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Mons. Ladaria: Llamado a servir a la verdad

Mons. Luis Ladaria y Francisco Castro
Publicado: 01/07/2017: 24188

Artículo del sacerdote malagueño Francisco Castro, párroco de Santa Inés y profesor de los centros teológicos diocesanos sobre Mons. Luis Ladaria SJ, que dirigiera su tesis doctoral y que ha sido nombrado nuevo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe

Si hay alguna palabra que pueda describir los rasgos principales de la personalidad de Mons. Ladaria, esa es “vocación”. Luis Ladaria es, sobre todo, alguien que vive apasionadamente su vida como respuesta a una llamada. Y esta llamada le ha conducido, durante la mayor parte de su vida, a ser un servidor de la verdad de Dios y del Evangelio. Esto hace de él una persona de gran talla humana y espiritual.

“Avanti!” Con este saludo de acogida, nos recibía invariablemente don Luis a todos los que nos llegábamos a su despacho. En seguida, la puerta abierta, la sonrisa ratificando su cordial disposición y, por delante, el tiempo que hiciera falta para comentar los folios puntualmente corregidos –decía que eran sus “peldaños para llegar al cielo”–, la estrategia para un capítulo de la tesis, la conveniencia de consultar tal obra o autor... Tantas veces sin cita previa –“para eso estoy”–. Don Luis Ladaria está en la memoria de todos los que tuvimos la alegría de asistir a sus clases como un profesor entrañable, que vivía con pasión su tarea teológica y docente, y se preocupaba de transmitir con hondura y unción los contenidos, a veces tan difíciles, de sus asignaturas: el misterio de Dios y el misterio del hombre. Con mucha frecuencia se detenía a hablar con sus alumnos en los pasillos de la Gregoriana, especialmente con el numeroso grupo de sacerdotes españoles, a quienes nos llamaba por nuestro nombre.

Además, es justo subrayar la talla de Mons. Ladaria en su vocación como teólogo. Son miles los alumnos de todos los continentes que han pasado por sus clases, aprovechando su discreto y profundo conocimiento de la ciencia sagrada. Decenas de tesis doctorales por él dirigidas dan muestra de la solidez de sus enseñanzas y de la confianza que les ha merecido a tantos aprendices de teólogo, hoy repartidos por todo el mundo. Sus artículos y libros, especialmente sus manuales, traducidos a varios idiomas, hacen gala de una teología “con olor a tierra mojada”, en la que ha quedado sin duda la huella de su formación patrística bajo la guía del padre Antonio Orbe. El homenaje que recibió por parte de sus alumnos, con ocasión de su 70º aniversario, recogido en una colección de artículos (La unción de la gloria: en el Espíritu, por Cristo, al Padre, B.A.C. 2014), es una pequeña muestra de los frutos que su labor sigue dando, en forma de inspiración y aliento para otros.

A esta vocación suya de profesor se sumó la que recibió de Benedicto XVI cuando este confió en él para ser Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Se trataba de una responsabilidad que le alejaría de las aulas, pero no de su servicio al Evangelio. Hoy este servicio adquiere nuevos tonos, pero dentro de la melodía general que nuestro querido D. Luis no ha dejado de hacer sonar en su vida, convertida, por la gracia del Señor, en una humilde y fecunda alabanza a su misterio revelado y salvador.

Francisco Castro Pérez

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