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Una residencia para chicas que estudian o trabajan en Málaga

Publicado: 08/05/2023: 3460

María Inmaculada

Las Religiosas de María Inmaculada tienen en Málaga una residencia para chicas basada en los valores de su fundadora, santa Vicenta María. «Las hermanas son mi hogar aquí, me ayudan a crecer y a ser mejor persona», explica Ana, una de las jóvenes que vive en la residencia de estudiantes que llevan adelante las Religiosas de María Inmaculada en la calle Victoria de Málaga. Y esta frase bien podría ser la misma de una de las chicas que habitaban en esta casa hace más de un siglo.


Su fundadora, santa Vicenta María, deseaba dar respuesta a las “necesidades de la época”. Así, cuando la congregación se instaló en este mismo lugar de Málaga en 1902, su anhelo era atender a las jóvenes que llegaban de los pueblos en busca de trabajo, lo que les hizo ganarse el apelativo de las hermanas del “Servicio Doméstico”. Estas religiosas las acogían, las formaban de manera integral y les ayudaban a conseguir un empleo, con especial énfasis en su dignidad personal. «El desarrollo económico y el avance de la industrialización generó una población burguesa y aumentó, también, las clases más pobres —explica la hermana Rocío Rojas, actual directora de la residencia, recordando los inicios de esta misión—. Esto provocó que mujeres jóvenes, provenientes en su mayoría de los pueblos de la provincia, llegaran a la ciudad en busca de una colocación. Eran conocidas como “criadas para todo”. La misión de nuestras religiosas desde sus inicios fue la acogida de estas chicas, y procurarles un lugar donde vivir y sentirse valoradas en su dignidad, ofreciéndoles un trabajo y capacitándolas para ello». Además de eso, las chicas que acudían a la capital en busca de un empleo recibían de las religiosas alfabetización, catecismo y recursos para su tiempo libre. En todo el siglo XX y las primeras décadas del XXI, «son muchas las mujeres que han pasado por nuestra casa, recibiendo el cariño, la acogida y la promoción integral de las hermanas», continúa Rocío. «Hoy esta realidad ha cambiado, pero seguimos respondiendo a la “necesidad de la época”: actualmente nuestro objetivo es ofrecer un sitio donde vivir a jóvenes que se desplazan desde otros lugares para estudiar o trabajar en Málaga».

La suya puede parecer una residencia estudiantil al uso, como muchas que existen en la ciudad. Sin embargo, esta es diferente. Como puede verse en su página web rmimalaga.com, en ella viven cada curso más de un centenar de jóvenes que, a un precio asequible, encuentran un ambiente familiar y de compañerismo basado en el Evangelio. «Ofrecemos un espacio de vida que facilita las relaciones interpersonales, un clima de familia y convivencia que respeta la diversidad y favorece el sentido de pertenencia, así como espacios para crecer en interioridad, formarse en la fe y celebrarla en comunidad», explica la religiosa. «El trato entre las residentes y las hermanas es sencillo. Las chicas encuentran respeto a su intimidad, cauces para expresarse con libertad y sentirse atendidas y escuchadas. En el aspecto social, se ofrecen medios para desarrollar esta sensibilidad, plataformas de voluntariado y educación para el compromiso y la justicia», añade. «Queremos que cada joven se sienta acogida, aceptada y querida tal y como es, y le proporcionamos todos los recursos y herramientas para su desarrollo integral y su crecimiento a nivel personal, profesional y espiritual».

La vida de la residencia transcurre en un clima de sencillez, desde la atención personal, el respeto, la colaboración y la oportunidad de formación a través del acompañamiento y la propuesta de diversas actividades. Ana Laz Melgar tiene 19 años y llegó a Málaga procedente de Ceuta. Para ella, la casa es «mi hogar aquí. De ella he sacado a mi segunda familia, todas las nuevas y buenas amistades que he tenido la suerte de poder hacer. El ambiente es inmejorable, se respira cariño y bienestar entre todas, y esto es gracias a la labor de las hermanas, que se preocupan como nuestras propias madres, las cuales tenemos lejos y echamos de menos. Por eso, ellas tienen un papel fundamental en esta familia». Este es su segundo año, ya que cursa 2º de Ingeniería de la Energía y 1º de canto en el Conservatorio Superior de Málaga. «Vivir en la residencia hace crecer personalmente. Al tener una autonomía que no tienes en casa, desarrollas la independencia, clave para evolucionar personalmente y madurar. Vivir en comunidad hace que valores como la empatía, el compañerismo y el respeto sean la base de la convivencia». Como ella, muchas chicas encuentran en esta residencia la respuesta a sus necesidades, incrementada con bienes que las acompañarán el resto de su vida.

La Residencia María Inmaculada tiene un precio económico, lo que la hace accesible a muchas familias. En estos días es posible informarse y realizar el proceso de preinscripción a través de la web rmimalaga.com

Ana María Medina

Periodista de la diócesis de Málaga

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