NoticiaCuaresma Batalla a las tentaciones Publicado: 15/02/2023: 18859 Discernimiento En el tiempo de Cuaresma se nos invita a la conversión. Se trata de arrancar el corazón de piedra para que el Señor nos regale un corazón de carne, y ese trasplante se puede hacer si ponemos medios: ayuno, oración, limosna. No son una forma de sufrir por sufrir, sino la forma segura de alcanzar algo que en el fondo todos anhelamos, mirar a Dios, reconocerlo en nuestra vida, porque cuando Dios está en nuestra vida no hay felicidad más plena ni dicha comparable con ninguna otra realidad de este mundo. Entre esos medios está descubrir qué nos aleja de Dios y qué nos acerca a Él: el discernimiento de espíritus, al que nos acerca el jesuita Pablo Ruiz Lozano. «El discernimiento consiste justamente en esto: aprender a escuchar lo que se mueve en nosotros y descubrir aquello que más nos acerca a Dios para escogerlo». Entre esos medios está descubrir qué nos aleja de Dios y qué nos acerca a Él, es lo que se llama discernimiento de espíritus. San Ignacio afirma que en toda persona hay en su interior movimientos, pensamientos, deseos o sentimientos, que nos acercan a Dios, los llama mociones del Buen Espíritu, y otros que nos alejan de Dios, mociones del mal espíritu. El discernimiento consiste justamente en esto: aprender a escuchar lo que se mueve en nosotros y descubrir aquello que más nos acerca a Dios para escogerlo. Sin embargo, este proceso no es fácil. Todos experimentamos en nuestra vida la tentación del mal, a veces de manera manifiesta y otras de un modo más sutil. Y el fin de la tentación es la de falsear o impedir el camino espiritual, por tanto alejarnos de Dios. Pero el Espíritu de Dios siempre penetra en el ser humano y genera una zona de invasión. Hacerse creyente es dejar que la zona invadida crezca y el Espíritu nos penetre totalmente. Ignacio de Loyola distingue dos tipos de tentación que corresponden con etapas de la vida espiritual: En la primera etapa, la tentación consiste sobre todo en hacer que la persona permanezca en el camino equivocado, en una búsqueda egoísta de sí. La tentación presenta como bien para la persona el placer sensual, el apego de uno mismo. Para San Ignacio estos placeres son aparentes y provocan que nos mantengamos en el pecado En esta etapa, en aquellas personas que se sienten más decididas al seguimiento de Cristo y a la vida espiritual, el mal espíritu actúa mostrando las dificultades del camino. En este caso, el mal buscará alejar a la persona de Dios, entristeciendo, poniendo dificultades e impedimentos, inquietando y haciendo dudar de la fuerza del Espíritu. El mal espíritu desea que no se cambie, por eso suscita pensamientos reacios al cambio, haciendo creer que somos autónomos frente a Dios. Aquí la batalla del creyente busca resistir frente al miedo y no desalentarse al afrontar la tentación. En una segunda etapa, cuando el creyente se siente en el camino del seguimiento, la tentación es más sutil. El mal espíritu trata de desviar el alma por medio del bien aparente o mediante cosas que de por sí son buenas, pero que no se corresponde con la voluntad de Dios para esa persona. Se puede tratar de seguir al Señor, pero no según Él, sino según nuestros propios intereses o nuestro amor propio. Aquí el creyente tiene que estar más atento y mirar los procesos de sus decisiones y opciones para ver si de verdad les llevan hacia el bien o en algún momento les desvían y al final le alejan de él. El discernimiento es el camino del verdadero seguidor de Jesús, por eso la conversión pasa por mirarnos a nosotros mismos y elegir aquello que nos lleva a Dios. Para ello, hay que evitar el diálogo con la tentación y oponernos decididamente a ella, una manera es revelarla a una persona que nos pueda ayudar, como a un confesor o director espiritual. Y, por supuesto, debemos aprender a explotar en positivo las tentaciones para un mejor conocimiento de uno mismo. Todo ello nos ayudará a superar el peligro del mal y avanzar en nuestro camino a la verdadera conversión.