NoticiaReligiosas Jornada Pro Orantibus: «Me ha llamado a ser solo para Él. ¿Cómo negarme?» Publicado: 06/06/2022: 10515 Santísima Trinidad “La vida contemplativa: lámparas en el camino sinodal” es el lema de la Jornada Pro Orantibus que se celebra este domingo, 12 de junio, con motivo de la fiesta de la Santísima Trinidad. Una jornada en la que se nos invita a «mirar con agradecimiento y esperanza a los hermanos y hermanas contemplativos, pidiendo que el Señor los guarde y los haga brillar entre nosotros. Con su testimonio, empujan a toda la Iglesia a ensanchar el espacio de su tienda y a salir en peregrinación», afirma el delegado para la Vida Consagrada, el carmelita José Manuel Fernández Camino. En la actualidad, son 18 los monasterios de vida contemplativa de nuestra diócesis: siete de clarisas, cinco de carmelitas descalzas, dos de carmelitas calzadas, uno de dominicas, uno de cistercienses, uno de mercedarias y uno de mínimas. En total son 165 las religiosas que componen sus comunidades, procedentes de España, Kenya, Madagascar, Colombia, Perú, India y Vietnam. Sor Francisca Kalondu vivió el pasado 4 de junio su celebración de la profesión solemne como religiosa clarisa del Monasterio de Nuestra Señora de la Paz y Santísima Trinidad, en el barrio malagueño de la Trinidad. Ante la jornada de la vida contemplativa, nos acercamos a sus puertas. «Es un día muy alegre pero, sobre todo, importante porque no es el fin de un camino, sino el principio de toda una vida esponsal con Jesucristo. Hacerme para siempre esposa de mi Señor, donde cada paso, cada pensamiento, cada latir de mi corazón, sea una oración, sabiendo que, aunque soy yo, llevo a mis hijos conmigo, es decir, presento siempre ante Cristo a toda la humanidad y a la Iglesia. La profesión solemne es para mí el sello de oro que me une eternamente al amado», explica Sor Francisca. Y es que, esta joven keniata siempre ha sido cristiana: «En África es muy normal la misión, ver misioneros, y crecer en la fe con ellos, pero cuando una prima mía decidió entrar a un monasterio, me planteé seriamente la vocación. En medio de las dificultades, sientes cómo Dios te llama a seguirle, y ves el ejemplo de otros que lo han hecho antes. Puedo decir, como decía san Juan Pablo II, “¡merece la pena dedicarse a la causa de Cristo!”, cada uno en el camino al que Dios le ha llamado. Descubrir la vocación, en mi caso a la vida consagrada en la vida clarisa, obedeciendo a esa llamada, es el camino hacia la paz y la felicidad. Igual que los esposos cristianos son llamados a la vida matrimonial, y no podrían cumplir la voluntad de Dios por otro camino, a mí me ha llamado a ser solo para Él por su misericordia, ¿cómo negarse?». La comunidad del Monasterio de la Trinidad está formada por 12 hermanas: siete profesas perpetuas (dos españolas y cinco keniatas), dos hermanas de votos simples, una novicia y una aspirante, todas de Kenia) y una postulante de España. En palabras de la Superiora, la Madre Clara, la profesión solemne de Sor Francisca es «una gran alegría. El camino para llegar a la profesión perpetua no es fácil. Es todo un proceso de discernimiento de varios años, donde se va ratificando la vocación de la aspirante, poco a poco, sin prisas. Llegar a este día es incorporar plenamente a una hermana a la comunidad, una parte importante de nuestra Iglesia doméstica. Es ver los milagros del Señor, porque su llamada no es una ilusión, ni algo de otra época, no es una entelequia. Es un acontecimiento real, actual; es la alegría de que, en medio del mundo, hay hermanas que siguen estando dispuestas a seguir al Señor con la entrega de su propia vida, en pobreza, castidad y obediencia; es un verdadero regalo, no sólo para nosotras, sino para toda la Iglesia y para el mundo». El lema de la Jornada Pro Orantibus de este año es “La vida contemplativa: lámparas en el camino sinodal”. Para Sor Francisca, este lema es muy significativo pues «habría que empezar considerando que la vida consagrada, es un espejo de la sinodalidad. En ella está representada toda la Iglesia, todos los dones del Espíritu, todos los carismas… Nosotras somos contemplativas. Estamos en el corazón orante de la Iglesia, que dedica todo el tiempo a adorar e interceder por las necesidades del mundo. Sostener la Iglesia y a toda la humanidad con nuestra oración contemplativa es vivir en el centro de todo este sínodo, pues todos están presentes. Hay una oración que dice que el cristiano, aun cuando dice “yo”, dice nosotros. Eso es ser lámparas, ser uno con Cristo para llevar en mí a todos hacia Él». Las religiosas contemplativas oran todos los días por la Iglesia y, en esta jornada, se nos pide que oremos de forma especial por ellas pero, esta jornada nos pide algo más a todos los fieles. En palabras de la superiora, Madre Clara, «rezar por el aumento de vocaciones pero, sobre todo, dar el sentido de la vocación a los jóvenes; promover el matrimonio y la familia cristiana, que es el germen de la sociedad; ayudar a discernir si Dios los quiere para la vida matrimonial o la vida consagrada; no esconder el camino de la vida consagrada como algo indeseable, sino favorecer en los jóvenes la inquietud, animarlos, y permitirles dar una respuesta libre y sin miedo al Señor, si Él los llama a este camino de la consagración; incluso permitirles hacer experiencias, si así lo desean, porque Dios no te quita nada, te lo da todo, y sólo en obediencia a Él, se consigue la felicidad, pues todo lo que te regala es su amor, que nunca falla. De eso somos testigos todas nosotras, del amor de Dios. Dejad que todos se acerquen a beber de su amor. Estas hermanas dedican su vida a la oración por toda la Iglesia y se ganan el sustento con el trabajo de sus manos, haciendo ricos pasteles, también en verano. Magdalenas, tortas de santa Clara, empanadillas, tocino de cielo y roscos de horno, que son los pasteles que se pueden hacer en temporada de calor, se pueden adquirir en el torno del Monasterio (Plaza Zumaya, 5), de 10.30 a 13.30 y de 16.00 a 18.30 horas. «Vivimos de nuestro trabajo y de la caridad, todo está en la providencia divina», concluye Madre Clara.