Se proyecta inicialmente una visita cuyo recorrido se realizará a través de la escalera de la torre norte, las terrazas intermedias de las capillas y la escalera de uno de los cubillos. Se alcanzará una altura de casi cincuenta metros. Llegados a las bóvedas se contempla Málaga y sus alrededores desde un espacio privilegiado. Es buena noticia para la ciudad. Y para quien desee conocerla desde otro punto de vista. Es una excelente aportación religiosa, cultural y turística para quien busca saber más de la urbe. Y del espacio religioso. Y de uno mismo. Es una extraordinaria mirada la que podrá disfrutar el visitante que se atreva a subir los casi 200 escalones que separan el piso de la ciudad del cielo catedralicio.

Es la vida. Espacios aún por transitar. Experiencias aún por disfrutar. Visiones aún por descubrir. Posibilidades sorprendentes que logran que admires lo que te rodea. Y te sacuden el corazón. Quizá haya quien piense que todo lo ha visto en la vida. Que no le queda mundo por conocer. Ni experiencias por vivir. Ni profundidad espiritual a la que acceder. No es recomendable tener metas limitadas. Sí buscar la plenitud. La felicidad es algo que todos deseamos. Pero muchísima gente jamás la encuentra porque la busca en lugares equivocados. La verdadera felicidad se encuentra en Dios. Solo él llega a satisfacer las necesidades más profundas que alberga nuestro corazón. Necesitamos tener el valor de poner nuestra esperanza más profunda solamente en Dios.

Para eso conviene saber que hay espacios y experiencias vitales desde donde todo se ve diferente. Sin ir muy lejos, el silencio. Es necesario recordar que, no sin esfuerzo, se puede acceder a cubiertas espirituales que muestran un horizonte distinto. En este sentido, la ascética y la mística; el esfuerzo y el don, se muestran íntimamente unidos. Hasta que lo gratuito lo envuelva todo. Y entonces sueñas con los ojos abiertos. Vives en actitud contemplativa. Sientes la presencia de un Dios que te ama con una profundidad e intensidad que difícilmente puedes llegar a comprender o acariciar en su totalidad.