NoticiaMisión diocesana «Gracias a la diócesis de Málaga se salvan vidas en Venezuela» Publicado: 30/04/2021: 19703 Caicara del Orinoco «A diario, repartimos medicinas a cientos de personas que no pueden acceder a ellas gracias a las que nos envían desde la Diócesis de Málaga, con la ayuda de las parroquias, los movimientos, las Cáritas parroquiales y las cofradías», explica el sacerdote malagueño, Manuel Lozano, que lleva 26 años en esta misión. «Gracias a estas medicinas son muchos los venezolanos que tienen mayor calidad de vida, porque a la crisis política y económica se le suma la crisis social, y es prácticamente imposible conseguir medicamentos» explica Manuel Lozano. La atención a los enfermos se realiza a través del Consultorio Médico Doctor José Gregorio Hernández de Cáritas parroquial de la Misión Diocesana de Caicara del Orinoco. «Atendemos a unos 500 enfermos crónicos, además de otros muchos pacientes. Puedo decir que, gracias a la generosidad de los malagueños y melillenses, estamos salvando vidas, por eso quiero dar las gracias a todos aquellos que colaboran económicamente con esta misión, especialmente al arciprestazgo de Álora, donde tres de sus sacerdotes tienen una singular vinculación con este país, ya que tanto el párroco de Pizarra, Hernán Marcel Lunar; el de Coín, Antonio José Acurero; como el de Campanillas, Vicente Rafael de la Torre, son venezolanos. Mientras que, el sacerdote Juan de Jesús Báez, fue misionero en Caicara durante 10 años, por lo que todos conocen muy de cerca la dura realidad que está viviendo este pueblo». Ya son 11 los sacerdotes malagueños que han pasado por esta misión desde que se creó hace 35 años. Aunque la presencia de la Iglesia de Málaga en Venezuela se remonta a 1954 cuando llegaron los primeros sacerdotes a esta “Tierra de Gracia” como la llamó Cristóbal Colón. «Muchos no entienden por qué estamos y permanecemos aquí, cuando tanta gente está huyendo del país por la dramática situación social, pero nosotros estamos empeñados en llevar la Palabra al pueblo para alimentar y avivar su fe y sobre todo mantener la esperanza ante las consecuencias nefastas del Covid-19» asegura Lozano. Como explica el delegado de Misiones, Danilo Cantillo, el lema de la campaña de este año quiere ser un “abrazo solidario desde Málaga a nuestros hermanos venezolanos” y añade que «toda la colecta de este día se destina a la Misión Diocesana, para que nuestros misioneros continúen su labor evangelizadora y de ayuda a este pueblo». Además, hay un número de cuenta para aquellas personas que quieran contribuir con la misión de este modo ES47 2103 0146 940030012243. Una de las personas a las que la que la Iglesia de Málaga ha hecho tanto bien es Guillermo Flores Molina, oriundo de Colombia, que lleva más de 40 años en Caicara del Orinoco. Llegó a Venezuela buscando una oportunidad, ya que las cosas estaban muy mal debido al Conflicto Armado en su país de origen. Flores afirma que nació en una familia cristiana, pero «estaba un poco apartado de la fe, y la pérdida de mi familia cuando me divorcié, hizo que tocara fondo. Estoy aquí gracias al padre Fernando Jiménez Villarejo, que me ayudó y me confesó, cuando lo que tenía en mente era suicidarme y antes matar a mi esposa. Pero antes de llevar a cabo mi plan, entré en la iglesia, donde estaba el padre que me habló del amor de Dios y de la tabla de salvación de Cristo, algo que yo ya había escuchado en alcohólicos anónimos, donde acudía. Pero tras la absolución del sacerdote sentí la presencia del Señor y, por primera vez en mi vida, pude dormir tranquilo y sentir de verdad lo que es el amor de Dios». Tras un tiempo en la Iglesia, Flores empezó a colaborar con la comunidad parroquial en la misión y hace siete años su hija de 16 años tuvo parálisis de riñones, «me pasaba los días rezando para que el Señor salvara a mi hija, que tuvo que trasladarse a otra ciudad para poder recibir diálisis. En esos momentos desde Málaga nos enviaron muchas medicinas para ella. Hace poco más de un mes mi hija falleció y en ese momento me enfadé con Dios, pero en su sepelio comprendí que, en lugar de enfadarme con Dios por llevársela, tenía que darle las gracias por habérmela prestado durante el tiempo que estuvo aquí conmigo. Ahora estoy intentando recomponer mi vida, tras un vacío tan grande». Descarga aquí el cartel de la Campaña de la Misión Diocesana de este año