NoticiaLiturgia Comentario al Evangelio del VI domingo del Tiempo Ordinario Publicado: 13/02/2015: 17084 Un domingo más, Jesús se nos presenta como el rostro del Dios compasivo y misericordioso, que siempre acude a socorrer el dolor de las personas. En la curación de aquel leproso, no encontramos una curación más de tantas como hizo Jesús Curar a un leproso de su enfermedad era devolverlo a la vida, sacarlo de la marginación en la que estaba metido; rescatar a esa persona del rincón en el que su misma sociedad lo había puesto. Según las normas de la vida judía de aquella época, los leprosos tenían que vivir solos, fuera de los pueblos y ciudades, sin poder tocar a nadie, y gritar “impuro, impuro” cuando alguien pasara cerca. Y es precisamente en esa situación de marginalidad en la que Dios entra y levanta a la persona. Jesús hizo algo que para sus paisanos era una locura: acercarse y tocar a un leproso; a un impuro. En nuestro mundo de hoy también existen nuevas lepras, que llevan a las personas a vivir en una continua situación de sufrimiento. Nosotros mismos las sufrimos tantas veces. El Señor nos muestra con este sencillo gesto que también nos tiende la mano para levantarnos, y que todos debemos ser misericordiosos. Se trata de señalar el pecado y la injusticia, pero a la vez ayudar a las personas a salir de esa postración. Porque... Dios quiere para nosotros la vida y no de cualquier manera, sino en plenitud. Dios siempre es salvación y vida. ¡Feliz semana!