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Cuarto centenario de la Fundación de la Hermandad de Viñeros (Catedral-Málaga)

Publicado: 03/10/2015: 12514

CUARTO CENTENARIO DE LA FUNDACIÓN
DE LA HERMANDAD DE VIÑEROS

(Málaga, 3 octubre 2015)

Lecturas: Ex 24,3-8; Sal 115; Hb 9,11-15; Mc 14,12-16.22-26.

1. La Hermandad de Viñeros viene hoy al primer templo de la Diócesis, para dar gracias a Dios por su larga historia de cuatrocientos años de presencia y testimonio cristiano en nuestra Ciudad.

En las lecturas bíblicas, que nos ofrece la liturgia, se presenta al Dios de Israel haciendo una alianza de amor con su pueblo: Dios ama a su gente y le brinda una relación de amor, que el pueblo debe corresponder.

Moisés refirió al pueblo todas las normas del Señor y éste asintió respondiendo que cumplirían los mandatos del Señor (cf. Ex 24, 3).

Como signo para sellar esta alianza de amor Moisés escribió las Palabras del Señor, e hizo un altar con doce estelas por las doce tribus de Israel (cf. Ex 24, 4). Después celebraron holocaustos y sacrificios de comunión para el Señor (cf. Ex 24, 5). Moisés roció con la sangre de los sacrificios al pueblo y dijo: «Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha hecho con vosotros» (Ex 24, 8).

Pero esta alianza con Dios fue rota muchas veces por el pueblo de Israel. Tuvo que venir otro Sacerdote, según el rito de Melquisedec (cf. Hb 7, 17), llamado Cristo, para pactar una Alianza nueva y definitiva: «Por eso es mediador de una nueva Alianza; para que, interviniendo su muerte para remisión de las transgresiones de la primera Alianza, los que han sido llamados reciban la herencia eterna prometida» (Hb 9, 15).

2. De esta nueva Alianza, realizada por Jesús de Nazaret, se hace eco la Muy Ilustre, Antigua y Venerable Hermandad Sacramental de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Viñeros, Nuestra Señora del Traspaso y Soledad de Viñeros y San Lorenzo Mártir, que celebra hoy el cuatrocientos Aniversario de su fundación.

En 1615 se reunieron los Viñeros de Málaga y constituyeron una Hermandad, que unía bajo un mismo título su carácter gremial y religioso, con sede en la iglesia conventual de la Merced, hoy desaparecida por los trágicos sucesos de mayo de 1931.

Existen referencias de las Constituciones de la Hermandad de Nuestra Señora del Traspaso y Soledad del año 1693. Al unirse ambas hermandades, la de la Virgen toma el título de “Soledad de Viñeros”.

El odio a la fe católica destruyó, durante la Segunda República, la sede de la Hermandad y se disolvió. Se reorganizó en 1947, realizando su primera salida procesional en la Semana Santa del año 1949.

En 1962 se fusionaron las hermandades del Cristo y de la Virgen y se trasladaron a la iglesia conventual de la Aurora y Divina Providencia (Madres Dominicas: vulgo “Catalinas”).

Vemos, pues, a grandes rasgos, una historia larga de la presencia en Málaga de esta Cofradía.

3. Decíamos que la Hermandad de Viñeros se hace eco de la nueva Alianza, que Jesucristo realiza en favor de toda la humanidad. Alianza expresada con su amor infinito en la cruz y sellada con su sangre. Cristo no ofreció sacrificios de animales, sino que se ofreció a sí mismo como expiación (cf. Heb 7, 27). El “Señor de Viñeros” pisó las uvas en el lagar de la cruz, derramando su sangre para redimir la humanidad.

La Hermandad hunde sus raíces cristianas en el sacramento de la Eucaristía, memorial de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Por eso realiza su salida procesional el jueves de la Semana Santa, día sacerdotal y eucarístico. Por privilegio del papa Pio VI (1775-1800) el Nazareno de Viñeros porta en su mano derecha, durante la procesión del Jueves Santo, la llave del Sagrario.

La imagen del Nazareno, que contemplamos, lleva sobre sus hombros la pesada cruz, donde quedarán clavados todos los pecados del mundo; y gracias a ese gesto de amor la humanidad será liberada. El trono del Cristo, tallado en madera policromada y dorada, es obra de Cristóbal Velasco (1987); restaurado posteriormente por José Aguilar (1992).

Cristo, el “Señor de Viñeros”, «penetró en el santuario una vez para siempre, no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre, consiguiendo una redención eterna» (Hb 9, 12).

Este es, queridos fieles y cofrades, el misterio pascual que representáis, queridos cofrades de la Hermandad de Viñeros, y del que dais testimonio público. Vuestra tarea es también la de adorar a Cristo sacramentado, como Hermandad sacramental que sois.

4. Cuando Jesús celebró su última Pascua con sus discípulos bendijo el pan, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomad, este es mi cuerpo»» (Mc 14, 22). Lo mismo hizo con la copa llena de vino: «Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos» (Mc 14, 24).

Os animo a celebrar con fe la Eucaristía, memorial del misterio pascual de Jesucristo; y adorar con devoción el santísimo sacramento de la presencia real de Cristo, bajo las especies de pan y vino.

Jesús de Nazaret bebió el fruto de la vid y apuró su copa como entrega de amor. ¿Qué vais a hacer vosotros, queridos cofrades de la Hermandad de Viñeros, ante tal ejemplo? Beber de la copa de Cristo implica asociarse a su gesto de amor; participar de la Eucaristía significa alimentarse y tomar fuerzas para la entrega diaria a Dios y a los demás.

5. Desde el día de Pascua, día de la Resurrección del Señor, los discípulos del Señor Jesús han celebrado sin interrupción el misterio pascual de su muerte y resurrección cada domingo; en el momento actual de la historia somos nosotros los discípulos de esa larga cadena ininterrumpida los que celebramos este misterio de amor.

Celebrar cuatrocientos años de la Hermandad de Viñeros es motivo de gran alegría y de gozosa alabanza a Dios. Alegría por la larga historia de la herencia recibida de vuestros antepasados. Alabanza a Dios-Padre, porque nos ha regalado a su Hijo Jesús, quien ha ofrecido su vida en la cruz y nos ha dejado como testamento de su amor la Eucaristía, prenda de vida eterna, que la Hermandad sacramental de Viñeros adora con devoción.

6. Quiero felicitar a todos los hermanos que hoy mantenéis la antorcha encendida de la fe y del amor a Jesucristo. ¡Transmitid esa misma fe a las generaciones futuras, para que no se apague el amor a la Eucaristía!

¡Vivid también la dimensión caritativa y la atención a los más pobres y necesitados!

¡Mantened asimismo la devoción a la Virgen, Nuestra Señora del Traspaso y Soledad! A Ella la transportáis en un hermoso trono de metal plateado y labrado; pero debéis llevarla, sobre todo en vuestro corazón. ¡Que Ella os acompañe siempre en vuestro camino! Amén.

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