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Bendición de la Nueva Imagen del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz (Almogía)

Santísimo Cristo de la Vera-Cruz de Almogía
Publicado: 09/10/2021: 3729

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Almogía con motivo de la bendición de la nueva imagen del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz

BENDICIÓN DE LA NUEVA IMAGEN

DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA VERA-CRUZ

(Parroquia de NªSª de la Asunción - Almogía, 9 octubre 2021)

Lecturas: Sb 7, 7-11; Sal 89; Hb 4, 12-13; Mc 10, 17-30.

(Domingo Ordinario XXVIII-B)

 

1.- El libro de la Sabiduría nos habla de la bondad y la riqueza que supone recibir la sabiduría de Dios: «La preferí a cetros y tronos y en nada tuve a la riqueza en comparación de ella» (Sb 7, 8). Gozar de la sabiduría divina es muy superior a detentar el poder terrenal y las riquezas.

El ser humano va en busca del poder, del dinero, de las riquezas; pero, aunque las alcance, no le proporcionan la felicidad deseada; porque el anhelo de felicidad va más allá de la vida terrena. Estamos llamados a vivir más allá de la muerte temporal, porque Dios ha puesto en el corazón humano la sed de la transcendencia y del infinito.

Nada en este mundo puede saciar el hambre y la sed de eternidad que hay dentro del corazón del hombre. El autor del libro de la Sabiduría dice: «Ni a la piedra más preciosa la equiparé, porque todo el oro a su lado es un puñado de arena y barro parece la plata en su presencia» (Sb 7, 9).

La sabiduría es entendida como una realidad de origen divino, puesta en relación con el Espíritu de Dios y al final se identifica prácticamente con él. 

2.- En nuestra época nos encontramos invadidos por la eficacia como fuente de bienestar y riqueza, a la vez que como criterio de referencia. Por eso es necesario volver la mirada a la verdadera sabiduría para que el hombre encuentre el sentido de su vida y de su trascendencia.

La verdadera Sabiduría es Cristo, el Hijo de Dios; hacia Él debemos dirigir nuestra mirada. Cristo es la Palabra revelada; el que ha revelado el amor de Dios a los hombres, dando su vida en la cruz; ésta es la señal del cristiano, la auténtica sabiduría; no la perdáis nunca de vista. Mirad siempre a Cristo de la “Vera Cruz”, que da sentido a nuestra vida.

3.- Si alguno de nosotros dijera a la gente que todo el oro del mundo lo considera como un puñado de arena, le tomarían por insensato.

Quien ama la Sabiduría, que es conocimiento de Dios, la prefiere a la salud: «La amé más que la salud y la hermosura y preferí tenerla a ella más que a la luz» (Sb 7, 10).

Y quien alcanza la Sabiduría divina obtiene bienes y riquezas mayores: «Con ella me vinieron a la vez todos los bienes, y riquezas incalculables en sus manos» (Sb 7, 11).

Queridos cofrades y fieles todos, estamos llamados a gozar de la Sabiduría, que es muy superior a todas las riquezas. No nos dejemos engañar por lo que brilla, pero que no tiene valor de eternidad. Somos testigos de una vida que va más allá de la muerte temporal y no podemos contentarnos con disfrutar solo de los bienes materiales.

El ser humano necesita la luz de la verdadera sabiduría para sopesar los bienes temporales, sin perder la esperanza en los venideros que le ayudarán a realizarse plenamente.

4.- La Sabiduría divina se identifica con el Hijo de Dios, Jesucristo, que ofreció su vida en la cruz por nosotros. Él es la Palabra eterna de Dios, que nos revela su amor infinito.

Hoy hemos bendecido la nueva imagen del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz de Almogía, que representa la entrega redentora de Cristo en el momento de su muerte en cruz. Esta es la expresión más profunda del amor de Hijo de Dios a cada uno de nosotros y a toda la humanidad.

La “Venerable Hermandad del Santo Cristo de la Vera Cruz, Santo Entierro, Nuestra Señora de los Dolores y María Santísima de Concepción y Lágrimas” erigida canónicamente en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Almogía hunde sus orígenes en el siglo XVI.

5.- Tras la Guerra civil española, en 1941, se reorganizó la Hermandad y fue consolidando el patrimonio destrozado por la persecución religiosa y perdido, adquiriendo las sagradas imágenes; entre ellas la del Santo Cristo de la Vera Cruz, que representa el momento evangélico de Cristo muerto en la Cruz (cf. Jn 19,34).

La valiosa talla desaparecida en el año 1936 cumplía con los elementos propios de la tradición teológico-iconográfica del Crucificado. Fue sustituida por una obra del malagueño Pedro Pérez Hidalgo, realizada entre 1941 y 1942, que distaba bastante de la imagen desaparecida, según los propios feligreses; y que fue restaurada a finales de 1987 por el propio autor. Esta imagen ha procesionado la noche del Jueves Santo precedida de la reliquia del santo “Lignum Crucis”.

6.- La imagen de la postguerra no acababa de expresar lo que vosotros sentíais cuando recordabais la otra imagen, que habíais contemplado en vuestra infancia; la que vuestros padres, familia, parroquia, cofradía os habían enseñado a contemplar y a venerar.

Esta intuición es artística, pero que proviene de la fe, os ha llevado a plantear otra imagen. Esto nos sirve para preguntarnos: ¿Qué imagen tenemos en nuestro corazón de la persona de Cristo? Puede ocurrir que esa imagen no expresa la verdad de Cristo. Existen imágenes dulzonas de Jesús; otras son más duras. Pero la verdadera imagen la encontramos en el evangelio, narrando los distintos momentos de la vida de Cristo.

7.- ¿Cómo vivo mi relación personal con el Señor en mi interior, en la comunidad parroquial, en la cofradía? Es posible que haya aspectos de esa imagen que no se correspondan con el Jesús verdadero, Hijo de Dios. Porque el Cristo de la Vera Cruz no es un “simple amigo”, aunque es también amigo; no es un simple hermano, aunque es hermano; no es un simple hombre, aunque también es hombre.

A veces queremos poner a Cristo tan cercano a nosotros, que olvidamos que es el Hijo de Dios. De la misma, queridos fieles y cofrades de Almogía, que habéis hecho un proceso hasta encontrar una imagen que refleje la fe que vivís, haced un esfuerzo para delinear la figura auténtica de Cristo en vuestro corazón: Cristo hombre, Dios, amor, misericordioso, que entrega su vida en la cruz. Todo esto tiene sus consecuencias para nuestra vida, porque la fe y la vida deben ir unidas y ser coherentes. Si celebramos la fe, pero vivimos igual que los que no creen, no somos consecuentes.

El Cristo de la Vera-Cruz nos invita a configurarnos con Él, a seguir sus pasos, a conocerle más, a amarlo mejor, a servirlo en los hermanos, sobre todo en los más necesitados.

8.- En el año 2016, al cumplirse los 80 años de la destrucción de la imagen del Cristo de la Vera-Cruz, anterior a la persecución religiosa en 1931, que hemos de distinguirla claramente de la Guerra Civil, la Cofradía tomó la decisión de confeccionar una nueva imagen, que encargó al insigne escultor malagueño José-María Ruiz Montes, aquí presente y a quien felicitamos y que ha esculpido otras imágenes de Cristo.

Este proyecto más que realizar una sustitución pretendía conseguir una recuperación del Icono perdido, al que estabais acostumbrados, y que cumpliera con la iconografía de la Vera Cruz.

El Crucificado, como podemos apreciar, pende de una cruz arbórea con la corteza, que nos podría explicar el autor. Es un elemento importante en esta iconografía, haciendo referencia a dos árboles: al árbol de la muerte introducida por los primeros padres de la humanidad, Adán y Eva; y al Árbol de vida, el madero de la cruz, donde fue crucificado Jesucristo y que nos trajo la salvación. Si por un árbol vino la muerte, por otro árbol vino la vida; si por el primer Adán vino la muerte, por el nuevo Adán (Cristo) ha venido la vida: «Si por el delito de uno solo la muerte inauguró su reinado a través de uno solo, con cuánta más razón los que reciben a raudales el don gratuito de la justificación reinarán en la vida gracias a uno solo, Jesucristo» (Rm 5, 17).

9.- Con su entrega en la cruz, Cristo cumple la voluntad del Padre, llevando a cabo las profecías de las Sagradas Escrituras. Su entrega es un acto de amor incondicional. Se trata del triunfo de la santa y vera Cruz sobre la muerte.

La nueva imagen del Cristo, que hemos bendecido, se asienta sobre el monte llamado de la Calavera, donde fue crucificado Jesús; es decir, sobre el sepulcro del antiguo Adán, se alza el Árbol verde del nuevo Adán. La gracia vence el pecado; la luz vence la tiniebla.

Y junto al Árbol de Vida se encuentran la imagen de la Santísima Virgen, la nueva Eva, y la san Juan Evangelista, el discípulo amado, que nos representa a todos los hombres (cf. Jn 19, 25-26).

El Hijo de Dios, que entrega su vida al Padre, entrega a su Madre a Juan y con él todos nosotros que la recibimos como Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo» (Jn 19, 26). Podemos oír de los labios de Cristo: “Hijos, ahí tenéis a vuestra madre”; no olvidemos nunca que Cristo y la Virgen van siempre unidos. No importa el nombre o la advocación que tenga la cofradía; lo importante es la presencia de María en la Iglesia, en cada cofradía y en cada comunidad cristiana.

Acojamos en nuestro corazón a Nuestra Señora de los Dolores y María Santísima de Concepción y Lágrimas, para que interceda por nosotros ante su Hijo amado y podamos gozar de las alegrías del cielo. ¡Que disfrutéis de esta imagen de Cristo y que, gozando de ella, os ayude a vivir cada día mejor la fe! Amén.

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