NoticiaEducación A vueltas con la clase de Religión Publicado: 22/06/2015: 5670 A raíz del nuevo proyecto de Ley de Educación, propuesto por el actual Ministerio de Educación, surge otra vez la polémica sobre la conveniencia de las clases de Religión; un debate recurrente para todos aquellos que bajo el pretexto de su ideología tratan de mutilar la formación de los alumnos: desde los más pequeños de la Educación Infantil, pasando por los de Primaria y los de la ESO, hasta los de Bachillerato, sin ser conscientes del valor de las mismas. Las clases de Religión ayudan al alumnado de diferentes niveles a estimar una serie de valores positivos para su propia vida, para la convivencia en sociedad y, sobre todo, les permite conocer nuestra cultura de profundas raíces cristianas y ser conscientes de un legado que ha configurado nuestro modo de ser, tanto a nivel personal como social. La cultura que ha generado el cristianismo a lo largo de los siglos está presente en el derecho, en la literatura, en la música, en la escultura, en la pintura o en la arquitectura, es decir, en todas las manifestaciones artísticas de la Europa occidental. La falta de estos conocimientos en los niños y en los jóvenes supone una educación empobrecida; por ese motivo las clases de Religión constituyen una verdadera dimensión educativa, necesaria para comprender tantas y tantas cosas relacionadas con el Cristianismo. Se trata de alcanzar una formación religiosa para poder aspirar a una educación integral que permita a las nuevas generaciones estar mejor formadas, sin censuras ni carencias culturales, y acceder así al bien, a la paz, a la solidaridad social, a una visión de un mundo amable; a un Dios amigo que no nos enfrenta con nadie. Por tanto, todos los niños en sus diferentes etapas escolares deben aspirar a una formación integral y no es nada positivo que la enseñanza religiosa sea sometida a presiones con el fin de excluir a las clases de Religión del ámbito educativo público. Por eso animo a los padres a que no escuchen cantos de sirenas e inscriban a sus hijos en la asignatura de Religión. Marion Reder, catedrática de Historia Moderna