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Visita Pastoral a la parroquia de María Auxiliadora (Villafranco del Guadalhorce)

Parroquia de Villafranco del Guadalhorce
Publicado: 07/04/2022: 1901

El obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, pronunció la siguiente homilía en la Misa celebrada en la parroquia de María Auxiliadora en Villafranco del Guadalhorce con motivo de la visita pastoral realizada el 7 de abril de 2022

VISITA PASTORAL

A LA PARROQUIA DE MARÍA AUXILIADORA

(Villafranco del Guadalhorce, 7 abril 2022)

Lecturas: Gn 17, 3-9; Sal 104, 4-9; Jn 8, 51-59.

1.- Las lecturas de hoy nos plantean el tema de la alianza. La primera lectura del libro del Génesis nos presenta la alianza de Dios con Abrahán.

Dios quiere al hombre, ya que lo ha creado por amor. El hombre le falla porque no cumple la voluntad que Dios desea y espera de Él. Por tanto, hay una relación de amor rota por el hombre y lo que quiere Dios es restaurar esa relación rota; para ello, hace una alianza.

Y, ¿cómo Dios restaura esa alianza? Dios le dice a Abrahán: «Por mi parte, esta es mi alianza contigo: serás padre de muchedumbre de pueblos» (Gn 17,4). Por eso cambiará el nombre de Abrán por Abrahán (cf. Gn 17,5).

«Mantendré mi alianza contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como alianza perpetua. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros» (Gn 17,7). Dios promete a Abrahán una descendencia y cumple su promesa a través de varias generaciones hasta la venida de Jesús de Nazaret.

2.- A cambio Dios le pide sencillamente a Abrahán que guarde su alianza: «Por tu parte, guarda mi alianza, tú y tus descendientes en sucesivas generaciones» (Gn 17,9).

Dios hace un pacto con Abrahán diciéndole que Él será su Dios y que le regalará descendencia; a cambio, Abrahán y sus descendientes deben cumplir lo que Dios les diga (cf. Gn 17,7). En ese pacto de restauración de la relación, el Señor se empeña en su palabra de dar descendencia a Abrahán. Para un oriental y para un hebreo tener descendencia es el bien más importante. Para una mujer de esta época tener descendencia era vital. La persona que no tenía descendencia no estaba bien considerada. Dios le regala a Abrahán el mejor bien que puede darle: los hijos, a pesar de su edad avanzada.

3.- En el evangelio Jesús vuelve a hacer referencia a la alianza que Dios establece con Abrahán. Y dice: «En verdad, en verdad os digo: Quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre» (Jn 8,51). Jesús renueva la alianza que hizo Dios con Abrahán y la ofrece a sus contemporáneos y a cada uno de nosotros.

Jesús quiere nuestro bien; es decir quiere que vivamos eternamente. Si vivimos resucitados, no moriremos para siempre. Jesús quiere que vivamos en el cielo, resucitados, después de la muerte temporal.

4.- El gran regalo para el ser humano no es vivir en este mundo muchos años. ¿Qué importa vivir aquí cien o ciento diez años, si después se vive condenado y apartado de Dios? Vivir apartados del amor, de la luz, de la resurrección, es la peor pena, porque es vivir como una escoria.

Vosotros, qué preferiríais: ¿tener una vida muy larga aquí en la tierra, o ser felices después de esta vida”; ¿vivir aquí muchos años, o vivir apartados del Amor?; ¿intentar ser feliz en este mundo, o tener la esperanza de vivir felices para siempre en el cielo?

Por qué optaríais: ¿por una larga vida temporal, o por una vida más corta en este mundo, pero poder gozar de la vida eterna? ¿Por qué optarías tú? (Responde una niña: Por la vida eterna). Y tú, ¿por qué optarías? (Responde otra niña: Por la vida eterna).  ¿Alguien optaría por la vida temporal solo? Pregunto ahora a los mayores: levantad la mano quienes votaríais por la vida eterna. (Todos levantan su mano)

5.- Pues fijaros, esa es la propuesta que Jesús nos hace esta tarde. Y nos dice a cada uno de nosotros y a vosotros, queridos niños: «Quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre» (Jn 8,51). Es decir, el que le haga caso a Dios, el que viva como Él nos ha pedido, el que ame a Dios y sepa amar a los demás, ese vivirá feliz aquí en esta vida y después allá en el cielo.

Ese es el pacto que quiere hacer Jesús con nosotros. ¿Firmáis ese pacto? La celebración de esta tarde es una hermosa fiesta. Vamos a firmar un pacto con el Señor, una alianza de amor con Él.

Él nos promete la felicidad, porque es su amor lo que nos hace felices. Él nos da la felicidad y su amor; nos ilumina con sus palabras y nos pide que las guardemos y las cumplamos. Tampoco es mucho lo que nos pide.

6.- ¿Dónde está reflejado y sintetizado lo que Dios nos pide? En los diez Mandamientos. Dice el Señor: «Quien guarde mi palabra» (Jn 8,51). ¿Cómo se denominan con una sola palabra? (Responde una feligresa: El Decálogo). Muy bien. El Decálogo quiere decir “Diez Palabras”.

En síntesis, Jesús dice: «Quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre» (Jn 8,51). Quien guarde las Diez Palabras, es decir, los Diez Mandamientos, no verá la muerte para siempre.

Vamos, pues, a firmar este pacto con el Señor esta tarde. Vamos a decirle que cumpliremos los Diez Mandamientos; y Él nos promete la felicidad eterna, para siempre. ¿Qué es vivir en felicidad? Vivir siendo amado.

7.- Los niños, ¿qué es lo que más queréis en la vida? ¿Juguetes, ropa? A ver, tú. (Responde un niño: Poder vivir y llegar a la vida eterna). Muy bien; muy buena respuesta. Más respuestas. ¿Qué es lo que más deseáis los niños? ¿Qué es lo que más apreciáis? Después lo preguntaré a los mayores. (Responde otro niño: Que me quieran). Lo que más queremos en la vida es que nos quieran. ¿Quién deseamos que nos quiera? En primer lugar, los padres; deseo y espero que me amen, porque necesitamos sentirnos amados. Es el mejor regalo que nos pueden dar. (Responde otro niño: Estar juntos toda la familia). ¡Ese es un gran regalo!

¿Qué es lo que más queréis los mayores además de un puesto de trabajo, una casa...? ¿Qué es lo que más necesitáis los mayores, que sois ya padres, madres y abuelos? ¿Qué es lo que más queréis en la vida? (Respuesta de una feligresa: Ser amados). Muy buena respuesta, porque ser amados es el mayor regalo que necesita el ser humano.

8.- La persona que no es amada es incapaz de amar. Pues ese es el regalo que Dios nos ofrece, porque Jesús es el que más nos ha amado.

Por tanto, el amor auténtico produce felicidad. El amor auténtico; no aquello que la gente llama “amor”; porque la sociedad a veces llama amor a una cosa que no tiene nada que ver con el amor, sino con otras cosas.

El amor auténtico es darse al otro. Buscar la felicidad del otro, darse al otro. Eso es amar. Y eso es lo que más queremos todos. Es lo que Jesús nos promete y es lo que Jesús nos ha dado: su amor. Por tanto, eso es lo que nos puede hacer felices.

Hoy vamos a firmar, de nuevo, esa alianza de amor; no la alianza de un simple compromiso. Y el amor, si lo es de veras, es eterno; no es para una temporada. El verdadero amor es para siempre, dejando aparte las dificultades que puede haber en la vida. El auténtico amor es eterno, porque Dios, que es amor, es eterno.

Vamos a firmar ese pacto de amor con el Señor para ser felices.        

9.- En la asamblea celebrada antes de la Eucaristía hemos dicho que la Visita pastoral tenía como objetivo revisar cómo vivimos la fe y cómo ser mejores testigos en nuestra sociedad.

Vamos a pedir al Señor que nos ilumine, para conocernos mejor, para conocer mejor al Señor, para vivir mejor nuestra fe y para dar testimonio de la misma en la sociedad en que vivimos. Así sea.

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