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Oración por la unidad de los cristianos (Catedral-Málaga)

Publicado: 23/01/2021: 7041

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la oración ecuménica celebrada en la catedral de Málaga con motivo de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el 23 de octubre de 2021.

ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

(Catedral-Málaga, 23 enero 2021)

Lecturas: 1Co 1, 10-13; Ap 7, 9-12; Jn 15, 1-17.

Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia (cf. Jn 15, 5-9).

1.- La oración de este año se enmarca en el discurso de Jesús en la última Cena, en el que anima a sus discípulos a permanecer unidos a él como el sarmiento a la vid; de ese modo su unidad producirá fruto abundante (cf. Jn 15, 5-9).

Hemos de confiar en la palabra de Cristo y mantenernos unidos a él, que es la Vid verdadera: «Si permanecéis unidos a mí y mi mensaje permanece en vosotros, pedid lo que queráis y lo obtendréis» (Jn 15, 7).

Al permanecer en Cristo recibimos la fuerza y la sabiduría para construir una humanidad nueva; para ser creadores de una nueva forma de vida, en la que abunde el respeto y la comunión con todos los hombres y con toda la creación.

2.- La unidad de los discípulos proviene de la Trinidad, que es fuente de unidad, de comunión y de amor. La unidad de los discípulos refleja en el mundo la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Jesús suplicaba al Padre: «Como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros. De este modo el mundo creerá que tú me has enviado» (Jn 17, 21).

Si los cristianos no estamos unidos, nuestro testimonio adolece de fuerza convincente para que otros crean. La unidad visible es signo y fruto de la comunión trinitaria y de la fraternidad de los discípulos del Señor.

3.- La unidad de la Iglesia no es fruto de los consensos y de acuerdos que las diversas confesiones cristianas puedan realizar. Los acuerdos producen fruto si son vividos como obra del Espíritu Santo. Por eso es tan importante el ecumenismo espiritual, para lograr la unidad visible de la Iglesia.

El ecumenismo verdadero camina a través de la verdad creída y vivida, aunque sea expresada con formulaciones diversas, según la diversidad de culturas y sensibilidades; pero éstas deben ser iluminadas y transformadas por el evangelio.

4.- El fruto está vinculado a la fe en Cristo y a la permanencia en él. Nuestros proyectos de unidad quedan rotos si nos alejamos de Cristo. Permanecer en el amor de Dios implica reconciliarse con Dios, con uno mismo y con los demás.

Cristo es la verdadera Vid y el Padre es el labrador. Dios-Padre nos poda para dar más fruto; el sarmiento que no da fruto lo arranca; y al que da fruto lo poda, para que dé más fruto (cf. Jn 15,2). Pero muchas veces nos resistimos a que el viñador corte lo que estorba en nuestra vida.

A veces mantenemos resistencia a perder nuestras estructuras eclesiales, modos de vivir, nuestras ideas preconcebidas y otras cosas que retrasan la unidad visible de la única Iglesia de Jesucristo.

5.- El mandato del Señor de “permanecer en Él” debe ser acogido en nuestro corazón, para que arraigue en nosotros y se desarrolle poco a poco, a pesar de las dificultades, de las contradicciones, de nuestros alejamientos de Dios y de los desafíos de la vida.

Permanecer en Cristo nos permite dar buenos y abundantes frutos: «La gloria de mi Padre se manifiesta en que produzcáis fruto en abundancia» (Jn 15, 8). No podemos dar frutos por nuestra cuenta, ni separados de la vid. Nos lo advierte el mismo Jesús: «Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí» (Jn 15, 4).

Los frutos los produce la savia, es decir, la vida del Espíritu de Jesús que fluye en nosotros.

Permanecer en Cristo implica amarnos unos a otros como él nos ha amado (cf. Jn 15, 12), porque Cristo es la fuente de todo amor, que es amado por su Padre-Dios: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor» (Jn 15, 9).

6.- Dios es el centro del universo y de la humanidad. La comunión con Cristo exige la comunión con los demás. Acercarse a Dios conlleva el acercamiento a los hermanos. Esto implica un gran desafío y también un esfuerzo de reconciliación que exige sacrificios y renuncias.

Sin embargo, el alejamiento de Dios produce distancia con los hermanos. Las divisiones entre cristianos nos alejan unos de otros y nos alejan también de Dios.

La oración de Cristo por la unidad es una invitación a unirnos a él y a acercarnos unos a otros, alegrándonos por la riqueza de nuestra diversidad.

Deseo agradecer al equipo de la delegación diocesana, a los pastores, a los fieles y voluntarios vuestra participación y oración en la Semana de Oración por la Unidad y vuestro interés por obtener la unidad visible entre los cristianos. Ya sabéis que la Diócesis de Málaga está siendo pionera en algunas iniciativas al respecto, como lo ha reconocido el Pontificio Consejo por la Unidad de los Cristianos.

Unidos a la oración de Jesucristo en la oración de esta tarde, pedimos a Dios que nos acerque a él y a los hermanos; y que nos conceda permanecer unidos a Él como los sarmientos a la vid, para alcanzar la unidad visible de la Iglesia. Amén.

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