NoticiaSemana Santa «La Pasión es el retrato más espléndido del amor de Dios» Publicado: 28/03/2018: 8822 La historicidad de los evangelios En Mateo 26-28, Marcos 14-16, Lucas 22-24 y Juan 18-21 podemos leer los relatos de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Cuatro narraciones de la última semana de vida de Jesús de Nazaret. En muchas ocasiones nos hemos preguntado si se trata de textos biográficos, históricos o teológicos. Gabriel Leal, doctor en Teología Bíblica, coordinador de los Centros Teológicos de la Diócesis y profesor de Sagrada Escritura, nos lo explica. «Los textos transmiten lo que aconteció, eso sí, lo hacen desde una visión de fe, desde una perspectiva teológica» ¿Son históricos los textos del Evangelio que nos hablan de la Pasión, Muerte y Resurrección? No solo los del Evangelio, sino los de toda la Biblia. Lo genuino de la tradición bíblica judeo-cristiana es la experiencia de que Dios ha actuado en la historia, incluso enviado a su Hijo Único. Los textos transmiten lo que aconteció, eso sí, lo hacen desde una visión de fe, desde una perspectiva teológica, pero no inventan los hechos. ¿Por qué cada evangelista los relata de una forma distinta? En primer lugar, porque cada uno de los evangelios se escribe en circunstancias distintas. Primero se dio una transmisión oral y catequética, en la que, según las personas a las que se dirige, se resaltan distintos aspectos, pero el núcleo siempre es el mismo. Por ejemplo, el evangelista san Marcos, que es quizás el primer Evangelio que se escribe, acentúa los aspectos de debilidad de Jesús durante la Pasión, porque, probablemente, está dirigiendo ese Evangelio a una comunidad que está pasando muchas dificultades y no entiende cómo creyendo que Jesús es el Señor tengan que pasar todo lo que están pasando. Los textos de los evangelios que más aspectos tienen en común son los de la Pasión, que son los primeros que se ponen por escrito. Además, es mucho mayor el espacio, en proporción, que se dedica a la última semana de vida de Jesús que a los más de 30 años de su vida pública. ¿Por qué se lee la Pasión el Domingo de Ramos y el Viernes Santo? Porque la Iglesia quiere que en esa semana se lean todos los relatos de la Pasión. El Domingo de Ramos leemos la entrada de Jesús en Jerusalén y uno de los relatos de la Pasión. Y el Viernes Santo se lee la Pasión según san Juan, en la que el evangelista resalta el aspecto glorioso de la cruz de Jesús, que a pesar de su aspecto terrible –la crucifixión de un hombre joven, ejecución reservada a los malhechores- es la expresión consumada del Amor de Dios, el trono desde el que reina Jesús y su exaltación gloriosa. Subirlo a la cruz es, al mismo tiempo, llevarlo a la muerte y a su glorificación. La Pasión es el retrato más espléndido del amor de Dios. En muchas ocasiones nos preguntamos, ¿y por qué tuvo que morir Jesús en la cruz? Jesús vino a salvarnos, esto es lo que dice el Evangelio. Y lo mataron. En el mundo de Jesús, como en el de ahora, su estilo de vida, su predicación y sus hechos resultan críticos y contraculturales. Se reúne con gente de mal vivir, publicanos y pecadores; y no lo hubieran visto mal en su época, con tal de que quedara clara la distancia: yo soy el santo y tú el pecador. Pero Jesús se acerca mezclándose con ellos, arriesgando su reputación. Cuando en la Biblia se dice, y algunas personas lo interpretan de una manera poco reflexiva, que Dios envió a su Hijo al mundo y que lo entregó a la muerte, no se está diciendo que Dios sea un sádico que esté eternamente enojado, no es eso. Dios viene a ofrecernos la salvación, una experiencia de comunión. Jesús eso lo asume libremente y no echa marcha atrás para “salvar su pellejo”, antepone hacer la voluntad de Dios antes que salvar su vida plegándose a las exigencias de los poderosos de su tiempo. Dios lo envió para ofrecernos su amor, lo sostuvo por todo el camino que recorrió en su tiempo y estuvo con él, rescatándolo de la muerte. Dios ama a su hijo, ama a los hombres, pero nosotros hemos construido una historia donde ese amor se ha transformado muchas veces en desamor y exclusión, tanto del Jesús de entonces, como de muchos hijos de Dios en nuestro tiempo. Una pincelada de la Pasión según cada evangelio MARCOS: Jesús revela su condición de Hijo, no a pesar de la cruz, sino entregando su vida en esa muerte ignominiosa; de hecho, el Evangelio culmina con el testimonio del Centurión, un pagano que está al pie de la cruz y que, viendo cómo había muerto dice «verdaderamente este hombre era Hijo de dios». MATEO: Jesús es el Mesías que ha sido rechazado por una parte de su pueblo. A veces nosotros decimos que lo mató el pueblo judío, pero no es verdad, los primeros apóstoles eran judíos, la Iglesia primitiva era judía y esto se nos olvida. Murió proclamado paradógicamente Rey de los Judíos, primero por Pilatos y después en el letrero de la cruz. LUCAS: Jesús es quien nos invita a tomar nuestra propia cruz detrás de él, explicando cómo debe vivir y morir un cristiano, con la palabra del perdón en la boca hasta el final y confiando en Dios. Es impresionante, Jesús termina perdonando, prometiéndole al ladrón estar en el Paraíso; inclina la cabeza y entrega el espíritu. La multitud presente, al ver como había muerto vuelve dándose golpes de pecho, un gesto de arrepentimiento y de conversión JUAN: Jesús reina en la cruz. La cruz de Jesús es el señorío de Dios porque es la expresión más consumada y más sublime de hasta dónde llega el amor de Dios por nosotros. Es precioso. Jesús termina entregando el espíritu y después inclina la cabeza. Al pie de la cruz que estaba María, la madre de Jesús, y Juan, nace también la Iglesia.