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Fray Bartolomé de las Casas: defensor de los indios

Publicado: 26/02/2013: 8022

Con motivo del Día de Hispanoamérica, Mariela Martínez Higueras, O.P. analiza la figura del santo que defendió los derechos de los indígenas.

Nació en 1484 en Sevilla, siendo el mayor de tres hermanas. Hay acontecimientos de la infancia que quedan grabados en nuestra retina y luego conforman nuestra vida, nuestra misión o nuestra vocación. Así le ocurrió a nuestro protagonista. El padre de Bartolomé, Pedro, acompañó a Cristóbal Colón en su segundo viaje a las Indias. A su vuelta algo llamó la atención del ya adolescente Bartolomé en el encuentro con aquellos hombres que tenían un poco de aventureros y un mucho de héroes: cada uno de los expedicionarios de las Indias volvían exhibiendo como trofeos a indios esclavos. Este hecho quedó grabado en su mente y su corazón de tal forma que lo reflejó posteriormente de forma viva y pormenorizada en su “Historia de Indias”: “Fueron -escribe él- como es dicho, cargados de indios hechos esclavos”. El tiempo transcurre y en abril de 1502, siguiendo los pasos de su padre llega a la Española y allí se dedica a extraer oro participando en la campaña de conquista de Ovando, y recibiendo una encomienda: Él mismo confiesa que hizo trabajar duro a sus indios, siguiendo las condiciones de trabajo de su lugar y tiempo, aunque no los maltrató ni los castigó abusivamente. En 1512 interviene en la conquista de Cuba como capellán del conquistador Diego Velázquez, recibiendo también encomienda de indios. 

En 1507 viaja a Roma y se ordena presbítero. Sin embargo lo que él llama su “conversión” tiene lugar el 15 de agosto del 1514. Se venía madurando desde las navidades de 1510, en que oyó predicar al dominico fray Pedro de Córdoba; y sobre todo con el sermón del también dominico fray Antón Montesinos en el adviento del año siguiente sobre la condición humana libre y sobre la vocación a la fe cristiana y a la santidad de los indios que tanto dio que hablar: “Digan, ¿con qué derecho y con qué justicia tienen en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Cómo los mantienen tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades, en que incurren por los excesivos trabajos que ustedes les ponen y se les mueren, y por mejor decir, los matan ustedes, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tienen de quien los doctrine, y conozcan a su Dios y creador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Estos, no son hombres? ¿No tienen almas racionales?” Sin duda esto no dejó indiferente a Bartolomé y en marzo de 1522 ingresa en la Orden dominicana. 

Su buena formación teológica y jurídica, la empleará a partir de ahora en la defensa de los indios, es más siendo ordenado obispo y siendo prelado de Chiapas, utilizará esa dignidad para hacer más eficaz su misión profética. A partir de entonces él también se erige en “la voz de los sin voz” y denunciará en más de una ocasión las injusticias contra los indios por parte de los españoles. 

Así lo hace en su discurso de Molins de Rey del 12 de diciembre de 1519 ante el chanciller: "Muy alto y muy poderoso rey e señor: yo soy de los más antiguos que a las Indias pasaron y ha muchos años que estoy allá, en los cuales ha visto por mis ojos, no leído en historias que pudieran ser mentirosas, sino palpado, porque así lo diga, por mis manos, cometer en aquellas gentes mansas y pacíficas las mayores crueldades y más inhumanas que jamás nunca en generaciones por hombres crueles ni bárbaros irracionales se cometieron, y éstas sin ninguna causa ni razón, sino solamente por la codicia, sed y hambre de oro insaciable de los nuestros”. 

A Bartolomé de las Casas se le asocia con justicia el papel de Padre, Protector y Defensor de los Indios. A él se debe, en gran medida, la paternidad de las Leyes Nuevas y del “Derecho de gentes” antes que a nadie, así como las declaraciones de la Iglesia en favor de la igualdad y dignidad de los indígenas americanos, y de sus derechos a la libertad y a sus bienes. Fue promotor virtual de los derechos de los pueblos a su independencia y a labrar su propio porvenir en libertad, al mismo tiempo que mentor lejano y cercano de los derechos fundamentales del hombre, aunque todavía estén lejos de su práctica universal.

Autor: Mariela Martínez Higueras, O.P.

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