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Un nuevo modo de presencia

Publicado: 01/06/2011: 1447

A nosotros, situados en el espacio y en el tiempo, nos resulta difícil comprender el sentido de la Ascensión del Señor. A primera vista, Jesús se ha alejado del hombre, como parece sugerir el libro de Los Hechos, cuando afirma que los discípulos “lo vieron elevarse, hasta que una nube lo ocultó de su vista”.

Pero, con palabras de Benedicto XVI, “el Jesús que se despide no va a alguna parte en un astro lejano. Él entra en la comunión de vida y de poder con el Dios viviente”; y los discípulos “saben que la ‘derecha de Dios’, donde Él está ahora enaltecido, implica un nuevo modo de su presencia, que ya no se puede perder; el modo en que únicamente Dios puede sernos cercano”. O lo que es igual, Jesús no se ha alejado de nosotros, sino que se ha metido más dentro de nosotros y ha elevado nuestra vida hasta la esfera de Dios.

Es natural que los discípulos, fortalecidos por esta permanente cercanía divina, se sientan más seguros y vuelvan a Jerusalén, a la brega diaria, con la paz, la fortaleza y la alegría de quien se sabe en las manos de Dios. Pronto, iluminados por el Espíritu, entenderán aquellas palabras misteriosas de Jesús: “Me voy, pero volveré a vosotros”. La Ascensión nos dice que Jesús, a quien ahora sólo vemos con los ojos de la fe, sigue a nuestro lado, con un nuevo modo de presencia: el propio de Dios. Y nosotros tenemos la misión de ser testigos y voceros de que, en Jesucristo, Dios nos ha dado la Vida que no acaba. Para nosotros, vivir no es caminar hacia la nada, y mucho menos deteriorarse, sino ascender cada día, crecer en el amor a Dios y al hombre, que es nuestra vocación, nuestra meta y nuestra mejor calidad de vida.  

Autor: diocesismalaga.es

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