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La vida interior de Don Ángel

Publicado: 09/12/2010: 3289

Con motivo de la culminación de la fase diocesana del proceso de beatificación del Cardenal Herrera Oria, la revista "Diócesis" ofrece esta semana el testimonio de tres malagueños que conocieron de cerca a Don Ángel y que nos acercan a la espiritualidad del que fuera obispo de Málaga.

El 19 de mayo de 1995, el arzobispo de Madrid, D. Antonio María Rouco Varela, manifestó públicamente el inicio del proceso de beatificación del cardenal Herrera Oria. La primera fase, que consiste en la investigación diocesana, ha implicado a las tres diócesis donde don Ángel vivió y trabajó: Madrid, Santander y Málaga. En esta última, durante la fase de recogida de documentos y testimonios de quienes le conocieron, se ha recopilado información sobre la vida, obra y fama de santidad del que fuera nuestro obispo. El arzobispado de Madrid, que actúa como promotor de la causa, termina así esta primera etapa del proceso de beatificación y canonización. A partir de ahora, es la Congregación para la Causa de los Santos, en Roma, la que toma el relevo de los trabajos. 

Don Ángel va camino de los altares. Su gran obra social fue fruto de una profunda vivencia de la fe, que le convierte en modelo para los cristianos malagueños del siglo XXI.

Tres malagueños nos acercan a continuación a la espiritualidad del Cardenal:

José L. Navas locutor de RNE en Málaga durante el episcopado de D. Ángel Herrera Oria

"No es fácil resumir la trayectoria de don Ángel Herrera Oria en Málaga. Mucho menos analizar el impacto que su acción y palabra ejercían sobre las masas. Yo era un locutor recién acabado de llegar a Radio Nacional de España en Málaga que, cada domingo, al lado del púlpito, daba 'entrada' a don Ángel. Por lo tanto, oía el sermón cercano, inmediato: cada día más interesante y conmovedor". 

"Don Ángel era capaz de juntar, en diez minutos, la más honda enseñanza espiritual del Evangelio con la llamada universal al Amor. En consecuencia, con la doctrina social y su obligado ejercicio entre los pobres. Era un equilibrio único, maravilloso, si se le oía con limpieza y sin prevenciones. Don Ángel era, sobre todo, el obispo de las clases populares. Cuando murió, en Madrid, recibió en Málaga honores de capitán general. Yo tuve el honor de retransmitir su llegada a la Alameda, desde un balcón sobre la farmacia Cafarena. Las gentes se arremolinaban a su paso, las capas populares de la sociedad estaban allí. Yo las vi. Don Ángel Herrera fue, en aquel momento, por unanimidad, obispo de Málaga".

Alejandro Sierra colaborador en la obra Verbum Vitae, La Palabra de Cristo, y testigo en su causa de beatificación

"Mi colaboración en la obra Verbum Vitae fue de poca monta, aunque algo hice: Don Ángel me encargó los índices de los nueve tomos, a medida que fueron publicándose. Se trata de una obra para predicadores, publicada por la BAC. Aunque no es posible saber si un determinado esquema de predicación se debe a don Ángel, sí lo son los de carácter social, aunque no llevaban firma. A juzgar por sus citas, era fiel seguidor de san Pablo y santa Teresa. Mi colaboración me condujo a convivir cierto tiempo con él, y pude apreciar que era una persona de oración (bastante más que yo, aunque estaba recién salido del seminario), con muchos ratos de soledad en la capilla, misa celebrada con verdadera unción, rosario todas las tardes, acompañado por su chófer y las mujeres que trabajaban en el servicio". 

"En Madrid, impartía con frecuencia pláticas a los universitarios, y ejercicios espirituales para los alumnos de la facultad, e insistía en que los curas estudiantes colaborasen en las parroquias los fines de semana".

Ángel Márquez secretario del Vicario General, D. Francisco Carrillo Rubio, durante el  episcopado de D. Ángel Herrera, y colaborador del obispo

"Don Ángel era, sin duda, un gran amante de la Sagrada Escritura. Y lo plasmaba en el tiempo que pasaba en su oratorio privado, que tenía muy próximo a su dormitorio. Era una capilla muy austera, recogida y siempre con el Señor en el Sagrario, ante el que oraba y meditaba los proyectos diocesanos y todos sus trabajos. Asimismo no podemos olvidar sus visitas frecuentes a los turnos de Adoración Nocturna, que en aquellos años celebraban su vigilia en la capilla a la que se tenía acceso por calle Santa María, 20; y que hoy ocupa el Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Con los adoradores pasaba un tiempo ante el Santísimo, a partir de las cinco de la mañana y, posteriormente, les celebraba la Santa Misa. Y hay que tener en cuenta su salud tan precaria, lo que hace que su gesto tenga un valor aún mayor.

En sus homilías siempre estaban presentes el apóstol san Pablo y santa Teresa de Jesús, y transmitía la espiritualidad de uno y otra de manera admirable a los fieles.

En las clausuras más destacadas de los Cursillos de Cristiandad, intervenía el Cardenal Herrera Oria para trasmitir la Palabra de Dios, y a la vez su propia espiritualidad, a los cursillistas. Tratar con él era un gozo inolvidable, pues a su gran personalidad unía la más exquisita dulzura para acoger y escuchar a cuantos tenían contacto con él. 

En las grandes solemnidades, D. Ángel sabía hacer llegar a sus diocesanos la impronta de su vivencia espiritual, enorme y sentida, de una manera diáfana, para que todos la entendieran. De regreso a casa, siempre era saludado con afecto, veneración y verdadero cariño por muchísimas personas. En ocasiones, en la puerta del obispado le aguardaban algunos fieles. Él los escuchaba con interés, tenía siempre una palabra de consuelo y les ofrecía, si era necesario, ayuda material".

Una información de Ana María Medina

Autor: diocesismalaga.es

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