Liturgia propia del beato Diego José de Cádiz

Publicado: 13/04/2012: 1901

Del común de Santos varones: religiosos, excepto en la oración colecta

OFICIO DE LECTURA

Segunda lectura

De las Cartas del Beato Diego José de Cádiz a su Director espiritual. Málaga, 13 septiembre 1779.

Imitar a Cristo interna y externamente

Siguiendo la cuenta que debo dar a usted del resto de mi vida, digo que luego que conseguí me admitiesen la renuncia de la Maestría de estudiantes, me llevaron a Ubrique (donde había sido mi vocación, como tengo referido). Allí me apliqué a vivir ocupado en las cosas mecánicas del Convento, cual si fuera un corista: en la asistencia a los enfermos advertía frecuentemente notable consuelo interior, porque me proponía era mi Redentor el enfermo. El aseo de la casa lo tenía a mi cargo, el despertar a la Comunidad y cuidar de las horas del Coro, como el preparar éste y asearlo. Apliqueme al estudio de la Moral y de la lección de la Santa Escritura, y algo de Mística, pero sin método. Solía gastar siete y ocho en el estudio diariamente; me dediqué a la mortificación corporal, ayunando las nueve cuaresmas de mi Padre San. Francisco en el año; tres cilicios por varias horas del día, casi diaria disciplina, dormía en el suelo o sobre las tablas desnudas, sirviendo de cabecera la almohada de paja.

Entre tanto no olvidaba la predicación, pues desde luego me dieron la licencia, la ejercité, predicando en la plaza los domingos y días clásicos con singular aprovechamiento y edificación común, de que ha resultado el que, aplicándose varios eclesiásticos al ministerio, se vea hoy el pueblo en una muy notable conducta de vida y reforma de costumbres. ¡Dios sea bendito!

Aquí me sucedió que, estando una Nochebuena en los Maitines, al tiempo de cantarse en las lecciones del primer nocturno: “Parvulus natus est nobis et filius datus est nobis”, sentí en mi interior un gran movimiento de gozo y consuelo, provenido del conocimiento de la gran misericordia y bondad del Señor y de los grandes motivos por la cierta esperanza de nuestra salvación. Híceme yo cargo de mis culpas, y que ellas me hacían indigno de tanto bien, y merecedor de una irreparable perdición; mas me volví con la consideración al Señor, y representándole sus méritos infinitos, en lo que en aquel portal obraba y padecía, decía: Pues ¿y estos méritos infinitos? Y de pronto, con la mayor viveza, como si me lo hubieran dicho, sentí en mi alma, o se me fijó esta respuesta, como que nacía del Niño Dios: ¿Y qué importa? Todo esto de nada te servirá si no fueras otro Yo por imitación. Quedé aterrado, pero con ardiente deseo de ser un Jesucristo en mis obras interiores y exteriores, y desde entonces crece en mí por horas este deseo, al paso que crece mi relajación y olvido en ejecutarlo.

Al ejercicio de la oración me aplicaba lo menos tres horas en el día, sin lo que gastaba en la preparación y gracias de la Misa, que compondría otra hora. En ella era lo común el estar violento y distraído, sin jugo, sin afectos, ni cosa sensible; me seguía y arrastraba el sueño, la pereza y el horror de las sequedades, mas con todo solía no faltar jamás a ella, aunque con poco esfuerzo para sacudir lo dicho.

RESPONSORIO 1 Cor. 7, 29.30.31.;2,12.

R/. El momento es apremiante. Queda como solución: que los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él * porque la representación de este mundo se termina (T.P. Aleluya)

V/. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo * porque la representación de este mundo se termina.

ORACIÓN

Oh Dios: Tu inflamaste al Beato Diego José de Cádiz en amor a Cristo y celo por las almas para dedicarse a la predicación de la Palabra; te rogamos que nos concedas, por su intercesión, contribuir de palabra y obra a la dilatación de tu Reino. Por Nuestro Señor Jesucristo...
 

Autor: diocesismalaga.es

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