NoticiaSagrada Escritura Ponencia: «La Biblia de la Conferencia Episcopal Española: criterios técnicos y desarrollo de la obra» Publicado: 07/02/2011: 3340 • Ponencia de Domingo Muñoz León Al tratar de la presentación de esta versión oficial de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española, no tenemos más remedio que comenzar recordando el don que para la Iglesia y para la humanidad supuso el Concilio Vaticano II. La Constitución “Dei Verbum” que hoy es considerada como la joya del Vaticano II, llevó consigo un impulso decisivo, obra de la asistencia del Espíritu Santo, en relación con la Divina Revelación y en consecuencia con el valor de la Biblia como regla de fe y como palabra de Dios al hombre. La Constitución iluminó la relación entre Sagrada Escritura y Sagrada Tradición y expuso los criterios fundamentales para la interpretación del texto sagrado. Así mismo insistió en la consideración de la Palabra de Dios como fuente de la que vive la Iglesia. Por su parte, la Constitución “Sacrosanctum Concilium”, destacó la parte fundamental que la Palabra tiene en el conjunto de la Liturgia y determinó el ordenamiento de las lecturas bíblicas en los leccionarios y en la Liturgia de las horas. Es justo recordar que en relación con la Biblia, la enseñanza conciliar había sido preparada por tres grandes encíclicas: “Providentissimus Deus” de León XIII (1893), “Spiritus Paraclitus” de Benedicto XV (1920) y “Divino Afflante Spiritu” de Pío XII (1943). En cuanto a la Constitución sobre liturgia, debemos recordar que había precedido todo el impulso de más de medio siglo que se suele llamar como “El Movimiento Litúrgico”. Así mismo la encíclica de Pío XII “Mediator Dei” (1947) entrañaba una concepción de la liturgia centrada en el misterio de Cristo. Pero todo ello tomó forma en los documentos conciliares, obra sin duda de la asistencia del Espíritu Santo a su Iglesia. El Concilio trató de las versiones de la Biblia y de su importancia para la escucha de la palabra de Dios (Dei Verbum 21-25). Como consecuencia de las decisiones conciliares, fueron surgiendo los diversos leccionarios que en realidad eran ya una versión litúrgica, y que, como veremos más adelante, han supuesto un avance decisivo en el acercamiento de la Biblia a la Comunidad cristiana. Igualmente las instrucciones de la “Dei Verbum” han llevado consigo una renovación de la enseñanza de la Sagrada Escritura en los centros de estudio, aunque en este sentido no todo hayan sido luces y haya surgido también una problemática que será estudiada en este Congreso. 1.- Los dos Sínodos complementarios: sobre la Eucaristía y sobre la Palabra; y las dos exhortaciones postsinodales “Sacramentum caritatis” (22 de febrero de 2007) y “Verbum Domini” (30 de septiembre de 2010). Desde el Vaticano II el interés por la Palabra, sobre todo en la celebración eucarística, ha ido desarrollándose en la Iglesia con fuerza impetuosa, aunque sobrepasando algunas veces los debidos límites. Esta situación ha requerido las intervenciones de la Iglesia con el Sínodo extraordinario de los Obispos en el 1985 y con la precisación de la doctrina católica en el Catecismo de la Iglesia católica (1992). Al momento presente, los dos sínodos extraordinarios de los Obispos sobre la Eucaristía y sobre la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia, son como una reiteración de las dos constituciones conciliares “Dei Verbum” y “Sacrosanctum Concilium” tras los casi cincuenta años que nos separan del Concilio Vaticano II y a la luz también de una situación nueva de increencia, por una parte, y de nuevos movimientos eclesiales, por otra. Esta respuesta de la Iglesia es fruto del mismo impulso del Espíritu Santo que movió a los padres conciliares. 2.- Los Leccionarios y la Liturgia de horas, especialmente los salmos y los cánticos. Un importante trabajo de traducción y de musicalización, en los años siguientes al Concilio. Valores y limitaciones. Como hemos dicho anteriormente, la Iglesia de España a partir del Concilio ha realizado, con la colaboración de eminentes especialistas, un importante trabajo de traducción y de musicalización. El fruto más logrado son los leccionarios y la Liturgia de horas, especialmente los Salmos y los Cánticos. Es justo reconocer esta labor que sin embargo presenta también limitaciones y que, al ser solo selección, hacía necesario el poder disponer de una Biblia completa. Téngase presente que, en cuanto al Antiguo Testamento, más de un 80% no aparece en los leccionarios y que en el Nuevo Testamento se había sacrificado en algunos pasajes la literalidad del texto en favor de una pretendida actualización que en algún caso extremo podría ser mal interpretada, Recordemos, por ejemplo, la expresión “una carne pecadora como la nuestra”. Estas limitaciones fueron las que motivaron un primer proyecto de revisión del leccionario, proyecto que después se convirtió en el de una Biblia completa. Para ello, había una serie de motivos que enumeramos enseguida. 3.- Un nuevo punto de referencia, la publicación de la Neovulgata 1979 (typica prior); 1986 (typica altera). Importancia para la revisión de los leccionarios. Para el trabajo de una versión completa a partir de los textos originales, la paciente labor de los benedictinos de San Girolamo, nos ofrecía una Nova Vulgata (1986). Era el fruto de un minucioso e inteligente trabajo de incorporar los avances lingüísticos y lecturas aportadas por las ediciones críticas de los textos originales en la Vulgata usando el mismo lenguaje tradicional de esta versión consagrada en la Iglesia. Era necesario en consecuencia tener presente en los leccionarios y en la nueva versión de la Biblia al castellano toda la riqueza que ahora se ofrecía como versión oficial de la Iglesia Católica. 4.- El documento de la Pontificia Comisión Bíblica “La interpretación de la Biblia en la Iglesia” y el discurso de Juan Pablo II (23 de abril de 1993). En 1988, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, Presidente de la Pontificia Comisión bíblica, promovió como tema de trabajo de la misma una visión panorámica de los diversos métodos de exégesis y de interpretación indicando a la vez la postura de la Iglesia Católica acerca de la interpretación de la Biblia. El documento tuvo un impacto enorme en el mundo científico bíblico, impacto que se refleja en el actual documento “Verbum Domini”. El título “La interpretación de la Biblia en la Iglesia” era ya como una síntesis programática. Fue a propósito del encuentro Obispos-Teólogos de 1995, dedicado al estudio de este documento, cuando empezó a surgir la idea de la necesidad de revisión de los leccionarios y de todo el proyecto ampliado que hoy, gracias a Dios, ha cuajado en la “Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española”. 5.- La aparición del documento “Liturgiam authenticam” de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (7 de mayo de 2001). En plena actividad de elaboración de nuestra Biblia, apareció el documento “Liturgiam authenticam” de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (2001). Las referencias a las lecturas bíblicas y al uso de la Biblia en general, en la liturgia, determinaban una dirección de nuestro trabajo. No me entretengo en este punto porque será objeto de una conferencia del Subsecretario de la mencionada Congregación. 6.- La necesidad de revisión de los leccionarios y la oportunidad de una Biblia completa con introducciones y notas. Es conveniente observar la importancia de los leccionarios para comprender la Palabra de Dios. Así lo expone Benedicto XVI en la Exhortación “Verbum Domini”, nº. 57. Importantes aspectos de la interpretación de la Escritura pueden deducirse de los leccionarios. Así la relación entre Antiguo y Nuevo Testamento, especialmente en los domingos y fiestas en que la primera lectura suele ser la prefiguración en el Antiguo Testamento del tema del Nuevo (Evangelio). También la exégesis canónica, que es hoy uno de los métodos más importante de interpretación, recibe una iluminación con los leccionarios. Por ello Benedicto XVI desea que se lean íntegramente las lecturas correspondientes. Si se encuentra alguna dificultad, el Santo Padre aconseja dirigirse a la Sagrada Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Benedicto XVI indica que además de los leccionarios es conveniente que exista una Biblia completa con los mismos textos: “Si bien es verdad que la Liturgia es el lugar privilegiado para la proclamación, la escucha y la celebración de la palabra de Dios, es cierto también que este encuentro ha de ser preparado en los corazones de los fieles y sobre todo profundizado y asimilado por ellos. En efecto, la vida cristiana se caracteriza esencialmente por el encuentro con Jesucristo que nos llama a seguirlos” (Verbum Domini nº. 72). Por ello, siguiendo a los padres sinodales, recomienda tanto la lectura en las comunidades cristianas como también el amor personal a la Palabra de Dios. El Pontífice señala una serie de ejemplos de la historia de la Iglesia en que se propone el estudio de la Escritura en familia y también personalmente. Asimismo en la Exhortación postsinodal “Sacramentum Caritatis” (nº. 40) recuerda las grandes riquezas de los leccionarios. Téngase presenta que ya en la Liturgia judía se seleccionaban para las grandes fiestas de la Pascua, Pentecostés, Tabernáculos y Dedicación, las lecturas en una forma de leccionario: primero un fragmento de la Torá (Pentateuco) y seguidamente la segunda lectura se tomaba de los Profetas (aftarah). La revisión de los leccionarios y el propósito de una Biblia completa, hizo surgir muy pronto la idea de que esta Biblia fuera editada con introducciones y con notas. De ello hablaremos en seguida, pero antes veamos cómo ha ido desarrollándose el trabajo. 7.- Fases de la elaboración A continuación indicamos los principales hitos en la elaboración de la Biblia: - Encuentro Obispos teólogos (1995). - Comisión preparatoria (1996). - Comisión coordinadora y Comisión técnica (1996). - Elaboración de los criterios para la revisión y traducción de los textos (1997). - Encargo de revisión y traducción de los distintos libros a los biblistas de lengua española; nombramiento de coordinadores de Antiguo y Nuevo Testamento (2000). - Trabajo de los textos por los colaboradores y revisión por los coordinadores (2001-2006). Es justo que en este Congreso se den públicamente las gracias a los colaboradores y coordinadores cuyos nombres aparecen en el prólogo de la “Sagrada Biblia. Versión Oficial de la Conferencia Episcopal Española”: Rafael Aguirre Monasterio, Ángel Aparicio Rodríguez, Gonzalo Aranda Pérez, Antonio Artola Arbiza, Jesús María Asurmendi Ruiz, Nuria Calduch Benages, José Cervantes Gabarrón, Francisco Contreras Molina (+), Juan Miguel Díaz Rodelas, Alfonso de la Fuente Adanes (+), Jorge Juan Fernández Sangrador, Félix García López, Jesús García Recio, Santiago García Rodríguez, Andrés Ibáñez Arana (+), Juan Antonio Mayoral López, Fernando Morell Baladrón, Víctor Morla Asensio, Domingo Muñoz León, Antonio Rodríguez Carmona, Horacio Simian-Yofre, Julio Trebolle Barrera, José Ángel Ubieta López, Jaime Vázquez Allegue. Todos ellos aceptaron el trabajo de traducción y revisión llevados de un amor sincero a la Palabra de Dios y como un servicio a la Iglesia. Tres de ellos, como hemos dicho, han recibido ya del Señor el premio de su trabajo. El Equipo coordinador ha estado compuesto por tres personas: el Presidente (Domingo Muñoz León), el Secretario (Juan Miguel Díaz Rodelas) y como Encargado de la Oficina de coordinación en Madrid (Santiago García Rodríguez). El trabajo era duro. Completar introducciones o hacerlas en algunos de los libros, revisar el texto y las notas. Es de justicia reconocer el infatigable e inteligente trabajo del Secretario de la Comisión Técnica (Dr. Díaz Rodelas), tanto en este periodo como en el de síntesis de las notas y más tarde en la incorporación de observaciones (varios miles en el conjunto del desarrollo de la obra). Además del conocimiento de los textos bíblicos, la pericia en el tratamiento informático ha proporcionado una ayuda decisiva. En cuanto a mi persona se refiere, doy gracias a Dios por haberme dado como ocupación, además del trabajo de algunos libros bíblicos y la incorporación de observaciones, el repasar enteramente dos veces la Biblia completa con introducciones y notas. Si conocer la Escritura es conocer a Cristo, como dijo san Jerónimo, todos los que hemos entregado nuestro tiempo a esta obra hemos tenido la oportunidad de comprobar que la Palabra de Dios es viva y eficaz, verdadera carta de amor del Padre a sus hijos, como dijo el Vaticano II, obra del Verbo y escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo. - Durante este tiempo fueron llegando también observaciones de particulares, algunas de singular importancia (D. Luis García y García; D. Antonio García-Moreno y D. Julio Sagredo). - Maquetación e incorporación de observaciones (BAC). La publicación de esta obra por la BAC ha tenido la suerte de contar con dos especialistas bíblicos: el Director, D. Jorge Juan Fernández Sangrador (organizador de este Congreso) y D. Juan Antonio Mayoral encargado de la informatización y maquetación. Ambos además han sido colaboradores del trabajo de traducción y revisión de algunos de los libros. - Borrador del texto provisionalmente definitivo (junio 2007) (diez gruesos tomos). - Petición de observaciones a los Sres. Obispos e incorporación de las mismas (junio de 2007 a noviembre de 2008). Un número muy considerable de observaciones que sobrepasan sin duda el millar. A este propósito es digno de reconocer y agradecer la confianza que la Conferencia Episcopal nos ha mostrado durante los quince años que van desde el encuentro de Obispos-Teólogos de 1995 hasta el presente. Siempre nos han animado y han colaborado en proponer sugerencias valiosísimas. Un equipo de tres señores Obispos, nombrados al efecto, han realizado un trabajo de revisión y el secretario Mons. Martínez Camino y todos los Secretarios anteriores han impulsado constantemente el trabajo del Equipo Coordinador. Los sucesivos Presidentes de la Conferencia Episcopal nos han reiterado siempre que contábamos con su aliento y su ánimo. También ha sido notable la colaboración de las Comisiones Episcopales de Liturgia y Doctrina de la fe. - Aprobación de una hermosa y densa Instrucción Pastoral con el título “La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia” (XCI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española; 7 de marzo de 2008). Esta Instrucción Pastoral se ha editado juntamente con la Biblia. - Aprobación de la Biblia por la XCII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (26 de noviembre de 2008). - Incorporación de las observaciones de los consultores de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (2009). - Recognitio de la misma Sagrada Congregación (29 de junio de 2010) Podemos terminar esta sección con la frase que los impresores han puesto al final de esta Biblia: Laus Deo Virginique Matri (Alabanza a Dios y a la Virgen Madre) 8.- Los criterios que han presidido la elaboración de la Biblia: Antes de comenzar esta sección quisiera recordar las siguientes palabras de la exhortación “Verbum Domini”: “conviene que dada la naturaleza de un trabajo como este se lleve a cabo en lo posible en colaboración con las diversas Sociedades Bíblicas” (Verbum Domini nº. 115). A este propósito podemos preguntarnos: ¿No hubiera sido mejor una Biblia ecuménica?. La respuesta es la siguiente: la reciente aparición de la Biblia ecuménica en español, elaborada con gran sacrificio durante largos años merece sin duda nuestro reconocimiento y responde a la recomendación de la “Verbum Domini” que acabamos de escuchar. Pero la diferente finalidad de las dos versiones (una para la oración ecuménica y otra para la Liturgia católica) hacía poco oportuna la fusión de las dos traducciones. Cada una tiene su finalidad propia y su justificación. Hecha esta observación, pasamos ahora a enumerar los criterios que han presidido la elaboración de esta obra. Los criterios, que a continuación vamos a comentar, fueron elaborados en dos reuniones de la Comisión Técnica y presentados a la Permanente de la Conferencia Episcopal Española que los examinó en la Reunión del 18-20 de febrero de 1997, dando su aprobación y añadiendo tres observaciones que fueron incorporadas en el trabajo. A) Criterios de carácter técnico Como criterio básico para el trabajo de revisión, se indicó que el punto de referencia fuese la traducción que se contenía en los leccionarios existentes. Ello no significaba que la traducción de los distintos textos fuese vinculante. De todos modos, la Comisión Técnica recibió la siguiente observación de parte de la Permanente de la Conferencia Episcopal Española: “En cuanto a los textos ya en uso litúrgico que han de ser revisados, hay que explicar que la modificación del texto actual no ha de ser la norma, sino la excepción, cuando resulte claramente necesario. En particular, en el caso de los Salmos, que han entrado en el uso cotidiano, lo mejor sería no tocarlos”. Según esto, en el trabajo de revisión se ha mantenido la versión existente, cuando aquel o aquella persona, a quien se le había encomendado el libro correspondiente, la estimara correcta. El traductor podía proponer otra traducción, cuando lo considerara oportuno. Para los textos no contenidos en los leccionarios (un 80% en el Antiguo Testamento) se recomendaba procurar una traducción que combinara equivalencia dinámica y fidelidad a la literalidad del texto. Como criterios de carácter técnico, tanto para la traducción como para la revisión, se señalaron los siguientes: a) El texto de partida ha sido siempre el ofrecido en las ediciones críticas más al uso de las lenguas originales: Hebreo, Arameo, Griego, teniendo en cuenta también para el A. Testamento la traducción de los LXX, el Tárgum, etc. Naturalmente para todo el trabajo, tanto de Antiguo como de Nuevo Testamento, hemos tenido presente las traducciones españolas que han recurrido a los textos originales. De una manera especial había que tener presente la Neovulgata en lecciones de especial dificultad.De ello nos ocupamos a continuación. b) Como se trata de una versión con una incidencia litúrgica de la mayoría de los textos, era preciso tener en cuenta las opciones tomadas en la Editiotypica vaticana. Dado que en dichos leccionarios se omiten por razones pastorales o de brevedad algunos versículos se ha procurado que el texto de dichos versículos omitidos y que por consiguiente no figuraban en los leccionarios concordase en estilo con el empleado en el fragmento determinado. Esto vale especialmente en los Salmos en que algunos versículos más chocantes no figuran en la Liturgia de las horas e incluso algún Salmo, como el de las imprecaciones, se omitió del todo por parte de la Editio typica vaticana de los leccionarios y de la Liturgia de los horas pero no en la Neovulgata. En este caso la traducción completa de los Salmos preparada por el Dr. Ángel Aparicio ofreció una ayuda inestimable. Una observación de la Permanente de la Conferencia indicaba: “La versión debe hacerse a partir de los textos originales de las ediciones críticas, pero las cuestiones dudosas debe seguirse el criterio de la Vulgata. Hay un decreto en este sentido de la Santa Sede por lo que respecta a la Liturgia”. El poder disponer desde el principio de nuestro trabajo de la edición Altera de la Neovulgata nos ha resultado una importante ayuda. Téngase presente que, como hemos dicho más arriba, el texto de la Neovulgata es el resultado de muchos años de estudio y un minucioso trabajo de colación de manuscritos y de confrontación con el texto de las ediciones críticas. Por ello presenta importantes y numerosos lugares en que el texto latino se ha conformado teniendo presente el original hebreo, arameo o griego. c) Dado el carácter especial de los textos de la Sagrada Escritura, era necesario respetar al máximo la literalidad del texto original. El método básico de traducción, de equivalencia dinámica, adoptado en la traducción actual de los textos litúrgicos era necesario equilibrarlo con el criterio de literalidad, cercanía al texto y tradición eclesial. Así por ejemplo, en la traducción de la primera carta de san Juan de la traducción de los leccionarios había desaparecido el término “Comunión” (koinonía) sustituyéndose por “unión”. Como es lógico, con ello se perdía una riqueza de carácter teológico-religioso. Cf. el prólogo de la primera carta citado en Verbum Domini nº 123 en que se emplea, como era de esperar, el término Comunión. Sobre todo, como nos dirá enseguida el Dr. Díaz Rodelas, siendo la Sagrada Escritura la norma de la fe, (Dei Verbum nº. 21) era necesario revisar algunas expresiones que se habían deslizado en la traducción de los leccionarios y que habían sido repetidas en la traducción de los textos de los Santos Padres para el oficio de lectura. Han sido muchas las personas que han solicitado revisar la traducción de Rom 8,3 “en una carne pecadora como la nuestra” siendo así que Pablo había hecho una filigrana de expresión que debe traducirse “a semejanza de una carne de pecado”. d) En cuanto al lenguaje, el criterio ha sido buscar un lenguaje digno y de tradición eclesial, una forma de hablar lo más cercana posible al del castellano que se lee y que se escribe normalmente. En relación con ello, la Permanente de la Conferencia hizo la siguiente sugerencia: “En cuanto al lenguaje habría que explicar dos cosas. Por un lado, que esto no debería significar la supresión de los tecnicismos que sean necesarios para mantener el sentido teológico tradicional de determinados términos, por ejemplo: “justificación”, “cáliz”, etc. Por otro lado, que no es lo mismo popular que vulgar. Es necesario que se tomen todas las precauciones para que la traducción resulte bella, Y, además, que, en lo posible, se tenga en cuenta la idoneidad del texto para ser musicalizado”. e) En cuanto a la onomástica se, juzgó conveniente conservar los nombres castellanos de personas y lugares ya consagrados, como Belén, Jerusalén, Abrahán, Jacob, etc. En cuanto a los topónimos y otros casos de onomástica no consagrados en castellano, el criterio fue no traducirlos sino conservar la grafía original aunque simplificada. Por lo que respecta a la traducción de las medidas, pesos y monedas la norma ha sido conservar en la mayoría de los casos la medida original o traducir por la más aproximada, aunque no sea técnica (p. ej. estadios, ases, denarios, etc.). f) Se ha procurado que la traducción de determinados giros haya sido realizada de manera uniforme, v.gr. “postrarse y adorar”; “hombre viejo”; “hombre nuevo”; “carne” en contraposición a “espíritu”; etc. También se decidió la conservación de expresiones consagradas ya en la tradición bíblica española como “He aquí el hombre” (Ecce homo), (en vez de “Aquí lo tenéis”); “Hijo de hombre”, (en vez de “El Hombre”); “Bienaventurado” (en vez de “dichoso”) etc. Esta labor de unificación y coordinación pone más de relieve la unidad del Antiguo y Nuevo Testamento y ha llevado mucho trabajo al equipo coordinador y muchas horas de dedicación al maquetador y organizador del texto para la imprenta. g) En cuanto al lenguaje inclusivo (especialmente el género de las personas en la Biblia), un problema delicado en la sensibilidad actual, se tomó el acuerdo de seguir las orientaciones de la Santa Sede para la traducción de los textos bíblicos para el uso de la liturgia. Como norma general se ha mantenido la forma de hablar del texto original, tanto en relación con las personas divinas como en relación al género de hombres y mujeres. h) El propósito de la Comisión Técnica ha sido recurrir al asesoramiento de técnicos de la lengua castellana lingüistas y literatos que conocen bien el castellano y a la vez las características de la Biblia. Este propósito se ha hecho realidad tanto para el Antiguo como para el Nuevo Testamento con la lectura del texto por hombres y mujeres de reconocida solvencia. Por otra parte la amplitud de observaciones aportadas por los Señores Obispos y algunas Instituciones Académicas son en muchos casos relativas al lenguaje. Por consiguiente se pueden considerar como revisión literaria. B) Criterios teológicos y Pastorales (de esta parte se encargará el Dr. Juan Miguel Díaz Rodelas). Por nuestra parte, remitimos al documento de la Pontificia Comisión Bíblica (15 de abril de 1993) “Interpretación de la Biblia en la Iglesia” III, C.1 citada por Verbum Domini (nº. 29 y siguientes; En nota 86 remite Benedicto XVI al mismo documento, III, A, 3.). Esto nos permite llamar la atención sobre un criterio fundamental de la hermenéutica bíblica que Benedicto XVI formula de la siguiente manera: el lugar originario de la interpretación escriturística es la vida de la Iglesia.Véasetambién “Verbum Domini” nº. 33. La hermenéutica de la Biblia, según las enseñanzas del Concilio, recogidas en la “Verbum Domini” pueden resumirse en los siguientes puntos que serán ampliados por el Dr. Díaz Rodelas: - La Escritura debe leerse con el mismo Espíritu con que fue escrita (Dei Verbum nº. 12) - Analogía de la fe (Verbum Domini nº. 30) - Unidad de la Escritura (Verbum Domini nº. 34) - Tradición viva de toda la Iglesia (Verbum Domini nº. 34) C) Criterios para la elaboración de las introducciones, notas, lugares paralelos e índices. - En cuanto a las introducciones se ha hecho hincapié especialmente, dada la finalidad litúrgico-pastoral de esta Biblia, en la dimensión teológica de los escritos. La norma de extensión ha sido un diez por ciento calculado sobre la extensión del texto bíblico del libro correspondiente, con cierta flexibilidad según la importancia de los diversos libros. El esquema básico ha sido el siguiente: título, autor, estructura y género literario, mensaje teológico. En los libros del N. T. esta sección del mensaje teológico ha recibido una considerable ampliación de forma que pueda servir para cursos bíblicos o escuelas bíblicas. En efecto, el Comité técnico decidió que las Introducciones dieran los datos esenciales de los estudios que han aplicado el método histórico-critico y ampliar en el espacio dedicado a la teología del texto bíblico. Esta opción se ha visto confirmada por la observación siguiente de Benedicto XVI: En los últimos 150 años se ha desarrollado mucho el estudio histórico-critico pero no se ha desarrollado suficientemente el estudio teológico del texto (cf. Verbum Domini nº. 34). El Papa advierte también justamente del peligro del dualismo (nº. 35). Seguidamente Benedicto XVI pone de relieve el grave riesgo de la hermenéutica secularizada (nº. 35). En realidad es lo mismo que exégesis racionalista. En cierto modo también podríamos incluir aquí la exégesis existencialista. En el fondo está la cuestión básica de la relación entre fe y razón. Benedicto XVI concluye su desarrollo sobre fe y razón en relación con la Escritura de la siguiente manera: “Por otra parte, se necesita una razón que investigando los elementos presentes en la Biblia, se muestre abierta y no rechace a priori todo lo que exceda su propia medida. Por lo demás, la religión del Logos encarnado no dejará de mostrarse profundamente razonable al hombre que busca sinceramente la verdad y el sentido último de la propia vida y de la historia” (Verbum Domini nº. 36). - En cuanto a las notas, se ha ofrecido todo aquello que pudiera tener un valor para el texto bíblico (variantes, lecturas alternativas, justificación de la traducción, etc.) y también la relación de los lugares con el Nuevo Testamento. Como extensión se fijó el criterio de aproximadamente un veinte por ciento, sobre la amplitud del texto bíblico del libro correspondiente. También aquí es distinto pensar en un libro como el Levítico o Judith, Esther, etc. que en los Evangelios. Se han contemplado principalmente dos clases de notas, unas de crítica textual para justificar la lectura adoptada en lugares de especial dificultad; otras han sido de carácter teológico-pastoral en lugares de particular importancia. Había que tener presente la resonancia actual que pudieran tener los textos bíblicos (la paz, la ecología, la cosmografía bíblica). En algún caso se ha considerado conveniente incluir las aclaraciones de costumbres o datos históricos relevantes. El método de remitir del A. Testamento al Nuevo y viceversa, ha sido tenido muy en cuenta siempre y de una manera especial se ha procurado en los Salmos. En los textos que Benedicto XVI llama “oscuros”, a saber, las expresiones de violencia (herem) se ha procurado remitir a la revelación progresiva. Un énfasis especial pone Benedicto XVI en mostrar que, a la luz del N. T., no se puede utilizar la violencia en nombre de Dios (Verbum Domini nº .102). En las Notas los colaboradores tuvieron presente la resonancia actual que pudieran tener los mencionados textos bíblicos. - En cuanto a los lugares paralelos, siguiendo muchas ediciones de la Biblia, vienen al pie de página distinguiéndolo de las notas. - En cuanto a los índices, dada la existencia de numerosos diccionarios bíblicos y la facilidad de búsqueda a través de programas informáticos, se ha decidido reducirlos a un amplio índice litúrgico que será de gran ayuda para la finalidad de esta edición de la Biblia. También en los mapas se ha procurado la nitidez y sobriedad. 9.- La traducción del Nombre divino como “El Señor”. Véase la carta circular de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (29 de junio de 2008). El Nombre divino (tetragramma) en la Biblia de la Conferencia Episcopal es traducido siempre por “El Señor”. Lo mismo había hecho san Jerónimo en la Vulgata que hereda del Nuevo Testamento esta forma de traducir el nombre divino. Ya los LXX habían utilizado el nombre Ho Kyrios. También los rabinos sustituían el nombre divino por “El Nombre” o “Adonai” u otros apelativos. Igualmente el Targum sustituía siempre el Nombre divino ya con abreviaturas, ya con apelativos. 10.- La opción sobre “El Verbo” en el prólogo de San Juan. Una confirmación puede verse en la Exhortación “Verbum Domini” nº 5. La Biblia de la Conferencia ha adoptado en el prólogo del cuarto Evangelio la traducción de Ho Logos como “el Verbo”. Ello responde a una tradición muy arraigada en la conciencia eclesial que la ha respetado en el Ángelus precisamente en la frase cumbre del Prólogo: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14). Ciertamente la traducción como “La Palabra” tiene también connotaciones interesantes y puede ser empleada como elemento en el comentario al prólogo. La traducción litúrgica francesa lo ha resuelto traduciendo de la siguiente manera: “En el principio existía el Verbo que es la Palabra de Dios”. (en el resto del prólogo hablan ya siempre del Verbo). Una confirmación de la oportunidad de traducir “el Verbo” aparece ya en los “Lineamenta” del sínodo y ha sido recogida por Benedicto XVI que da la razón de su empleo indicando que en la sinfonía de significados del término Ho Logos el significado en el prólogo es de alguna manera el punto de referencia fundamental (lo que nosotros llamaríamos “analogatum primum”). La referencia a Jesucristo como el Verbo eterno, es por consiguiente muy apropiada dentro de la amplísima gama de significados del término “Palabra de Dios”. El Verbo eterno de Dios se encarnó. En consecuencia el empleo de “Verbo” para traducir el Ho Logos del prólogo de san Juan es clave para el monoteísmo trinitario que es la nota distintiva de la teología cristiana. Los demás empleos del Logos de Dios, para la Escritura, para la predicación, etc. son derivados (véase Verbum Domini nº. 121 y nº. 124). Conclusión: El Sínodo de la Palabra y las intervenciones de Benedicto XVI: una coincidencia providencial al momento de la aparición de la “Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española”. El Sínodo de la Palabra y la exhortación “Verbum Domini” han llegado en un momento providencial de coincidencia con la terminación de la “Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española”. Los discursos de Benedicto XVI durante la celebración del Sínodo y en otras ocasiones del período de preparación de la exhortación postsinodal, son preciosos documentos para comprender el valor de la Escritura para la Iglesia y para toda la humanidad. La exhortación Verbum Domini recuerda que la Iglesia vive de la Palabra y de la Eucaristía: Somos servidores de la palabra (Verbum Domini nº. 93). Los Obispos y los sacerdotes son los primeros llamados a formar a los fieles en el conocimiento autentico de las Escrituras (Verbum Domini nº. 94). Este pensamiento recurre también al hablar de la Homilía en la exhortación Sacramentum Caritatis (nº. 46). Para el mundo de la cultura ha sido especialmente importante el Discurso en el encuentro con el mundo de la cultura en el Collège des Bernardins de París (12 de septiembre de 2008): AAS 100 (2008) que la exhortación cita repetidas veces. (Véase nº. 32, nota 99). Como final de esta intervención quisiera destacar tres afirmaciones que aparecen la conclusión de la exhortación postsinodal: - La palabra definitiva de Dios se contiene en la Biblia recibida en la Tradición de la Iglesia: “Nunca hemos de olvidar que el fundamento de toda espiritualidad cristiana auténtica y viva es la Palabrade Dios anunciada, acogida, celebrada y meditada en la Iglesia. Estarelación con la divina Palabra será tanto más intensa cuanto más seamos conscientes de encontrarnos ante la Palabra definitiva de Dios sobre el cosmos y sobre la historia, tanto en la Sagrada Escritura como en la tradición viva de la Iglesia” (Verbum Domini nº 121). - La importancia de la Biblia para la nueva evangelización. Así lo formula Benedicto XVI: “Nuestro tiempo ha de ser cada día más el de una nueva escucha de la Palabra de Dios y de una nueva evangelización. Redescubrir el puesto central de la Palabra divina en la vida cristiana nos hace reencontrar de nuevo así el sentido más profundo de lo que el papa Juan Pablo II ha pedido con vigor: continuar la missio ad gentes” (Verbum Domini nº 122). La tarea es urgente: anunciar el Reino es anunciar a Jesucristo (autobasileia). - La familiaridad con la palabra divina es el gran alimento de la vida cristiana. He aquí el llamamiento que hace Benedicto XVI casi al final de su exhortación: “Por eso, recuerdo a todos los cristianos que nuestra relación personal y comunitaria con Dios depende del aumento de nuestra familiaridad con la Palabra divina”. Y prosigue un poco más adelante: “Finalmente, me dirijo a todos los hombres, también a los que se han alejado de la Iglesia, a los que han abandonado la fe o nunca han escuchado el anuncio de salvación. A cada uno de ellos el Señor les dice: “Estoy a la puerta llamando: si alguien oye mi voz y me abre, entraré y comeremos juntos”(Verbum Domini, nº 124). La primera carta de san Juan que el Vaticano II pone al comienzo de la Constitución “Dei Verbum” y que Benedicto XVI cita con frecuencia en la exhortación Verbum Domini, nos ofrece una hermosa frase dirigida a los jóvenes y que en este año de la Jornada Mundial de la Juventud viene como una consigna y como un grito de victoria. Se trata de la victoria de la fe. Con ella queremos terminar: Os escribo, jóvenes porque habéis vencido al Maligno (1 Jn 2,13). Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al Maligno (1 Jn 2,14). Autor: diocesismalaga.es