NoticiaEl santo de la semana Santa Teresa de Jesús Publicado: 14/10/2020: 17334 ¿Cómo no hablar de santa Teresa (15 de octubre) en una sección que recoge las vidas de los santos? Pero, por otra parte, ¿qué más se puede decir de una santa que es ya archiconocida por todos? Francisco y Teresa nos recuerdan que la humildad nos libera de nosotros mismos y nos hace andar en verdad, hacia el otro, hacia Cristo. En realidad, con las vidas de los santos pasa como con el Evangelio: cada vez que se proclama viene a un momento concreto de la historia personal de cada uno, a una situación vital que ilumina con una luz siempre nueva. Lo propio de quienes han sido evangelios vivos es iluminar, igualmente, de forma nueva, a quienes conocen sus vidas y cómo Cristo las transformó. Precisamente, santa Teresa de Ávila (nacida en 1515) encontró esa primera luz para su vida leyendo a su vez las historias de los mártires a quienes ella quiso imitar desde su más tierna infancia. A los 20 años ingresó en el monasterio carmelita de la Encarnación, pero no fue hasta los 39 cuando se produjo su auténtica conversión que la llevó finalmente a reformar la orden carmelita y a fundar un total de 17 nuevos carmelos. Su ingente testimonio espiritual lo dejó plasmado en obras que son consideradas culmen de la mística y que le valieron el título de primera mujer doctora de la Iglesia. De entre sus múltiples consejos, algunos nos vienen como anillo al dedo en tiempos de pandemia: Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta. ¿A que no suena hoy igual que hace un año por estas fechas? Lo dicho: Evangelio vivo. Directo a tu corazón. Teresa y Fratelli tutti Entre las múltiples instrucciones que santa Teresa dejó a sus monjas en su obra “Camino de Perfección”, ella misma destaca tres sobre las demás: «la una es amor unas con otras; otra, desasimiento de todo lo creado; la otra, verdadera humildad, que aunque la digo a la postre, es la principal y las abraza todas». Tres lemas que bien podrían resumir la recién publicada encíclica Fratelli tutti. Un documento con el que el Papa no busca imponerse desde la autoridad (que realmente tiene y podría ejercer) sino que propone como «un humilde aporte a la reflexión». Esa humildad tan franciscana (del de Asís y del de Buenos Aires) recorre cada página de un texto que invita a la comunidad cristiana y al mundo entero a no dejar a nadie en el margen, a caminar todos juntos, al amor de unos con otros. Pero este amor fraterno, ese ser “todos hermanos” (Fratelli tutti), implica una conversión personal y social. Requiere “desasirnos de lo creado”, esperar a quien se ha quedado atrás, cambiar el “¡sálvese quien pueda!” por el “¡los más débiles primero!”. Francisco y Teresa nos recuerdan que la humildad nos libera de nosotros mismos y nos hace andar en verdad, hacia el otro, hacia Cristo.