NoticiaSan Manuel González ¿Y ahora qué? Misa de acción de gracias, en Roma, por la canonización de Manuel González · Autor: A. MEDINA Publicado: 02/11/2016: 20347 Artículo de la Misionera Eucarística de Nazaret, Lourdes Caminero, tras la canonización de D. Manuel González. Lo que hace poco tiempo era futuro ahora ya es pasado. Un pasado que nos servirá para vivir con mayor intensidad nuestro presente y nuestro futuro. Acabamos de vivir un gran acontecimiento en la Iglesia y para la Iglesia: la canonización de D. Manuel González García, el Obispo del Sagrario Abandonado, como él quiso llamarse. San Manuel González (suena a recién estrenado) no nos enseña nada especial con su canonización. Este acontecimiento no añade nada nuevo a lo que ya sabíamos de él, de su mensaje, un mensaje que quizás de tanto oírlo no nos impacta como le impactó a él. Su canonización debe ser un acontecimiento que nos lleve, más que a gloriarnos en su gloria, a pensar en seguir trabajando con ilusión y a vivir como él vivió. Debemos refrescar la mente y el corazón ¡es un mensaje tan actual! Su mensaje nos sigue martilleando, nos sigue diciendo que Jesús es Salvador del hombre, y que éste lo necesita para ser feliz, nos dice que la Eucaristía es Jesús presente y vivo entre nosotros. D. Manuel nos recuerda que sólo los enamorados hacen locuras. Y que es necesario, hoy más que nunca, poner a Cristo en el centro del corazón y de la vida, que Jesús no es pasado sino presente, y que la vida que brota de la Eucaristía a veces no es totalmente aprovechada por el hombre ni por todos los hombres. Solo en la Eucaristía se pueden saciar las peores hambres de la humanidad. También este acontecimiento es una llamada a conocer al verdadero D. Manuel, no a una caricatura suya. A veces es peor conocer mal que no conocer. D. Manuel fue un hombre de Dios, un santo, no un sentimentaloide como le puede parecer a alguien. Nos dice que el verdadero seguimiento a Jesús es identificación plena con Él, hasta poder decir con san Pablo: «Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí» (Ga 2,20). Y en este proceso de identificación entran el amor y la entrega a los demás, como mandamiento principal del cristiano. D. Manuel no entiende el amor a Cristo en la Eucaristía sin el amor a los demás. En las palabras que siguen nos pide dinamizar la vida cristiana, propia y ajena, desde la Eucaristía. El verdadero encuentro con Cristo en la Eucaristía debe llevarnos a: «Que el Evangelio sea conocido, el Pan vivo sea comido, el Maná escondido sea gustado, el Dios del Sagrario sea reverenciado, la Providencia que en él vive sea tenida en cuenta, y el Modelo vivo que en él se exhibe sea copiado». Gracias, San Manuel, por ser Amigo de Dios. Tenemos mucho que aprender de ti.