NoticiaEntrevistas José Luis Fernández Orta: «El descanso nos lleva al encuentro con los necesitados» José Luis Fernández Orta, profesor y miembro de la HOAC Publicado: 02/07/2019: 17096 José Luis Fernández Orta es profesor de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga, subdirector del Colegio Diocesano Cardenal Herrera Oria y miembro de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) que hace unos días impartía una conferencia sobre “el trabajo, ¿fuente de vida y dignidad?”, en la que hablaba también del valor teológico del descanso ¿Es de verdad el trabajo fuente de vida y dignidad? Lo cierto es que las personas solemos dedicar la mayor parte de nuestra vida al trabajo, por lo que es muy importante que prestemos atención a esta dimensión de nuestra existencia. Y hablar de trabajo y dignidad implica crear condiciones decentes para que las personas puedan desarrollar ese gran espacio de su vida. ¿Y así está siendo? En realidad, las condiciones de trabajo no están siendo las más decentes posibles, debido al sistema económico en el que nos movemos. No hay más que ver las rupturas que se viven en las relaciones laborales: sustitución de contratos de trabajo por relaciones mercantiles entre autónomos, sustitución del trabajo fijo por un trabajo eventual, consolidación de forma brutal de la flexibilidad laboral… Y, ¿cómo influye todo esto en las relaciones familiares? Ahí está la cuestión. Son frecuentes las rupturas familiares por cuestiones laborales, se está creando y extendiendo la pobreza, y una cultura de la indiferencia en la que nos convertimos cada vez en más individualistas. La Iglesia, ¿tiene algo que decir ante esta situación? Desde la primera encíclica social que publicó el 15 de mayo de 1891 el papa León XIII, Rerum novarum, hasta la encíclica publicada el 14 de septiembre de 1981 por el papa san Juan Pablo II, Laborem exercens, los papas han desarrollado un importante magisterio sobre el trabajo. Además, yo subrayaría la encíclica firmada el 29 de junio de 2009 por el papa Benedicto XVI, Caritas in veritate, en la que expone una maravillosa síntesis de la aportación de la Doctrina Social de la Iglesia al mundo laboral, con nuevos argumentos. Cuéntenos algunas de estas aportaciones. Benedicto XVI destaca que el trabajo es fundamental para la autorrealización de la persona. Tiene dos grandes dimensiones: una objetiva, el trabajador produce bienes que son fundamentales para satisfacer sus necesidades, proceso en el que intervienen las estructuras económicas, sociales y políticas; y la subjetiva, es decir cómo el trabajo realizado ayuda a la persona a realizarse a lo largo de toda su vida. En esta segunda dimensión hay que tener en cuenta el aspecto social y moral, la justicia, el bien común y la solidaridad. Y del salario, ¿qué nos dice la Doctrina Social de la Iglesia? La Iglesia subraya que todo trabajo merece un salario que tiene que ser suficiente para satisfacer las necesidades, no solo de quien trabaja, sino también de su familia. En este sentido, la justicia no hay que entenderla solo como aquello que se nos debe, sino como aquello que nos posibilita llegar a ser personas. No se trata solo de cubrir las necesidades básicas de alimentación y vivienda, sino posibilitar las relaciones entre personas, el tiempo libre, la espiritualidad… Hablando del descanso, ¿qué lugar ocupa en nuestras vidas? Usted hablaba en su conferencia de la perspectiva teológica del descanso, ¿cuál es? Propiamente no hay una reflexión realizada sobre el descanso. El derecho al mismo se ha contemplado siempre para la recuperación de las fuerzas para poder seguir trabajando. En el libro del Génesis, 13, se da una repetición de fórmulas sacerdotales. Dios, cada día, al terminar su tarea ve que lo que hace es bueno; al terminar el día sexto, después de haber creado al hombre (varón y mujer los creó) ve que es muy bueno; y el día séptimo descansó. Y en el Nuevo Testamento, Jesús y el sábado tuvieron sus más y sus menos. Las señales del Reino de Dios, los milagros, suelen realizarse en el día del descanso. El mismo texto bíblico nos refiere que “el sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado”, porque podemos convertir el sábado, el descanso, en una esclavitud para el hombre. El descanso nos lleva a una dimensión nueva: la del encuentro con la creación, la de liberación de nuestras tareas, la de la ruptura con las nuevas esclavitudes, la del encuentro con aquellos que más lo necesitan, la del encuentro con la dimensión trascendente de nuestra existencia, la experiencia de amar y de sentirnos amados, en definitiva. Entonces, ¿el trabajo tiene un gran valor? Así es y, para los cristianos, el culmen está en la Eucaristía. En el ofertorio presentamos el pan y el vino, el fruto de nuestro trabajo y con él agradecemos a Dios y colaborar con Dios en la creación.