NoticiaBlanco sobre Negro Alfonso Arjona: «En los últimos tiempos veo poco afecto para con los sacerdotes» Alfonso Arjona Publicado: 04/12/2019: 14889 Entrevista al sacerdote diocesano Alfonso Arjona, nacido en Benamejí (Córdoba) en 1936 y ordenado en Málaga en 1965. ¿A vivir se aprende?¿Y a ser sacerdote? A vivir se aprende viviendo y tratando de hacerlo con ilusión. A ser sacerdote, sirviendo a Dios y a los hermanos. ¿Cuál crees que es tu gran aportación a la Diócesis de Málaga? Lo poquito que con la gran ayuda de Dios y con mucha ilusión, siempre pude ir haciendo. ¿Cuál es el mayor desafío al que se enfrenta nuestra iglesia local hoy? Estamos en una sociedad globalizada y, ante la increencia, el pasotismo y la desgana, deberíamos ser testigos fuertes, amando comprometidamente todo. ¿El peor pecado con que has tenido que lidiar? El poco afecto y preocupación humana para con los sacerdotes, es estos últimos tiempos. ¿Qué cosas te importan de verdad y qué cosas no te importan nada? El mundo sufriente, en especial las migraciones. Los oropeles no me importan. ¿Quién es Jesucristo para ti? El camino, la verdad y la vida. Siempre por recorrer. Siempre por comprometerse. Siempre por vivirse. Trato de correr... ¿Llegaré algún día? ¿Quién dice la gente que eres tú? El hijo de Jacinto y de María. Dicen que siempre fui alegre. Pero ahora ¿qué? Alguien que deseó siempre ser un buen cura pero, por lo visto y por la edad que tengo, creo que se quedará en un proyecto. ¿Qué le dirías a quien se está planteando si Dios le llama para ser cura? Que vale la pena. Que llenaría su vida de gozo y felicidad. Pero que no lo engañen, a costa de mucho sacrificio y sin sabores. ¿Qué es lo más complicado que vives como sacerdote? Las veces que he tenido que tomar decisiones con la ayuda de Dios pero solo. Tirarte al vacío. Ahora, la dejadez y la desidia que veo entre nosotros. ¿Qué preguntarías a un joven que se plantea su vocación sacerdotal? Si lo hace por dejar cosas. Por despecho a algo o a alguien o por un encuentro con Jesús. Que nunca lo haga persiguiendo una ideología sino por un encuentro amical y existencial con Jesucristo. ¿Podemos decir que hemos venido y estamos aquí para ser felices? Claro que sí. A base de pequeñas cotas. Viviendo los pequeños aconteceres y aceptando con alegría nuestras limitaciones. ¿Te preocupa cómo vive la gente? Claro que sí; sobre todo, los emigrantes. Rezo y hablo de ello lo que puedo y, en lo que puedo, ayudo. ¿Qué es para ti el tiempo? Una gracia. Un don. ¿De qué te arrepientes o tienes remordimiento? De no haber tratado de evangelizar más. En mi vida, los viajes a Tierra Santa hicieron mucho bien, incluso a personas alejadas. Para mí los viajes fueron siempre tiempos de gracia. Qué pena no poder ir más. La soledad... Nunca me sentí solo. Aunque en algunos momentos sentí la lejanía de mis superiores. ¿Un olor que recuerdas? El de los "días de matanza" en mi familia. ¿Tú flor favorita? Las rosas rojas. ¿La palabra más hermosa? Esperanza. ¿El regalo más bello que te ha hecho ser presbítero? Sentirme muy querido por mis compañeros y por la gente. ¿Volverías a ser sacerdote? Sí.