NoticiaNavidad «Mientras hacemos los mantecados, rezamos al Señor» A la izquierda, la superiora del Convento de Santa Clara de Belén, Sor Sabina Katumbi; a la derecha, Sor Hellen Munyiya Mwania · Autor: A. J. GUERRERO Publicado: 20/12/2016: 5247 Cinco siglos de recetas monacales que marcan la época navideña Las familias que se reúnen especialmente en estas fiestas donde nos reencontramos con ese Niño Jesús que nace en cada uno de nuestros hogares con amor, fe y esperanza, tienen entre sus mesas, esos productos típicos de Antequera. Son los mantecados, polvorones, alfajores, roscos o el bienmesabe que no falta en casa. Muchos son hoy elaborados por reconocidas marcas de empresas que los distribuyen por todo el mundo, pero todos ellos proceden de las ricas recetas de los conventos de clausura, que hoy, como hace cinco siglos, siguen elaborando artesanalmente los conventos de clausura antequeranos. En la Ciudad Patrimonio Mundial, hay dos comunidades que los siguen elaborando todo el año, aunque amplían obviamente su producción desde septiembre hasta el inicio del Adviento, fecha en la que dejan de trabajar esta faceta para preparar la Navidad. Son las carmelitas descalzas y las clarisas. En la calle Belén, en la entrada a la ciudad desde Málaga, está el convento de Belén, dentro de la plaza barroca de Santiago que la forman tres iglesias: la parroquial del nombre del patrón de España, la de la patrona Santa Eufemia y la de Belén, hoy habitada por las clarisas. Ora et labora «Nosotras trabajamos en silencio, nuestra vida es una vida orante que no quiere decir que tengamos que estar en una capilla todo el día, sino que toda nuestra vida es oración, en el trabajo y en todo lo que hacemos día a día», apunta su madre superiora Sor Sabina Katumbi Mutua. Le preguntamos por sus especialidades y tenemos casi que interrumpirles, por la amplia carta de dulces que ofrecen a quien va a su iglesia conventual: «Mantecados de canela, almendra, mantecadas, bienmesabes, roscos San José, tortas de almendra, mantecados de aceite, nevaditos, roscos de vino, trufas, yemas, cortadillos, empanadillas de cabello de ángel, roscos de huevo…». «Todos nuestros productos los elaboramos de manera artesanal», lo que les da un valor añadido al resto de oferta del mercado. «Utilizamos los ingredientes típicos de toda la vida manteca, azúcar, ajonjolí , almendra…». Dejan de producir al comenzar el Adviento, ya que es una de las épocas del año litúrgico donde toda su atención está en torno al Señor, y solo se turnan para venderlos en el torno del convento. Hablamos con ellas en sus últimos días intensos de trabajo: «Los elaboramos de manera artesanal. Primero preparamos la harina, el azúcar y la manteca; lo mezclamos todo, hacemos la masa, lo cortamos y lo horneamos, hasta envolverlos y meterlos en bolsas nosotras mismas». «La Navidad la vivimos con mucha intensidad. Nuestra vida es de soledad y oración. También gira alrededor de la liturgia propia en este tiempo y ambientamos la casa, como es lógico, con nacimientos. Pero todo gira alrededor de nuestra vida orante y la liturgia de este tiempo». Así que esta Navidad, como cualquier época del año, cuando pruebe o comparta en familia o con los amigos un mantecado o un exquisito bienmesabe, sea de la marca que sea, lo haya hecho un convento o una afamada empresa, sepa que su receta, su esencia proviene de los antiquísimos conventos de Antequera, quienes crearon las fórmulas que luego emularon las industrias. Pero, como nos dicen las clarisas, todas ellas dedicadas a su oración porque «mientras hacemos los mantecados, rezamos al Señor».