Para prepararnos hondamente al Triduo Santo de la Muerte, Sepultura y Resurrección del Señor, la tradición cristiana ha ido configurando el tiempo litúrgico de Cuaresma y, para que ese Triduo deje huella en nosotros cada año, se ha configurado los cincuentas días del tiempo Pascual. Desde el Miércoles de Ceniza (este año el próximo día 17 de febrero), en el que el sacerdote nos dice al imponerla sobre nuestras cabezas: “Conviértete y cree en el Evangelio”, hasta el Jueves Santo, la Iglesia nos ofrece renovadamente el camino cuaresmal: camino de escucha atenta de la Palabra, camino de oración profunda, camino de conversión evangélica, camino de aprendizaje y ejercicio de la caridad cristiana, camino de renovación bautismal.

 

Invito a los cristianos y, particularmente, al mundo cofrade, a que este año vivamos las semanas sucesivas de la Cuaresma y los días de la Semana Santa, desde la perspectiva del Año Sacerdotal que estamos celebrando en nuestra diócesis y en toda la Iglesia universal. Benedicto XVI lo convocó para toda la Iglesia en junio pasado y constituye la primera prioridad pastoral de nuestra diócesis durante este curso hasta su clausura en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.

La primera edición de “La Saeta” de 2010 me ofrece la oportunidad de invitar a sus numerosos lectores para que oren por la santidad de los sacerdotes, para que ayuden a los sacerdotes a vivir su ministerio y para que no dejen de implorar al Señor de la Mies que envíe numerosos operarios a su Mies.

 

En el misterio de la Presencia y de la Acción del Señor en medio de su Pueblo, Él ha querido valerse particularmente de los sacerdotes. Ellos actúan en nombre del Señor y le hacen presente como Cabeza, Pastor, Siervo y Esposo de su Iglesia. Ellos nos comunican el perdón del Señor en el sacramento de la Penitencia y nos alimentan con el Cuerpo y la Sangre del Señor en el misterio de la Eucaristía: sacramento de la presencia real del Señor, que se entrega hasta la muerte por nosotros y que se nos da como alimento de nuestra vida cristiana como prenda de la vida eterna.

 

Invirtiendo la famosa frase de San Agustín: “Con vosotros soy cristiano, para vosotros soy obispo”, ¡qué estupendo será que cada cristiano y que cada cofrade diga a los sacerdotes: “Con nosotros sois cristianos, para nosotros sois sacerdotes”! Y que, en consecuencia, dé gracias a Dios por el insustituible ministerio de los sacerdotes y les ayude con su oración y su amistad.

 

¡Esto es lo que os pido de corazón a todos!

    Alfonso Fernández-Casamayor Palacio
    Vicario General y Deán de la Catedral