¡Qué breve y qué actual la plegaria de Pedro! El Señor le invita a dar el paso ilógico de caminar sobre las olas. Pedro se lanza, pero el contexto no le ayuda. Sintió miedo y empezó a hundirse. Entonces, pronunció aquel grito esperanzado: “Señor, sálvame”.

Como Pedro, hemos dado el paso del discipulado y, como él, sentimos que a veces nos hundimos, que las circunstancias nos superan.

El Señor conoce nuestro entusiasmo por seguirlo. También sabe de nuestras debilidades. No siempre es fácil vivir en clave de Evangelio las realidades familiares, comunitarias, laborales, sociales…

Vivimos un tiempo cargado de incertidumbres, de preguntas sin respuestas, de pérdidas… La pandemia ha convertido nuestro mundo en ese mar azotado por “la violencia del viento”, y el Señor nos invita, como a Pedro, a caminar hacia su encuentro.

Él está ahí, sobre esas aguas turbulentas. ¿Somos capaces de verlo en esta realidad tan amenazante en la que nos encontramos? ¡No es un fantasma! Ha asumido los mil rostros de nuestros hermanos y hermanas azotados por el viento de la Covid-19.

Estamos invitados a caminar sobre “olas embravecidas”, contando siempre con su ayuda. Nos invita a abandonar el refugio seguro de la “barca” y a salir a su encuentro. Él no nos faltará, nos tenderá la mano, no dejará que nos hundamos. ¿No es acaso una invitación a ser “Iglesia en salida”?