NoticiaSantos Santa María de la Purísima, figura de raíces malagueñas Publicado: 25/10/2020: 15157 Su fiesta litúrgica tuvo lugar el pasado 18 de septiembre, pero el próximo 31 de octubre celebraremos su “dies natalis”, el día en que nació a la vida eterna. Aprovechando esta circunstancia, es oportuno acercarse en esta sección a la vida de una santa que, tal día como hoy hace 22 años, dicen que proclamó en su agonía el salmo 122: “¡Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor!”. Qué alegría porque ese es el gozo propio de quien sabe que va al encuentro del Padre porque se fio del Señor y no quedó defraudada. Siendo joven, guapa, simpática, de un nivel social elevado, muy culta (hablaba inglés, francés e italiano), lo dejó todo con apenas 18 años para entregarse toda al Señor en la congregación de las Hermanas de la Cruz. Qué alegría porque en todos sus destinos como directora de colegio (Lopera, Valladolid, Estepa y Villanueva del Río y Minas) edificó a sus alumnas que decían al verla limpiar los servicios, ser la primera en el trabajo o fregar el suelo: “¡Qué ganas de ser buenas entran con la hermana María de la Purísima!”. Qué alegría porque, elegida como madre general de su congregación en 1977, fue fiel seguidora de la obra iniciada por santa Ángela de la Cruz y contagió su entusiasmo por el seguimiento de Cristo a sus hermanas, siendo reelegida por unanimidad en 1983, 1989 y 1995. Y qué alegría porque, aunque nacida en Madrid, esta figura de la Iglesia tenía sangre malagueña vía paterna. Es una santa de nuestra puerta de al lado. De lo poco, poco Dicen los biógrafos de santa María de la Purísima de la Cruz que trataba a los enfermos y pobres como “a nuestros amos y señores”. Cada mañana se dirigía a las cuevas, lejos del convento, para asisitir a las ancianas, lavarlas, curar sus heridas, hacerles la comida, lavarles la ropa... Mientras escuchaba sus penas y se las aliviaba con su cariño y comprensión, les enseñaba a rezar y a confiar en el Señor, haciendo vida el ideal de santa Ángela de la Cruz: “Hacerse pobre con los pobres para llevarlos a Cristo”. De hecho, la austeridad fue una de sus vías para alcanzar esta máxima. “De lo poco, poco”, solía decir. Es la misma invitación que nos hace el Papa en Fratelli tutti explicando la parábola del Buen Samaritano que Jesús plantea como respuesta a la pregunta ¿Quién es mi prójimo (próximo)? «No nos invita –responde Francisco– a preguntarnos quiénes son los que están cerca de nosotros, sino a volvernos nosotros cercanos, prójimos».