NoticiaVida Consagrada Madre María Guadalupe: «Él es quien ha guiado mis pasos hasta el día de hoy» Publicado: 20/05/2016: 15756 El domingo 22 de mayo, celebramos la Solemnidad de la Santísima Trinidad, en la que confesamos al único Dios en la Trinidad de personas y la Trinidad de personas en la unidad de Dios. También celebramos la Jornada Pro orantibus, un día para que valoremos y agradezcamos la vida de los monjes y monjas, que se consagran enteramente a Dios por la oración, el trabajo, la penitencia y el silencio en la vida consagrada contemplativa. El lema de este año es «Contemplad el rostro de la misericordia», en sintonía con el Año de la Misericordia convocado por el papa Francisco. El 28 de mayo tiene lugar en el Monasterio de las Carmelitas Descalzas de Málaga el Encuentro de los miembros de vida contemplativa de la diócesis. A las 16.30 horas, el P. Ignacio Núñez de Castro, sj, preside la Eucaristía En la diócesis de Málaga son 19 los monasterios de vida contemplativa, en los que cada día se ora y se trabaja por todo el mundo. Hace sólo unos días, uno de ellos, el Monasterio de Nuestra Señora de la Merced, en Cruz del Molinillo, celebró la profesión solemne de votos perpetuos de Sor María Guadalupe, un rostro más de la misericordia de Dios en la Diócesis de Málaga. Madre María Guadalupe, la Jornada Pro orantibus tiene como lema “Contemplad el rostro de la misericordia”, ¿qué le sugiere? Para mí, ese lema es todo. La verdad es que el rostro de Dios no es otro que el de la misma misericordia, y nosotras, con ese mismo rostro, con ese mismo lema, hemos de contemplar a nuestros hermanos. ¿Cómo surgió su vocación? He tenido la dicha, al menos yo lo siento así, de que Dios me ha tratado de una manera muy especial. Me llamó cuando era pequeña, tenía 14 años, y Él mismo me fue mostrando el camino. Yo sentí que era Él quien me llamaba, a esa edad; y Él me fue abriendo las puertas y me armó de fortaleza, porque no es cosa pequeña lo que se deja, siempre cuesta, y yo sentí que Él me dio la fortaleza para dejar familia, trabajo y tierra (soy de Guatemala). Aunque era pequeña, ya tenía mis proyectos, pero Él me ayudó para emprender el camino de la vocación. Yo lo tuve claro, el Señor me quería para sí, y me ha dado la gracia para irle respondiendo cada día, hasta el día de hoy. Yo, lo único que hago siempre es confiarle mis días, mi vida, mis años... y en su providencia dejo mi futuro. Él ha guiado mis pasos hasta el día de hoy. A sus 24 años, ha profesado usted como religiosa Mercedaria. ¿Cómo era su vida antes? Sólo pude terminar la Primaria, en Guatemala, mi país. En mi familia somos 10 hermanos, muy felices. Mi madre tenía un pequeño negocio de prendas de vestir y yo empecé a trabajar con ella. En mi familia siempre se vivió un ambiente fraterno y muy cariñoso. La verdad es que me costó mucho dejarla, porque vivíamos bien, con nuestros problemas y dificultades, pero con un amor profundo. Además, mis padres, desde pequeños, nos han transmitido la fe y me han guiado en mi vida de sacramentos. He tenido unos padres cristianos maravillosos, a los que estoy muy agradecida. ¿Cómo conoció a las Mercedarias? Tenía 13 años y conocí a una monja que me explicó, desde el principio, en qué consistía la vida contemplativa y, en concreto la de las Mercedarias, fundadas por una española. Aunque era pequeña, la Madre me habló como si yo fuese una persona mayor, me hizo ver las cosas con claridad, el compromiso que conllevaba y lo que significa ser Mercedaria, es decir redentora, con los cautivos de hoy día, que no son tanto de cuerpo, como de alma. Me impactó tanto que esa idea ya no se fue de mi cabeza. Vivimos en una sociedad estresada, a golpe de horarios, ¿se puede ser contemplativa? Sí, se puede. Las seis religiosas que formamos la comunidad, en el día a día, también nos organizamos con horarios, pero nos rige una ley: la del amor. Cumplimos nuestros horarios por amor, nuestras actividades están bañadas por la misericordia de Dios y, lo que hacemos en cada momento, sentimos que está bendecido por el Señor. ¿Es usted feliz? Muy feliz, porque al lado del Señor no se puede vivir infeliz. Él es la misma felicidad y llena toda mi vida. Como me dijo mi madre cuando le conté que quería ser religiosa, «para la oración no hay distancias ni fronteras, para la oración todo es posible». Objetivos de la Jornada Pro orantibus 1. Orar a favor de los consagrados y consagradas en la vida contemplativa, como expresión de reconocimiento, estima y gratitud por lo que representan, y el rico patrimonio espiritual de sus institutos en la Iglesia. 2. Dar a conocer la vocación específicamente contemplativa, tan actual y tan necesaria en la Iglesia y para el mundo. 3. Promover iniciativas pastorales dirigidas a incentivar la vida de oración y la dimensión contemplativa en las Iglesias particulares, dando ocasión a los fieles, donde sea posible, para que participen en las celebraciones litúrgicas de algún monasterio, salvaguardando en todo caso, las debidas exigencias y las leyes de la clausura.