La realidad del mal en el acontecer diario

La Palabra de Dios presenta la realidad del mal en el acontecer diario.

Dios no se escandaliza de la cizaña; perdona con su soberanía de misericordia. Su perdón nos invita a cambiar la cizaña en trigo, a no dejar que crezca en nuestro interior. Dios nos enseña a ser humanos. Inhumanos somos cuando pretendemos arrancar la cizaña; no somos jueces. Sólo Dios, que cuida de todos, es juez, y, sobre todo, es Padre misericordioso y paciente. No se trata de quedarse igual ante la cizaña, pero tampoco de desesperarse ante esta doble realidad que se debate en nosotros; todos somos débiles.

El Evangelio va más allá: “dejadlos crecer juntos hasta la siega”. Nos enseña la tensión en que debemos vivir hasta la definitiva instauración del Reino de Dios. Cristo ya ha vencido la muerte y ha sembrado la semilla. Esperar la justicia no supone arrancar, no sea que el trigo se haga cizaña, sino avanzar con paciencia, con respeto, porque no todos somos iguales pero todos tenemos cizaña.

La Palabra, como semilla que da frutos, nos hace crecer como trigo en este campo que es el mundo. Sólo Dios es santo; nosotros, pequeños hijos que hemos de caminar sin mirar atrás, sin fijarnos en los demás, deteniéndonos para celebrar al único trigo limpio y puro que se siembra en nosotros para que aprendamos su misericordia. En medio de cizaña y trigo, el verdadero trigo y pan bueno para todos es Cristo resucitado.