NoticiaBioética El embrión, la dignidad del ser humano con discapacidad Publicado: 07/09/2012: 13184 El siglo XX fotografió la separación: “No todos los humanos son personas”, dictaminó sin complejos, el pensador americano H. Tristram Engelhardt, en su libro sobre los fundamentos de la Bioética. Desde ese momento aparecen en la humanidad dos grupos irreconciliables, incompatibles, desconocidos y distintos, como si fueran enemigos antagónicos: los hombres y las personas. ¿Cómo podemos diferenciarlos? La prueba del nueve es la siguiente: es preciso estar conscientes, o mejor, autoconscientes, para poder ser personas, pues si no, el bioeticista de turno, nos puede desprender del título de persona aún siendo hombre, degradándonos sólo a la condición de vida biológica, despojados de los derechos y deberes que le son propios a la persona. QUIÉN ES PERSONA Cuando definimos a la persona como un hombre autoconsciente, con capacidad de juicio, racionalidad madura, conciencia del propio yo, libertad y autonomía para elegir libremente, rompemos a la humanidad en dos grupos. A un lado están las personas, o sea los hombres sin tacha, a los que no les falta nada y mantienen su autonomía y su consciencia, y al otro lado están los hombres, que desde el nacimiento o el transcurso de su vida se han visto quebrantados, y por tanto no son ni autónomos y en muchas ocasiones tampoco son conscientes. Esta corriente ha ganado tantos adeptos, que de hecho ejerce su hegemonía en muchas universidades y diferentes centros relacionados con la Bioética. Las sociedades siempre habían sido identificadas como maduras y ejemplarizantes dependiendo del trato que dispensaban a sus integrantes más vulnerables y desfavorecidos. Estos nuevos pensadores rompen con esta tradición y se atreven a situarse en los aledaños de las concepciones totalitarias de la vida. Lo triste de todo esto, es el excesivo eco a sus discriminatorias e injustas ideas. Para negar a unos hombres su categoría personal, se comete el disparate de establecer condiciones para tenerlas por miembros de la comunidad de personas. Las cosas son al revés, reconocer la persona es reconocer una demanda absoluta, un derecho inalienable, una exigencia incondicionada, como escribe el filósofo José Luis del Barco. El filósofo alemán Spaemann remarca de una forma contundente y sencilla que los hombres son personas, que todo hombre es persona, de la siguiente forma: “La persona es el hombre, no una cualidad del hombre” y “el ser de la persona es la vida del hombre”. También el pensador español Julián Marías cree que la persona humana no es una cosa entre otras, algo con miles de ejemplos, sino alguien irrepetible, o expresado en sus palabras: “la persona es un alguien corporal”. EUGENESIA La separación forzada por muchos pensadores entre hombres y personas, también influyó de forma decisiva en la regulación abortista de muchos países. La formulación de los principios eugenésicos influyeron de forma decisiva sobre muchos legisladores cuando emprendieron su tarea en relación a las leyes relacionadas con el aborto, incluyendo la despenalización de las mujeres que interrumpieran su embarazo por el supuesto de malformación fetal. La eugenesia es una filosofía social que defiende la mejora de los rasgos hereditarios humanos mediante varias formas de intervención. Los medios antiguamente propuestos para alcanzar estos objetivos se centraban en la selección artificial, mientras los modernos se centran en el diagnóstico prenatal y la exploración fetal, la orientación genética, el control de natalidad, la fecundación in vitro y la ingeniería genética. Toda persona que defienda que la vida de cualquier hombre merece la pena ser vivida, no por su calidad, sino por su realidad ontológica, no puede situarse nunca al lado de las posiciones eugenésicas. Así también lo ha entendido la ONU (Organización de Naciones Unidas) que en septiembre de 2011 recomendó a nuestro país que derogase cualquier supuesto discriminatorio por motivos de discapacidad en relación con la regulación del aborto, dado que resulta contradictorio y vulnera la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de 2006, firmada y ratificada por España, y aplicable en nuestro país desde 2008. El actual ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, ha anunciado que en breve se eliminará en España de su legislación sobre el aborto el supuesto de malformación fetal, como recomienda desde hace años la ONU. Este anuncio ha sido celebrado por el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad, ya que según su opinión el aborto eugenésico “parte de la premisa de que la vida de las personas con discapacidad es menos valiosa que la del resto, y por este motivo se le puede aplicar un trato desigual, que encierra una clara discriminación”. La dignidad de la persona con discapacidad es la dignidad de la humanidad misma, y por tanto debe ser protegida y respetada como la de cualquier hombre. Lo demás es tremendamente discriminatorio e inhumano. José Antonio Trujillo es médico y fue director médico del Hospital Carlos Haya Autor: José Antonio Trujillo