NoticiaAdviento «Silencio no es igual a oración» Madre Belén, superiora de la comunidad de Carmelitas Descalzas del Monasterio de San José de Málaga Publicado: 28/11/2023: 8135 Entrevista Adviento, tiempo de espera, de esperanza y también de oración y petición. ¿Qué pedir en este Adviento? Millones de mensajes y cartas de peticiones de regalos deambulan por nuestras redes, e-mails, buzones. ¿Qué nos pedimos para este Adviento? Nos adentramos en los muros del precioso Monasterio de San José (otra figura esencial del Adviento) de las Carmelitas Descalzas de Málaga para preguntar a su superiora, la Madre Belén, quien nos responde: «Este Adviento nos podemos unir a la oración de María y pedir al Señor que se haga en nosotros su voluntad». «Lo que cuenta es que nuestro deseo sea verdadero» Santa Teresa de Jesús fue una verdadera maestra de oración, no sólo por su sabiduría, sino por su experiencia, legado que dejó en su familia carmelita: “orar es tratar de amistad con quien sabemos nos ama”. En una sociedad ruidosa, ¿es posible hacer silencio? Nuestra sociedad es ruidosa, es cierto. Pero me gustaría distinguir entre el ruido, que nos aturde y molesta, y los sonidos, que hacen posible la comunicación. Esos sonidos no son únicamente las palabras, también la música, el viento, el trino de los pájaros, el que producen las olas de nuestro mar… ¡Cuántas veces en medio de una conversación sencilla, sin pretensiones, hemos conectado con nuestro yo más profundo! Importa saber escuchar, eligiendo lo que escucho y acogiendo lo que me ofrece eso a lo que presto oído. ¿Es necesario el silencio para la oración? Intento responderte con brevedad. Entiendo la oración como encuentro, como trato de amistad con Dios, con un Tú que nos ama y nos busca. Es cuestión de amor, no de conceptos ni pensamiento. El silencio, el parar la agitación y la velocidad con la que vamos de una cosa a otra, nos sienta bien. Pero por sí mismo no produce nada más. Silencio no es igual a oración. Si fuera así y no se pudiera tener oración sin silencio, muchas personas estarían condenadas a no orar. Y nuestro Dios no es aceptador de personas. Lo que de verdad ayuda a la oración es lo que nos ayuda a amar y a acoger el amor de Dios. Nos ayuda avivar el deseo de fiarnos de Dios y de dejar a un lado nuestro egoísmo. Volver los ojos a Él, mirándole dentro de nosotros, o en una imagen que nos guste. Si podemos dedicarle más tiempo, esa suerte tenemos, si menos, no importa. Lo que cuenta es que nuestro deseo sea verdadero y no dejemos pasar un día sin haberle mirado, sin haberle prestado un rato de atención. Pero un silencio que sea productivo, no se trata de dejar la mente en blanco, ¿no es así? Dejar la mente en blanco es prácticamente imposible. Santa Teresa decía que la imaginación era la loca de la casa, que la traía cansada. Cuando tenemos un tiempo tranquilo para la oración y los pensamientos nos molestan, lo mejor es no combatirlos directamente. Si los dejamos estar, sin hacerles caso, suelen terminar por callarse. Pero aún en el caso de que no lo hagan, no impiden que el Señor toque nuestro corazón y que en ese nivel más profundo se dé la comunicación. ¿Sabemos pedirle al Señor? ¿Por qué no nos escucha? ¿O sí nos escucha? Jesús nos dice que ante su Padre tenemos que ser sencillos y confiados como los gorriones y los lirios del campo. Sabiendo que Él sabe lo que nos hace falta y nos trata como el padre más bueno, que nunca nos daría un escorpión cuando le pedimos un trozo de pan. Y que no necesitamos ser pesados repitiendo y repitiendo nuestra petición, porque Dios no es como aquel juez que hizo caso a la viuda que le insistía, para que le dejara en paz. Jesús nos enseña lo que hay que pedir. En primer lugar, Jesús nos enseña el Padrenuestro. En sus peticiones se condensa lo que nos es lícito pedir, según los Padres de la Iglesia. Y en segundo lugar, hay que pedir el Espíritu Santo porque es la única petición que Jesús garantiza que va a ser atendida al pie de la letra y porque nosotros no sabemos pedir como conviene, pero el Espíritu ora en nosotros según Dios. ¿Qué pedimos en este Adviento? Este Adviento nos podemos unir a la oración de María y pedir al Señor que se haga en nosotros su voluntad.