? Sin duda alguna. Este día es una invitación a volver, de manera continuada, a la raíz de nuestro sacerdocio, que no puede ser otra que Jesucristo. A revitalizar la amistad con Él, que fue lo que nos llevó a abrazar la vocación sacerdotal y actualizar nuestro “primer amor”, ese cruce de miradas que se dio entre el Señor y cada uno de nosotros, que nos fascinó y nos cambió la vida. No es posible entender la vida sacerdotal si no es desde un enamoramiento por Cristo que nos lleve a anunciarlo a todos con pasión y entusiasmo. Hay quien piensa que los sacerdotes lo tenéis más fácil para ser santos, porque estáis más cerca de las cosas de Dios, ¿qué le dice el delegado para el clero? La fidelidad al seguimiento radical de Jesucristo es apasionante, pero no está exenta de dificultades para todos. La misión que se nos encomienda conlleva momentos de dolor, sufrimiento e incomprensión. Hay que afrontar con decisión la tentación de la desilusión al contemplar la realidad y hasta con nosotros mismos, que puede llevarnos al desaliento. Es preciso avivar cada día en nuestros corazones la luz de la fe y la esperanza. ¿Cómo os podéis ayudar los sacerdotes unos a otros a ser más santos? Sobre todo pienso en el clero secular, que no vivís en comunidad. Fortaleciendo los vínculos de fraternidad y amistad, estando pendientes unos de los otros, especialmente del que está enfermo, es mayor o vive más aislado. Buscando los momentos de encuentro, para rezar y para reír o llorar juntos, animándonos a vivir la caridad pastoral y la entrega a los que se nos han confiado, estando siempre cercanos al dolor de nuestro pueblo, especialmente el de los más pobres y abandonados. Orando y acompañándonos mutuamente. El testimonio de muchos hermanos que recorren con sencillez estos caminos de santidad es un fuerte aliciente para avanzar en el seguimiento de Cristo sacerdote. Y los laicos, ¿cómo os podemos ayudar a que seáis santos? Contemplar la vida de muchos seglares de nuestras comunidades parroquiales, verdaderos santos “de la puerta de al lado”, es el mejor estímulo para avanzar en la realización del proyecto que Dios ha diseñado para cada sacerdote. Junto a ello, la cercanía, la amistad, el ambiente de familia y la entrega a la misión apostólica siempre supone un enorme aliento para dar lo mejor de nosotros mismos. Sin olvidar, la oración que nos sostiene en nuestra fragilidad y debilidades. Una recomendación para celebrar esta jornada. Sería bueno buscar ese día un momento de reflexión y meditación sobre la vida sacerdotal y sobre el ministerio pastoral que estamos llamados a realizar en las diversas situaciones. La relectura de la Carta que el papa Francisco nos dirigió a los sacerdotes el pasado 4 de agosto, en el 160º aniversario de la muerte del Santo Cura de Ars, destacando esas cinco palabras claves (gratitud, misericordia, compasión, vigilancia y ánimo), puede servirnos para un compartir fraterno entre nosotros los sacerdotes, unidos a nuestro Obispo. Sería bueno que en todas las celebraciones de la Eucaristía de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús se tenga presente esta importante intención.