En su intervención ha lamentado las dificultades para que el voluntariado católico de prisiones pueda seguir llevando a cabo su labor en el interior de la cárcel y con las familias de las personas encarceladas.

Escucha aquí la entrevista con el trinitario Andrés González.

«Somos el único sitio de la Iglesia en el que, en vez de trabajar más en pandemia, los voluntarios trabajan menos. Desde que se decretó el confinamiento los voluntarios no han podido entrar. Entramos solo los dos sacerdotes: el delegado diocesano y el capellán. Solo entraba una voluntaria para ayudarnos a preparar toda la ropa que repartimos a los más necesitados que es una labor ingente». 

El delegado ha explicado toda la labor que la Iglesia de Málaga realiza con las personas que están privadas de libertad y que ahora se encuentra paralizada en gran medida: «El voluntariado venía todos los fines de semana y, algunos de ellos, alguna vez más entre semana. Se hacían actividades de formación, celebración de la Palabra, catequesis, Eucaristía. Todo esto ha desparecido. Los dos sacerdotes no llegamos a todo lo que se necesitaría, porque hablamos de 1.200 a 1.400 personas y es muy difícil llegar».