NoticiaEntrevistas Teresa Zamorano: «Vivir la vida como manifiesto en este ensayo no es perderla, sino ganarla» Teresa Zamorano, II Premio de Ensayo Teológico Joven PPC // L. GIMÉNEZ Publicado: 22/11/2019: 21875 Teresa Zamorano Martínez (Málaga, 1981) es profesora del Colegio San Manuel, de las Hijas de la Caridad, y miembro de la Comunidad Asís. Acaba de recibir el II Premio de Ensayo Teológico Joven PPC por su obra "La necesidad de hacerse pobre en la vocación laical". Es licenciada en Traducción e Interpretación, especializada en Francés, por la Universidad de Málaga, y licenciada en Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso de Madrid Enhorabuena por el premio recibido, ¿qué significa para usted este reconocimiento? Muchas gracias. Por un lado, este reconocimiento nos lleva a dar gracias, porque vivir la vida como manifiesto en este ensayo no es perder la vida, sino ganarla; y por otro lado, lo leo como un signo de la llamada de Dios a mostrar a todos la riqueza que vivo en la Comunidad Asís, con hermanos, pobres y esperanzados. "La necesidad de hacerse pobre en la vocación laical", ¿qué podemos encontrar en este ensayo teológico? Este ensayo quiere exponer justificadamente cómo se hace necesario para todo seguidor de Cristo (religioso o laico) hacerse pobre, y cómo la fidelidad al Evangelio pasa por los pobres. Planteo esta cuestión más bien como un “proceso de crecimiento personal” que consiste en un “hacerse” cada vez más pobre, a lo largo de la vida, hasta aprender a ser verdaderos hombres, verdaderas imágenes de Dios, a imitación de Cristo. La laicidad, lo laico es el ámbito por excelencia donde el evangelio está llamado a encarnarse, no es lo "sagrado": lo único sagrado para el cristiano es el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, de ahí la dignidad de la persona, de donde nacen los derechos humanos de libertad, fraternidad e igualdad. Sin embargo esta imagen a menudo es despreciada, denigrada, y Dios la defiende, la ama, y nos llama a recrear con el pobre una nueva relación pacífica y fraterna. Esta aportación cristiana, en medio de nuestra sociedad interreligiosa, intercultural y de pluralidad étnica, es apasionante, y nos abre al diálogo sin ninguna pretensión de superioridad o proselitismo. Este es el lugar del laico cristiano hoy. ¿Qué la llevó a profundizar en este tema? Pues mi pertenencia a la Comunidad Asís, una comunidad laical, formada por hombres y mujeres que deseamos seguir más de cerca a Jesucristo, viviendo junto a los jóvenes y los pobres, ofreciendo una alternativa real en esta sociedad despersonalizada. Para nosotros es fundamental, entre otras cosas, el cuidado del hermano, la fraternidad, la minoridad, la oración, el servicio a los jóvenes y los pobres, siguiendo las huellas del testimonio de san Francisco de Asís, que madura su propia conversión dentro de una experiencia y piedad laicas. De ahí el interés en profundizar sobre esta necesidad de vivir, desde la vocación laical, la pobreza. ¿Es posible vivir la pobreza teniendo todo a nuestro alcance? Quien busque la perfección en el seguimiento de Jesús debe dejarlo todo de lado, incluidos los bienes, aquello a lo que nos aferramos y que nos impide dejar hueco en nuestro corazón para Dios. Esta condición aparece imprescindible para el que quiera seguir a Jesús. Pero no es un simple desprenderse de los bienes materiales, es también ponerlos al servicio de los pobres, de aquellos que los necesitan más que nosotros: la medida del uso es la necesidad. Y no es sólo desprenderse de los bienes materiales, también es necesario desprenderse de aquellas máscaras, ideas preconcebidas, costumbres, relaciones… que nos impiden seguir a Jesús con la libertad de los hijos de Dios. Dice LG (Lumen Gentium) que los consejos evangélicos son un don de Dios para toda la Iglesia. Vivir los consejos evangélicos no es sino expresar la entrega total al servicio de Dios, amándole por encima de todo. En el caso de la pobreza, en contra de lo que algunos piensan, renunciar a los bienes no impide para nada el desarrollo de la persona humana, al contrario, lo favorece mucho, ayudándole a purificar el corazón, a vivir la libertad espiritual y a amar apasionadamente. Además hace que el cristiano se identifique más con la forma de vida pobre que eligieron para sí mismos Jesús y María. Estamos embarcados en el Congreso de los Laicos y en los laicos se centra su obra, ¿cómo propone usted vivir la radicalidad del Evangelio? También dice LG que los laicos somos los elegidos de Dios para dedicarnos a las tareas apostólicas y trabajar en el campo del Señor, cada uno desde su estado de vida, dando ejemplo de ese amor incansable y generoso que Dios nos tiene, siendo testigos y colaboradores de la fecundidad de nuestra Madre Iglesia, ayudando a los demás a llevar sus cargas, mejorando la sociedad y la creación e imitando, con su amor activo, a Cristo por medio del trabajo diario. Así que, al final, somos todos los cristianos los que debemos unirnos al Cristo que sufre en los oprimidos por la pobreza, la enfermedad, la injusticia… Vivir con radicalidad el Evangelio supone, entre otras cosas, seguir de cerca a Cristo escogiendo la pobreza y dando testimonio del anonadamiento de Cristo. Todos los cristianos estamos llamados a la santidad y la perfección del propio estado de vida, orientando rectamente nuestros deseos, según el espíritu de pobreza evangélica, de forma que los apegos a las riquezas no nos impidan buscar el amor fraterno. Como ya propusimos desde la Comunidad Asís en el Cuestionario que se nos pasó para preparar el Congreso de los Laicos, entre otras cosas destacaría que es necesario tomar conciencia de que merece la pena dedicar la vida a crear comunidades laicales plurales, críticas, ilustradas, acogedoras, cálidas, místicas, abiertas a trabajar en sinodalidad y comprometidas por el Reino, sin lo cual la Iglesia, en breve, no podrá llevar a cabo su misión evangelizadora. Esto lleva consigo marcar prioridades. ¿Es importante que los laicos nos formemos? Evidentemente, como dijo Rahner, el cristiano del S.XXI será un místico o no será… y a la vista está que somos los laicos los que tenemos que asumir ese papel. Cuando hablo de la necesidad de crear comunidades laicales críticas e ilustradas, me refiero a esto: los laicos de nuestra Iglesia tienen una gran necesidad de formación para poder asumir el papel que deben asumir para que el Señor pueda poner en sus manos el timón de la Iglesia. Es una gran responsabilidad.