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Sábado Santo. El misterio de Cristo sepultado

Publicado: 21/03/2016: 6131

Reflexión del sacerdote Alejandro Pérez Verdugo, Misionero de la Misericordia, para el Sábado Santo. Último día del Triduo Pascual.

«Mientras la Iglesia espera la Resurrección, se está dando el sueño de Cristo en los brazos del Padre»

El lugar del segundo día del Triduo es la sepultura, un día de silencio y contemplación, ayuno y espera; día de una calma tensa porque algo grande va a ocurrir. Por la mañana se convoca a los catecúmenos para la “devolución del símbolo” que se les había entregado durante la cuaresma, la proclamación pública del Credo ante la asamblea de los fieles.

La piedad cristiana tiene un recuerdo muy especial en este día para la Virgen María, que este día especialmente vuelve a nosotros “sus ojos misericordiosos”. No es un día “a-litúrgico”; pero únicamente celebramos la Liturgia de las Horas, que nos da el significado de este día, ya que el oficio divino es el único que convoca en este día a la comunidad ante el altar desnudo, presidido por la cruz.

Es un día “a-eucarístico”; no hay Eucaristía en señal de espera. La Iglesia se detiene ante el sepulcro del Señor crucificado y espera su Resurrección (Misal Romano). La Iglesia celebra, hora a hora, el reposo de Cristo en el sepulcro y su descenso al lugar de los muertos para abrir de Adán en adelante, es decir, a los hombres de todos los tiempos, el camino de la salvación.

Mientras la Iglesia espera la Resurrección se está dando el sueño de Cristo en los brazos del Padre. Cristo, en su infinita misericordia, ha abrazado el trágico destino del hombre en su muerte; ha permanecido en ella y “en la esperanza reposa su carne”.

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