NoticiaMedalla Pro-Ecclesia Malacitana Juan Manuel Pérez: «Mi parroquia rezaba por mí cuando desperté del coma» Entrega de la Medalla Pro Ecclesia Malacitana a Juan Manuel Pérez, de la parroquia Santo Ángel, en Málaga Publicado: 17/10/2022: 7884 Reconocimiento Juan Manuel Pérez González es feligrés de la parroquia del Santo Ángel de la Guarda, donde ha recibido recientemente la Medalla de Santa María de la Victoria, Pro Ecclesia Malacitana, por su generosidad y entrega. Manuel se llevó una gran sorpresa por la que da gracias a Dios y a su comunidad parroquial, que rezaba por él cuando se despertaba del coma generado por un edema pulmonar agudo. ¿Cómo vivió el día de la entrega de la Medalla? Fue una gran sorpresa, no tenía ni idea. Mi párroco, Federico Cortés, se encargó de que no se desvelara la sorpresa y me lió para que estuviera en la parroquia a las 11 de la mañana, vestido con mi traje, para enseñar las dependencias parroquiales, sobre todo los columbarios, a los fieles que vendrían para la jornada de puertas abiertas. Yo me lo creí todo y allí que estaba puntualmente preparado para lo que hiciera falta. estaba. Cuando salí de la sacristía y vi a mi hermano, que no es habitual que vaya a esa Misa, me quedé un poco de piedra, y mi hermana me dijo: "hemos venido porque nos han dicho que la Misa de hoy es muy bonita”. Ahí ya pensé que algo raro pasaba, pero jamás lo hubiera imaginado. Sinceramente, hay muchísima gente que la merece mucho más que yo. ¿Desde cuándo forma parte de la parroquia? Desde el comienzo, desde su inauguración y bendición, por D. Ramón Buxarrais, en octubre de 1972, aunque justo ese día no pude estar presente físicamente porque me estaban operando de corazón en Madrid, pero en espíritu estaba aquí. La celebración de la entrega fue muy emocionante y en ella, Paco Salcedo, feligrés de la parroquia y mi amigo, dijo cosas muy emocionantes sobre todo lo que hemos vivido en la parroquia desde que comenzamos con el padre Jacobo. Entonces ha conocido a todos los párrocos, desde el padre Jacobo. Así es. Con el padre Jacobo tuve una estrecha amistad. Yo digo que soy Jacobino (se ríe). Después tuvimos a Manolo Lozano, que en paz descanse, con el que vivimos una época maravillosa de movimiento juvenil (JMV; MAC; Scouts…); Antonio Pérez Sanzo, José Carretero (un hombre con un carisma impresionante), Antonio Collado, de quien me considero familia, pues hemos compartido hasta cenas de Nochebuena; Paco Castro, con quien resurgió el coro parroquial; Pepe Diéguez, Miguel Ángel Alonso Oliva, y el actual, Federico Cortés, que tiene una energía impresionante y nos ha puesto la parroquia pata por hombro: a las 9,30 de la noche, la luz de su despacho parroquial sigue aún encendida. ¿Qué es la parroquia para usted? Pues yo siempre digo que no sé si yo habré aportado mucho a la parroquia, es cierto que siempre he estado, y sigo estando, a disposición, pero lo que sí tengo claro es que he recibido de mi parroquia mucho más de lo que yo haya podido dar. Siempre he sido de parroquia, desde joven, cuando pertenecía a la parroquia de la Victoria, donde también me casé con María Dolores Gálvez hace ya mismo 50 años (en marzo). En mi comunidad parroquial he vivido yo el milagro de mi vida. Tuve un edema pulmonar agudo hacer unos 25 años y llegué a estar en coma en la UVI. A mi esposa le dijeron los médicos que aquello no era reversible. Un feligrés le dijo al entonces párroco, Manolo Lozano, cómo estaba la situación y Manolo puso a rezar a la comunidad parroquial en la Misa de las 7 de la mañana. A las 7.03 minutos me desperté del coma. De todo esto me queda claro que la parroquia me ha dado a mí mucho más de lo que he podido dar y que hay que estar unidos y rezar unos por otros porque todos formamos la Iglesia. ¿Cuál es su acción de gracias a Dios? Le doy gracias todos los días por la familia y por la vida que nos regala. Soy Graduado Social de profesión y, con 72 años, aún estoy en activo en el despacho. El próximo mes de marzo celebraremos María Dolores y yo las bodas de oro. Tenemos dos hijas y un hijo, una nieta y dos nietos. Nuestra vida familiar no ha sido un camino de rosas, pero ahora estamos disfrutando de una etapa tranquila, a nuestra vejez.