NoticiaAño de la Misericordia "Perdonar al que nos ofende" Detalle de la Familia García Mauriño en la portada del libro que recoge las memorias del mártir Publicado: 25/07/2016: 12296 Marilde García-Mauriño, hija de un mártir durante la persecución religiosa en Ronda, nos explica la cuarta obra de misericordia espiritual: "Perdonar al que nos ofende". Extracto de una carta escrita por Matilde García-Mauriño a sus hermanos en el año 2007. Su padre, Carlos García-Mauriño Longoria, registrador de la propiedad de Ronda, murió mártir durante la persecución religiosa en Ronda. Su causa de canonización junto a Moisés Díaz-Caneja Piñán y otros 86 compañeros mártires, está actualmente en proceso. Nos marchamos. Tras la muerte de mi padre esperamos todavía unos meses hasta que nuestra madre dio a luz en enero de 1937 a su hija póstuma María Rosa, y en febrero abandonamos Ronda para dirigirnos al norte, ya sin el cabeza de familia, siendo desde entonces viuda y huérfanos. Lejos dejábamos la ciudad, pero su nombre, Ronda, quedaba impreso en nuestro corazón, sus recuerdos en nuestra mente y un jirón de nuestra alma enterrado allí donde nuestra hermanita Socorrín y nuestro padre Carlos descansaban. Ya nada sería igual que antes, esa horrible guerra fratricida en que nos habíamos visto envueltos, sin culpa por nuestra parte, nos privaría para siempre a una esposa de su amante esposo y a ocho niños de un padre inigualable. Ronda, Ronda… una ciudad bella entre las bellas, nosotros la amábamos… amábamos cada rincón de nuestra casa, el colegio donde hicimos los primeros amigos, la iglesia en la que rezábamos en familia, la Alameda testigo de nuestros inocentes juegos, el impresionante puente del Tajo, el palacio del rey moro, la histórica plaza de toros, las casas tan blancas, los balcones engalanados de geranios… Ronda, Ronda… ¿por qué nos han odiado? ¿por qué han asesinado a nuestro padre? Es mucho el daño irreparable que algunos de sus habitantes han producido a esta familia. Un desgarro tan profundo y doloroso que a pesar del tiempo transcurrido nunca ha cicatrizado. Y sin embargo nosotros, aunque de familia asturiana, nos sentimos también rondeños. En Ronda hemos vivido nuestra primera infancia, es donde han nacido Mary Sol, Manolo, Socorrín, y María Rosa, y casi todos hemos aprendido en ella a andar, a hablar con acento andaluz, a leer, a escribir, a querer y a orar. Mas este pesar que nos acompañó a través de nuestra vida, no está impregnado con ideas de odio, rencor o revancha. No. Ni siquiera en estos días, en que revisando papeles me he topado por primera vez con el nombre del miliciano que apretó el gatillo que segó la vida de nuestro padre. Hoy César, Luis, Fernando y Mary Sol, vais de nuevo a Ronda en busca de las huellas que haya podido dejar en la vida y en la muerte nuestro amado y recordado padre Carlos. Sé que no pretendéis otra cosa más que resaltar la vida honorable de un hombre de bien y contar la heroicidad con que sufrió una muerte con cruel martirio y dar a conocer sus últimas palabras que fueron para Cristo y para España. Sus hijos estamos orgullosos de que nuestro padre haya sido un santo y un mártir. Su ejemplo de valor, de templanza y de fe ha sido la más rica herencia que nos ha podido legar.