El Rosario de la Virgen es una oración apreciada por numerosos santos y fomentada por el Magisterio de la Iglesia. Aunque tiene un marcado carácter mariano, es una oración centrada en la contemplación del misterio de Cristo.

La contemplación de Cristo tiene en María su modelo insuperable. El rostro de Cristo Jesús le pertenece de un modo especial. Ha sido en su vientre donde se ha formado, tomando también de Ella una semejanza humana, nadie como María se ha dedicado a la contemplación de su rostro, Ella es modelo del todo contemplativo y evangelizador, pues María vivió mirando a Cristo y nadie como su Madre puede introducirnos en un conocimiento profundo. Ella nos ayuda a configurarnos con Cristo y hace posible que el Evangelio se haga vida en nosotros y a la vez nos empuja a anunciarlo con inmensa aegría en nuestro mundo actual.

El Rosario no ha perdido valor, como no ha perdido valor la meditación de los misterios del Señor, misterios de gozo y luz, de pasión y gloria, rezar con confianza desde la escuela de Santa María por la paz, la familia, los que sufren, por la Iglesia misionera.