Niños que nacen, gente que viene o se va son algunos indicativos que nos cuentan qué está pasando. Y por dónde caminamos. Porque detrás de un nacimiento, una llegada o emigración hay razones. Muchas de gran peso. Con la llegada del nuevo año seguirán naciendo niños. Y también llegarán extranjeros, algunos con heridas que denuncian la desesperación en la que se han visto inmersos. ¿En qué país vivirán? Auguran que el final de la crisis llegará pronto a España. Es posible. Cuando los grandes mercados se mueven al final, en el plazo de dos años aproximadamente, la dirección que toman repercute en la gente de a pie. Y parece que los mercados mejoran. Sin embargo, mientras esto llega, Sanidad sube los topes de copago farmacéutico para los pensionistas o más de 23.500 malagueños reciben ayudas con el Decreto contra la exclusión social porque así se garantiza que más de 10.200 niños de Málaga se alimenten adecuadamente.

De pena. Si España es reino, los pensionistas enfermos y los niños deben ser la joya de la corona. Una sociedad que no cuida la infancia o la vejez está enferma. Y camina hacia el suicidio. Que más de 10.000 niños en Málaga necesiten ayuda para alimentarse es muy fuerte. Y sintomático del alcance de la crisis. Que los ancianos enfermos también sientan sobre su espalda el peso de la mala gestión económica es preocupante. Los que ahora estamos sanos envejeceremos y enfermaremos. Quizá para entonces una sociedad indolente e insensible al sufrimiento de la infancia y vejez encuentre la mejor salida en interrumpir la vida cuando ésta se entienda que no merece la pena vivirla. Es más barato. Por cierto, en 2014 estamos a tiempo de reconducir la calidad de vida de los que vivimos en Málaga y provincia.

Artículo publicado en SUR en El Alféizar el 31.12.13