NoticiaEn los Medios Padre Arnaiz, te queremos Lienzo con la imagen del beato Tiburcio Arnaiz SJ, descubierta en su beatificación en la Catedral de Málaga Publicado: 22/10/2018: 7536 El amor se muestra y demuestra. Eso es lo que ha ocurrido este fin de semana en Málaga: Málaga ha sido epicentro del cariño al sacerdote jesuita Tiburcio Arnaiz Muñoz; un cura que centró su vida en dar a conocer a Jesucristo viviendo como Cristo: buscando a los más pobres y ofreciéndoles alimento tanto espiritual como cultural. La promoción integral es clave cuando se vive el Evangelio; precisamente por eso la vida de Tiburcio transcurrió entre iglesias, corralones de Málaga capital, pueblos de la provincia, escuelas, hospitales o cárceles. Su predicación incansable del Evangelio permitió que muchas personas vivieran como amigos de Dios, porque él era amigo de Dios; que así es como calificó a los santos el obispo de Málaga, Jesús Catalá, en la ceremonia de su beatificación. La historia de Málaga ha estado marcada por hombres y mujeres de fe que han sido faro y guía para muchas personas: el obispo de Málaga Manuel González, la monja antequerana madre Carmen o la también religiosa del Valle de Abdalajís madre Petra, son algunos ejemplos. Seguir y entender la manera de vivir de estas personas hace bien. Su bondad y alegría, cercanía y solicitud son dignas de ejemplo. En el jesuita Arnaiz, sin ir muy lejos, descubrimos a un hombre, que como recordó el prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos, Giovanni Angelo Becciu, supo unir fe y caridad. Quizá por eso fueron millares de personas las que se dieron cita en su ceremonia de beatificación de manera presencial y otras tantas lo siguieron desde radio y televisión; ceremonia que curiosamente, compartió fenómeno atmosférico con la beatificación en 2015 del salvadoreño Oscar Romero: en ambas celebraciones llovió y en el momento de la proclamación de los nuevos beatos paró la lluvia; se abrió un camino entre las aguas, como pudimos comprobar este sábado gracias a la fotografía del satélite. Una imagen, con resonancias bíblicas, que sugiere la alianza de la creación con el designio de Dios. Un designio que elevado a su máxima expresión encuentra en la santidad su más alto exponente. Pablo de Tarso afirma que Dios en su designio salvífico nos eligió para que fuésemos santos. Concretamente para el cristiano, la santidad, se mide por la estatura que Cristo alcanza en su vida. Una vida santa de la que el padre Arnaiz, fundador de las Misioneras de las Doctrinas Rurales, es claro exponente.