NoticiaAño de la Misericordia

"Vestir al desnudo"

Dos voluntarias en el ropero de Cáritas de la Asunción
Publicado: 26/09/2016: 13734

Mª Ángeles Ramos, directora de Cáritas parroquia de la Asunción, profundiza en la quinta obra de misericordia corporal: "Vestir al desnudo".

Un camino hacia la dignidad

Cáritas Parroquial de la Asunción comparte su experiencia al revivir cada día la obra de misericordia: “Vestir al desnudo”.

La imagen que mejor ilustra este propósito de vestir al desnudo lo encontramos en la parábola del hijo pródigo: «El hijo empezó a decirle: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: “Traed, en seguida, el mejor vestido y ponédselo”».

El vestido tiene que ver con la identidad más profunda de la persona. La desnudez es la pérdida de esa identidad y expresa cercanía a la muerte. Desde esta perspectiva trabajamos cada día en Cáritas Parroquial de la Asunción, a través de la comisión que se encarga del ropero. Una tarea fundamental que se enmarca en los objetivos, en las estrategias y en las acciones que se han programado para que la persona sea el centro de nuestra acogida, seguimiento y acción. Por eso nos hemos propuesto acompañar y escuchar a cada persona y a su familia para descubrir cuáles son sus necesidades, carencias, limitaciones. Y también, sus recursos y posibilidades de mejora. Ofrecemos una ayuda para que la persona recupere su dignidad. ¿Cómo lo hacemos? Primero con la acogida. Creamos un espacio de confianza e intimidad para que la persona se sienta segura y no se sienta juzgada. Y desde ahí, podemos descubrir la falta de recursos para ropa, calzado… Entonces, le proponemos que visite el ropero parroquial.

De esta manera, vestir al desnudo lo hacemos desde un profundo respeto a la persona. No se trata de imponer nuestros gustos ni dar lo que nos sobra. Se trata de acompañar a quien necesita restaurar su humanidad. Ofrecer el abrigo al que siente frío para que no bajen sus defensas. No se trata de dar ropa ni de limpiar armarios ni conciencias. El ropero parroquial nos recuerda y nos estimula para que tomemos conciencia y seamos responsables de que los bienes están destinados para la humanidad.

Dios los creó para todos y no sólo para unos pocos. La necesidad del reciclaje, que nos recuerda el papa Francisco en Laudato Si´(180) y el compartir nos hace más humanos y mejores personas. Y, sobre todo, que el fin de la persona es que descubra que ha sido creado para descubrir lo que Dios nos ha dado y para que nuestra vida vaya a más. Una invitación a que nos dejemos trasformar por el amor desde la cercanía al más desvalido.

Diócesis Málaga

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