NoticiaCentro Superior Estudios Teológicos Andrés García: «La Teología es una llamada a la misión» Publicado: 13/07/2022: 9314 Formación Andrés García Infante entra a formar parte del claustro de profesores de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga, en el departamento de Teología Fundamental y Dogmática y apoyando la formación de los futuros profesores de Religión. Este licenciado en Ciencias Religiosas por el ISCR San Pablo es además máster en Teología por la Universidad de Murcia y licenciado summa cum laude en Teología Fundamental por la Pontificia Universidad Antoniana de Roma. Es profesor de Religión y Filosofía en el colegio "León XIII", de Religión en el colegio "La Colina" y también forma parte del claustro de la Escuela Teológica San Manuel González, en la sede de Mijas. Es vocal de formación y catequista de la Archicofradía del Paso y la Esperanza y vocal de formación de la Congregación de la Divina Pastora. Usted mismo ha sido alumno del Instituto Superior de Ciencias Religiosas “San Pablo”. ¿Cómo vive formar ahora parte del claustro de estos centros? Con mucha ilusión pero también, si se me permite la broma, con «temor y temblor». Cuando estudiaba teología sentía una profunda admiración y respeto por mis profesores. Para mí eran gigantes, no solo por sus conocimientos, sino por la pasión con la que los transmitían. Alguna vez soñé con poder seguir sus pasos, pero sinceramente lo veía como algo inalcanzable. Ahora doy gracias a Dios por esta tarea que se me encomienda y le pido fuerzas para poder estar a la altura. A sus 36 años, va a ser el profesor más joven del claustro. ¿Cómo lo interpreta? Pues como un honor inmerecido. Me alegra mucho ver que se está apostando por jóvenes formados, pues si hemos llegado a tener una cualificación teológica de nivel superior es gracias al esfuerzo sostenido de la Diócesis en materia formativa. El poder devolver algo de lo mucho que hemos recibido es motivo de alegría. Ha profundizado en los estudios teológicos y ha investigado especialmente sobre la historicidad de la resurrección de Cristo. ¿Qué le ha aportado? Una visión profunda sobre los cimientos de nuestra fe. Para mí estudiar teología es una forma de ascesis, de oración y contemplación que vivo como una vocación propia al servicio de la Iglesia, pues no concibo la teología como un quedarse ensimismado en la belleza del Misterio de Dios, sino como una llamada a la misión. Como a Pedro en la Transfiguración, a todos los que nos dedicamos a la teología nos asalta la tentación de decir: «¡qué bien se está aquí, hagamos tiendas!», pero el Señor nos pide descender del Tabor. La Diócesis insiste mucho en la necesidad de la formación teológica tanto para sacerdotes como seglares, y de hecho tiene una fuerte apuesta para favorecerlo. En breve sale, además,su libro "Echad las redes. Teología para principiantes". ¿Por qué animaría, personalmente, a sumergirse en estos estudios? ¿Por qué merece la pena? «Dad culto al Señor, Cristo, en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza» (cf. 1Pe 3, 15). Me parece que estas palabras de Pedro resuenan hoy con fuerza, pues hay que reconocer que vivimos en una sociedad poscristiana. En efecto, no podemos seguir viviendo de las rentas del pasado, ni “estirar el traje de la primera comunión” siendo ya adultos, sino que hay que desarrollar y formar la inteligencia espiritual, el contenido específico de nuestra fe, en el marco más amplio de un desarrollo humano integral. Como nos recuerda constantemente el papa Francisco, estamos en una Iglesia en salida. Ciertamente se nos plantean muchos retos en nuestra sociedad actual, no pocos de gran dificultad… e incluso diría que encontramos cierta hostilidad a la tradición cristiana, pero esto hay que afrontarlo, no con pesimismo —pues todas las épocas han tenido sus dificultades—, sino con realismo esperanzado, que es lo propio del cristiano. Precisamente el libro que me publica la editorial Loyola en septiembre, «Echad las redes. Teología para principiantes», es el fruto del encuentro con personas de diversas sensibilidades, con sus dudas e inquietudes, pues como afirma Ch. Duquoc: «el teólogo se sitúa al lado del creyente que vive hoy su fe en medio de la incertidumbre y de la duda». El propósito del libro es contribuir al diálogo entre el cristianismo y la cultura actual, mostrando el carácter razonable de la fe pero, por encima de todo, mi deseo es que ayude a quien lo lea a encontrarse con el Bien, Verdad y Belleza del Dios que se ha revelado en Jesús de Nazaret.