Desconozco en profundidad la situación de los trabajadores de la empresa de la que la mayoría del accionariado está en manos privadas (FCC, Urbase y Sando) y un 49% tiene el Ayuntamiento de la capital. Pero lo que sí sé es que Limasa plantea un ERTE. Como otras tantas empresas malagueñas lo han planteado y ejecutado. Desgraciadamente la situación laboral de centenares de trabajadores en Málaga clama al cielo.  Es una vergüenza que exista quien pretende someter sus derechos a la exigencia  de la economía, cuando lo justo y lo humano es lo contrario: ordenar el funcionamiento de la economía desde los derechos de las personas.

Como siempre que se produce una convocatoria de huelga la doctrina de la Iglesia Católica es clara.  Reconoce su legitimidad.  Como también la reconoce el ordenamiento jurídico español.  Ahora bien, la respalda solo cuando constituye un recurso inevitable o necesario para obtener un beneficio proporcionado y después de haber constatado la ineficacia de otras maneras de superar el conflicto laboral.  La doctrina eclesial define la huelga como el rechazo colectivo y concertado, por parte de los trabajadores, a seguir desarrollando sus actividades, con el fin de obtener mejoras en sus condiciones de trabajo y situación social.  Interesante matiz. El matiz de las mejoras es revolucionario. Porque al día de hoy solo se recurre mayoritariamente a la huelga cuando se devalúan las condiciones laborales.  Pero la Iglesia Católica va más allá.  Habla de mejoras.  De avance para las familias de los trabajadores.  Algo necesario y urgente y más en estos tiempos en los que muchos de los derechos adquiridos en materia laboral se han ido al traste afectando a la estabilidad no solo económica sino emocional de muchos malagueños.

Artículo publicado en la columna de opinión El Alféizar de SUR.  5.11.13