NoticiaColaboración Carta abierta, verano en la parroquia de San Lázaro Publicado: 15/07/2014: 12736 Mª Trinidad Moltó García, catequista en la parroquia de San Lázaro y abogada, reflexiona sobre el ritmo de las parroquias en verano. La parroquia en verano es distinta. El párroco se merecía las vacaciones, nosotros también. A finales de mayo se siente vivamente la necesidad. Pero ha llegado julio y se mira cada día a la puerta con cierta nostalgia, con cierto deseo de volver a empezar. Todos los años, cuando por estas fechas venía el otro cura -el que sustituye por vacaciones- me recordaba que a nuestro párroco nos lo podían cambiar en cualquier momento. Este año, en nuestro caso, el aviso se cumplió. También están de vacaciones los catequistas, la misa de la familia y la oración semanal. De vacaciones, el ambiente de niños, jóvenes y padres de familia. Pero Jesucristo sigue en el Sagrario. Y sigue el confesionario en su sitio. Y siguen las misas, con el horario cambiado, pero siguen. Y sigue el rosario de cada tarde antes de cada misa. Y la Virgen, llena del Espíritu Santo, nos sigue mirando complacida. ¿He dicho que está Cristo, el Espíritu Santo y la Virgen? Pues estamos todos, no nos falta nadie. Estamos de vacaciones y, tomada distancia de tantos detalles de la vida ordinaria, ese Cristo vivo del Sagrario parece hablarnos de una forma distinta y sosegada. Pero no es que parezca, es que lo hace. Y hablando Cristo, todo lo demás se ilumina y se desvanece. El Señor está siempre con nosotros y se viene de vacaciones con nosotros. En este tiempo de descanso debemos aprovechar el tiempo para dedicar un espacio en nuestra vida a Jesús, un tiempo apropiado para hacer oración. Efectivamente, en la Iglesia podemos tomar distancia de casi todo en vacaciones, pero nunca de Cristo. En el Sagrario no están de vacaciones, no hay Cristo sustituto. Sabemos que Dios descansó un día, pero desde el día siguiente le hemos dado tanta guerra, que aún no se ha podido coger vacaciones. Y lo hace porque Dios es el único que puede procurarnos el verdadero descanso: en el alma y en el cuerpo, en el tiempo y en la eternidad. Feliz descanso.