Emilio Córdoba. «Debemos vislumbrar esta nueva realidad con fe y compromiso»

Y llegó un nuevo Pentecostés. Tras un tiempo especial de recogimiento en nuestra pasada Cuaresma (quizás más forzoso que por propia decisión personal) y después de la celebración de un Triduo Pascual de la manera más espiritual que recuerdo, llegó nuestro tiempo de Pascua de Resurrección. Cincuenta días que nos han llevado a un Pentecostés, más especial de lo soñado e imaginado, donde el rocío de luz ha abierto un rayo de esperanza al final de un duro camino donde las arenas, inestables y poco firmes, nos han brindado la oportunidad de soñar con este día, con la esperanza puesta en esta nueva realidad.

¡Y por fin llegó ese día! Con verdadero espíritu y fe cristiana, recibimos el impulso que nos da el Espíritu Santo, fuerza que vamos a necesitar ahora más que nunca como agua de mayo para poder afrontar esta nueva realidad a la que nos enfrentamos tras esta terrible epidemia, donde nuestros hermanos, nuestro prójimo, va a necesitar más que nunca de nuestra ayuda. Vaya por todos ellos nuestra oración y nuestro máximo cariño.

¡Esto no nos debe hacer decaer ni entristecer!: debemos vislumbrar esta nueva realidad con fe y con un compromiso fiel a nuestra Iglesia, siguiendo los pasos de María Santísima de las Rocinas, ejemplo de nuestro servicio a Dios y a su Iglesia. Porque, a pesar de las dificultades, hemos sido fieles a nuestro juramento y a nuestro compromiso, lo que nos ha permitido recibir el don de la creatividad para celebrar nuestros cultos, celebrar nuestra fiesta de Pentecostés y acercarnos y ser sensibles con la realidad más cruda que están viviendo los que más necesitan ahora de nuestra ayuda, reflejado en nuestro servicio a través de la coordinación de nuestra vocalía de caridad.

Ahora es el momento de recargar nuestra mochila de peregrinos de la fuerza de Pentecostés y salir a la calle a divulgar la Buena Noticia que nos llevará a vivir el Reino de Dios en nuestras vidas.

Desde Antequera y con su Hermandad, os animamos a que sigamos las pisadas de bueyes que nos llevarán, desde nuestra fe y devoción, a emprender nuestro nuevo curso pastoral.

Que así sea.

¡VIVA LA VIRGEN DEL ROCÍO! ¡VIVA EL PASTORCITO DIVINO! ¡VIVA LA HERMANDAD DE ANTEQUERA! ¡VIVA LA MADRE DE DIOS!