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Concepción Durán: «Las piernas ya no me responden, pero no puedo dejar de ir a la Iglesia»

Publicado: 24/04/2012: 2569

La sacristana de la parroquia de San Juan de Letrán, en Arriate, es puro Evangelio: sencillez, alegría, esperanza, amor al prójimo, humildad y una fe capaz de mover montañas.

A Concepción Durán Cintado, no le amilanan los dolores articulares que sufre y, a sus 83 años, continúa sirviendo a la Iglesia como ha hecho desde que tiene uso de razón. 

«La auténtica viuda, la que está sola en el mundo, tiene puesta su esperanza en Dios y no cesa de entregarse día y noche a la plegaria y a la oración». Estas palabras de San Pablo a Timoteo (1Tm 5, 5-6) explican la alegría y las ganas de vivir de Concepción Durán. Una alegría que brota de una vida plena de entrega a su familia y a la Iglesia y que contagia al que la escucha. No recuerda un momento de su vida en el que no haya estado sirviendo a su parroquia.

La cercanía de su domicilio al templo ha sido siempre una ventaja. «Mis piernas ya no me responden como antes, pero no puedo dejar de ir a diario». Sus cometidos son múltiples y variados: desde tocar las campanas a «apuntar los muertos para las misas»; desde poner flores a cuidar la imagen de La Piedad, a la que tanta devoción profesa; desde abrir y cerrar la parroquia a leer en las celebraciones. Y es que «de la vista ando fenomenal, eso no lo he perdido», afirma orgullosa.

VIDA PLENA 

Casada en 1953, enviudó hace 12 años. «El matrimonio ha significado mucho para mí. Ha sido mi vocación principal. Ahora se le da muy poca importancia y no se cuida, por eso se separan con mucha facilidad». Pero ni sus obligaciones familiares (siete hijos) ni la ceguera que afectó a su marido durante seis años la apartaron nunca del servicio a la parroquia. «He tenido una vida plena –señala– Estoy muy satisfecha. Dejaré de servir a la Iglesia el día que no sepa dónde estoy, porque me da la vida. Si volviera a nacer, volvería a hacer lo mismo».

En su familia hay quien ha heredado su querencia por el templo: «tengo una hija que está en el equipo de liturgia, un yerno que es mayordomo del Santísimo, y algunos de mis nietos (tiene 12, además de dos bisnietos) ayudan como monaguillos».

ORACIÓN 

La "oración y la plegaria", como en la cita de San Pablo con la que iniciábamos esta semblanza, es la columna que sostiene el día a día de la vida de Concepción: «Si un día no rezo el rosario me falta algo. Al Señor lo tendré loco, porque no paro de pedirle».

Puesta su esperanza en Dios, esta arriateña valora su fe como lo más importante en su vida: «es lo que más le pido a Dios, que me ayude a no perder nunca la fe».

SIEMPRE ABIERTA A LA VOZ DEL ESPÍRITU

«Aprendí a leer y a escribir en el colegio de San José de la Montaña, de las Madres de Desamparados. Allí me hablaron de Dios y, desde entonces, nunca me he separado de Él». Así resume Concepción Durán su camino de encuentro con el Señor a través de su Iglesia. Recuerda con gran cariño a D. José Parra, que fuera párroco del pueblo cuando ella contaba con 18 años y empezó en la Acción Católica. «Teníamos mucha juventud en la parroquia. Fui delegada de las "aspirantes" –niñas desde 14 años que se preparaban para entrar en la Acción Católica». Allí donde se hablara de Dios, allí que se apuntaba.

Su apertura a la voz del Espíritu Santo se manifiesta en su participación en todos los grupos que se han establecido en la parroquia: Adoración Nocturna, Comunidades Neocatecumenales, Vida Ascendente... «Ahora, en Vida Ascendente, tenemos una reunión semanal, todos los jueves, en la que preparamos las lecturas de la misa del domingo. Somos unas 30 personas mayores, y tenemos retiros habitualmente». Ha conocido y valora a todos los párrocos del pueblo. Con el actual, Francisco Baquero, dice que está «contentísima». Y reconoce humildemente la gran labor que hacen tantas otras buenas mujeres de Arriate por la parroquia. «Hoy he hablado yo porque soy la mayor, pero todas se desviven por el templo».

Autor: Antonio Moreno

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