En el Día de la Caridad, desde Cáritas queremos invitar a todos a trabajar por la felicidad que nos aporta vivir en una economía de la gratuidad; porque desde la austeridad y la sencillez, abajándonos hasta unirnos con los más necesitados, igual que lo hizo Jesús que “siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de enriqueceros con su pobreza” (2 Co 8,9), alcanzaremos la necesaria y evangélica liberación integral de las personas. La economía de la gratuidad consiste en vivir “sin que el progreso de los unos sea un obstáculo para el desarrollo de los otros” (Populorum Progressio 44).

En ocasiones, ante la pobreza se nos plantean cuestiones como ¿dónde está Dios?, ¿qué hace ante esta situación? La respuesta es bien sencilla, Dios está entre los pobres. Y debemos ir más allá, Dios nos ha puesto a cada uno de nosotros para luchar contra la pobreza, porque Jesús mismo lo deja claro en el Evangelio, cuando en la multiplicación de los panes y los peces, ante el hambre de la gente, dice “Dadles vosotros de comer… Comieron todos hasta quedar satisfechos” (Mt 14, 16.20). Es una invitación a compartir la vida, a conseguir que las palabras que Juan Pablo II llamaba glaciales, mío y tuyo, dejen de prevalecer en el mundo para conseguir hablar simplemente de nosotros. Todo esto es posible a través de la economía de la gratuidad.

Para compartir nuestra vida y nuestros bienes, contamos siempre con la fuerza que nos transmite la Eucaristía.

Vivir eucarísticamente nos compromete entre otras cosas a: 

• Optar por la fuerza misteriosa de Cristo resucitado.
• Crear lazos de comunión en un mundo roto y enfrentado.
• Aprender a compartir.
• Aprender a colaborar respetando la dignidad y los derechos de cada uno.
• Optar por la gratuidad.