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Visita Pastoral a la parroquia de San Antonio de Padua (Alpandeire)

Publicado: 26/01/2013: 4948

Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Visita Pastoral a la parroquia de San Antonio de Padua (Alpandeire) celebrada el 26 de enero de 2013.

VISITA PASTORAL

A LA PARROQUIA DE SAN ANTONIO DE PADUA

(Alpandeire, 26 enero 2013)

 

Lecturas: Neh 8, 2-4.5-6.8-10; 1 Co 12, 12-30; Lc 1, 1-4; 4, 14-21.

1.- Estamos celebrando esta Visita Pastoral a la parroquia de Alpandeire. Ya sabéis que estuve aquí cuando la beatificación de Fray Leopoldo, pero este encuentro es diferente, es la Visita del Pastor a su grey, es un encuentro más cercano del Obispo con cada uno de los miembros de la parroquia.

Hemos estado visitando a los enfermos en sus domicilios y, ahora, este es el acontecimiento más importante: la celebración de la Eucaristía. El encuentro de toda la comunidad, presidida por el Obispo, con el Señor. Después tendremos ocasión de dialogar y de saludarnos los que no lo hayamos hecho aún.

2.- En esta celebración enmarcamos las lecturas de hoy dentro del Año de la Fe y hemos escuchado la lectura de un texto del libro de Nehemías donde han aparecido dos personajes: Nehemías es un gobernador de Israel que encuentra en sus tiempos de gobierno la guía de la Ley, y el sacerdote, Esdras, que como tal sacerdote convoca al pueblo para explicar el libro de la Ley, es decir, para explicar la Palabra de Dios.

En nuestra Diócesis este año hemos optado por determinar como uno de los objetivos pastorales la profundización en la Palabra de Dios. El primer objetivo es celebrar el Año de la Fe, y el segundo es promover la lectura orante de la Biblia.

3.- El texto del libro de Nehemías nos anima, no solamente a escuchar la Palabra cuando se proclama en la Eucaristía como ahora, sino también a leerla, meditarla, reflexionarla, hacer oración con ella en plan privado en casa, o en grupo, o en la parroquia, en el templo, aunque no sea dentro del marco eucarístico.

Os animo a que profundicéis en la Palabra de Dios, porque la Palabra es iluminante, ilumina nuestra vida. La Palabra es un diálogo, Dios nos habla al corazón y nosotros le correspondemos. La Palabra debe ser alimento diario nuestro, como es alimento, al menos semanal, la Eucaristía. La Eucaristía tiene el doble banquete del pan de la Palabra y del pan eucarístico. Pero del pan de la Palabra podemos alimentarnos todos los días un poquito. La Palabra de Dios podemos leerla, aunque no sea proclamada en la liturgia, meditarla, y hacer oración con ella.

4.- Estamos promoviendo lo que llamamos el método de la lectio divina, que no es una simple lectura de la Biblia, como se lee una obra de literatura. La diferencia está en que es una lectura que nos ayuda a rezar, una lectura que es escuchar a Dios y corresponder a lo que nos dice. Lo llamamos lectura orante. Es bueno hacer uso de unos materiales que hemos ofrecido para practicar, entender, conocer el método de la lectio, y que nos pueden ayudar, en grupo o individualmente, a ese ejercicio de la lectura orante, al que os invito.

A eso, pues, nos anima la lectura de Nehemías que hemos escuchado, donde el sacerdote Esdras convocó al pueblo, como nos sucede a nosotros ahora aquí, que el pueblo cristiano ha sido convocado para escuchar la Palabra de Dios. Y ella es la que nos trasforma y la que nos trasformará porque iluminará nuestra vida: sobre nuestro comportamiento, sobre nuestro estilo de vida, nuestro seguimiento del Señor, nuestro ser discípulos suyos en esta sociedad del inicio del siglo XXI.

5.- La segunda lectura de la carta de Pablo a los Corintios nos anima a replantearnos cómo vivimos en la comunidad cristiana. La Iglesia católica, extendida en todo el mundo, se concretiza en las Iglesias llamadas particulares o diócesis. El Papa es la cabeza de toda la Iglesia; el Obispo, como sabéis, es la cabeza en la Iglesia particular; y el párroco es el delegado del Obispo en la Iglesia local del pueblo.

En esta familia cada uno tiene su tarea que no puede ni debe eludir. Tenemos que asumir cada uno la misión que el Señor nos confía. Los padres tenéis la obligación de educar en la fe a los hijos, como nuestros padres han hecho con nosotros. Dentro de la comunidad parroquial hay también tareas que hacer: la catequesis parroquial, que, aunque esté el párroco más presente o coordinando, os invito a que en la comunidad parroquial esté el servicio catequístico y que puedan unas personas ayudar también a otros padres a formar en la fe a los hijos; no solamente los propios, sino también los ajenos, para ayudarnos mutuamente en las tareas.

6.- En la Iglesia cada uno tiene una misión de ser testigo. Hay personas que colaboráis aquí en la medida de vuestras posibilidades preparando el templo, adornándolo, limpiándolo, cantando, preparando la liturgia. Y hay unas tareas que son hacia fuera. ¿Quiénes van a ser testigos de la fe fuera, en las familias, en el pueblo, en la barriada, en el trabajo, en la sociedad, en la política, en la economía? Todas esas dimensiones han de quedar iluminadas por la fe que profesamos.

Somos miembros todos del mismo cuerpo de la Iglesia, del único cuerpo de Cristo, del cuerpo místico, de la Iglesia Esposa de Cristo. Y como miembro cada uno tenemos una tarea que si no la hacemos nadie la hará por nosotros.

En esta celebración la carta de Pablo a los Corintios nos anima a asumir cada uno la tarea que le corresponda. Todos formando la única familia, la única Iglesia de Cristo; pero como miembros del mismo cuerpo donde cada uno tiene su función, como tiene su función cada miembro de cuerpo: el ojo para ver, el pie para andar, el corazón para bombear a todo el cuerpo la sangre tan necesaria e importante. Cada uno tiene una misión.

Delante del Señor nos ponemos para descubrir y discernir, junto con la cabeza de la comunidad, en este caso el párroco, dónde está mi sitio, qué puedo hacer para colaborar, para contribuir al buen funcionamiento de la parroquia, al buen funcionamiento de la Diócesis, al buen funcionamiento de la Iglesia Universal. Esto es lógico planteárselo en la Visita Pastoral.

Os animo, pues, a poneros delante del Señor y a descubrir y discernir la misión que Él nos asigna a cada uno para llevarla a cabo.

7.- Y como colofón, el texto del Evangelio de Lucas nos narra ese momento en que Jesús dice que con su presencia se cumple la salvación. Jesús ha sido enviado a sanar, a salvar, a redimirnos. Pues bien, de eso somos testigos.

Jesús nos perdona los pecados, nos ha hecho hijos de Dios, hermanos en Él. Jesús, cada vez que celebramos la Eucaristía, nos alimenta con su cuerpo. Podemos decir, como dijo en la sinagoga de Nazaret: “Hoy se cumple esto” (cf. Lc 4,21). Hoy Jesús sigue siendo enviado para dar la Buena Noticia a los pobres. El Ungido de Dios, el Mesías de Dios ha venido para salvarnos. Esta es la gran notica que necesita el mundo de hoy, porque muchos piensan que van a ser salvados y resueltos sus problemas solamente con soluciones humanas, y por desgracia no es así. Hay problemas, misterios a los que no puede responder la ciencia, y que la fe y el amor sí que lo hacen. De esto somos testigos.

Os invito, pues, a tomar fuerza, a recibir ese Espíritu del Señor Jesús, a participar de su Eucaristía como alimento, para después salir del templo y ser esos testigos que la sociedad de hoy necesita.

Le pedimos a la Virgen María, y también al Patrón, que nos ayuden a vivir como buenos cristianos en este siglo que nos toca vivir. Que así sea.

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