NoticiaNavidad El Dr. Gálvez visita el portal Inauguración de un comedor escolar para 200 niños por el alcalde de Málaga, José Gálvez Ginachero, en 1926 Publicado: 22/12/2021: 7039 Por aquí D. José, gracias por venir, tenga Vd. cuidado no vaya a tropezar, que esta parte está muy pedregosa, está oscuro y encima con el rocío resbala una barbaridad. Es que no podíamos dejar de avisarle, porque con lo bien que Vd. se porta siempre con nosotros… Seguro que le vamos a dar una alegría que ni se imagina. Fíjese que esta noche estábamos como siempre, ya sabe Vd., tenemos que hacer turnos al dormir para poder cuidar el rebaño, porque nunca se sabe, y hay que sacrificarse; pero qué le voy a decir, cuántas noches ha pasado Vd. en vela, preparando un parto que no venía fácil, y además, aunque seamos pobres, siempre acude Vd. cuando le llamamos. Lo que le decía, estábamos unos durmiendo y otros vigilando, y de pronto vimos como una claridad, y parecía como que nos estaban hablando… Aunque no lo escuchábamos, sino que lo sentíamos… No sabría explicarle bien, pero era muy claro, lo notábamos todos… Así que sentimos que teníamos que ir ahí, donde le estoy yo llevando ahora, tenga cuidado de no resbalar y caerse, ya queda poco. No podíamos ni imaginar, era lo que menos podíamos esperar, son muy pobres, se les ve enseguida, incluso más que nosotros, que ya es decir. ¡Pero se les ve tan felices! Me refiero a aquella pareja, ¿les ve Vd. allí a lo lejos, a la altura de aquella estrella? Pero eso no es lo más importante, D. José, verá, como se habían metido en un portal, cogieron un pesebre como si fuera una cuna y pusieron en él un recién nacido. Es que ella acaba de parir, hará sólo unas horas… Pues mire, desde que los pastores llegamos allí, sentimos que ese Niño no era un niño más, como cualquiera de nuestros hijos; aunque para nosotros nuestros hijos siempre sean especiales, claro; pero este no, este es infinitamente más… No sé cómo explicarlo, pero ni cuando pasan por aquí los romanos, ni aunque veas al mismo Herodes, no hay ni comparación, el sentimiento que te entra por dentro con este Niño es… de arrodillarse ante él. Como se lo digo, de adorarle, porque al acercarse lo que se siente, de verdad, es… ¡como si el mismo Dios te abrazara! … Y entonces ya no te queda otra que ponerte de rodillas, y hasta llorar de alegría… y… ¡Mire D. José, por fin hemos llegado, aquí, aquí está el Niño!