NoticiaCentro Superior Estudios Teológicos Cinco minutos que se convirtieron en 28 años Publicado: 20/09/2021: 12592 Todavía recuerda María Victoria Gaitán Ramírez (Málaga, 4 febrero 1943), secretaria del Centro de Formación Teológico-Pastoral de la Diócesis de Málaga como si fuera ayer cuando la paró por la calle don Manuel Pineda, el entonces director de la Escuela Teológica de la Diócesis, para hacerle una propuesta. «No se me olvidará –relata–. Iba corriendo a Misa de 7 en la parroquia cuando me lo encontré, y le dije: "buenas tardes". En ese momento me preguntó: "¿tienes prisa?" y le respondí: "voy a Misa, solo tengo 5 minutos", y él me dijo que sería solo un momento y ese momento se convirtió en todos estos años. Obviamente ese día no llegué a la parroquia», cuenta María Victoria. Al principio, «solo me pidió que le echara una mano durante 8 días, para hacer unos certificados. En ese momento era alumna de Teología, además de profesora en San Patricio y lo recuerdo como una época muy feliz. Llegaba de impartir clases en el colegio y me metía en el aula a recibirlas yo, y el rato que me quedaba libre trabajaba en la secretaría del centro y pasé muchas horas con el ciclostil». Y es que, han sido muchas las vivencias de Mariví, como la conoce todo el mundo en la Diócesis, desde aquellos años en los que su padre vendía pescado en el Palo, «el barrio en el que me crie y sigo viviendo. En aquella época, mis dos hermanos mayores estudiaban y yo sabía que la cosa no estaba muy bien de dinero, así que me presentaron a un concurso de religión, y como "he sido beata toda mi vida" pues gané una beca para estudiar en Madrid interna, entonces tenía 12 años y estudiaba en Barcenilla, en Pedregalejo». Así que, siendo una niña, se fue interna a Madrid, a Conde de Peñalver 53, una dirección que le sale de “carrerilla”, porque era donde estaba el colegio de Auxilio Social. «Cuando terminé bachiller quería ser enfermera, pero las hermanas salesianas me animaron a cursar magisterio, y allí me vi. Ejercí de maestra en Madrid un par años, hasta que un día vino mi hermano "con cara de gazpachuelo cortao" y me dijo que mi madre estaba delicada de corazón. Así que me volví a Málaga y me preparé oposiciones a Maestra y ejercí en la escuela pública cerca de 40 años». El primer destino que le tocó fue un pequeño pueblo, concretamente la Alquería de Alhaurín de la Torre, «recuerdo que una madre me dijo que su hijo había nacido en el mes de la cebolla y a mí aquello me sonaba a chino porque yo de campo no sabía nada, pero me daba vergüenza preguntar cuál era ese mes. Me pegaba unas caminatas enormes, pero fue una época muy feliz. También estuve en Periana, Estepona... como el carrillo del turrón. Los últimos años pedí que me mandaran a El Palo para poder cuidar a mi madre. Y, ya trabajando, empecé a estudiar Teología». Durante los años que daba clase en San Patricio, Mariví conoció a las teresianas y allí se despertó su vocación y su amor hacia Pedro Poveda, «siempre tuve inquietud, pero cuando llegué a San Patricio y vi cómo trataban a los niños, cómo se ayudaba a los que menos tenían, sentí que ese era mi lugar. Y yo, como Pedro Poveda, a disposición de todo el mundo sabiendo que Dios es el que mueve los hilos. No me preguntes por qué, pero cada mañana cuando pongo los pies en el suelo digo: “Señor que el que esté al lado, esté al lado, pero no esté pisoteado”».